Entro (en lo que concierne a mi aprendizaje del sueco) en un segundo semestre duro, seco, anodino. Queda atrás el esplendor del descubrimiento de la lengua. Ahora lo que toca es picar piedra cada día. Repetir mucho. Identificar palabras teóricamente ya aprendidas y de hecho rápidamente ya olvidadas. Hoy me pasó con metro, en sueco tunnelbana (lo que entra rápido, sale rápido, tal como asevera el refrán árabe). Pero forma parte del aprendizaje. Es un segundo semestre (hasta junio de 2017) de travesía del desierto.
La fonética sueca es lo que más me cuesta. Se me hace muy difícil entender auditivamente. Requerirá el aprendizaje de muchas horas de laboratorio de idioma: repetición ante micrófono con sonido de retorno. Es la única manera de captar la esencia de los fonemas y reproducirlos de manera inteligible y convincente.
(Mi consuelo es que tras conseguir esta meta cualquier otra de carácter lingüístico me parecerá accesible o incluso fácil. Por ejemplo, me encantaría aprender la perfecta dicción del inglés británico y recitar a los clásicos en voz alta…)