Por fin: regreso en breve unos días a Mallorca y la memoria no me aclara cuándo fue mi última estancia, probablemente hace más de un año.
Esto es ciertamente mucho tiempo para un nostálgico de Mallorca como yo pero las circunstancias mandan: es lo que hay.
Siento la excitación propia de todos los retornos ultraesperados y hago una larga lista mental de rincones a revisitar: los mercados del Olivar y Santa Catalina, el casco antiguo, la catedral, la Playa de Palma, Cala Blava, Es Molinar, Llucmajor, el centro de yoga Nirodha, la librería «Literanta», El Club Diario de Mallorca, el Paseo Marítimo en general y la pizzería «Giorgio» en particular, Serra Tramuntana, Binissalem, Cala Estancia y Cala Gamba, el inolvidable Can Pastilla…
Pero por encima de todo, un puñado de buenos amigos que cuidan y velan por la isla durante mis prolongadas ausencias.
(Creo que estos días no voy a dar el abasto. Feliz problema).