Qué gran placer pasear con paso presto -incluso vivaz- desde la Izquierda del Ensanche barcelonés a la Rambla de Canaletas un domingo solariego de diciembre. Como hoy. Bienvenido, invierno.
Es cuanto quien esto escribe esta mañana ha experimetnado de camino al Ateneo barcelonés, uno de los más nobles santuarios culturales (y vivenciales) de esta la llamada ciudad de los prodigios.
Ambiente calmo, rincón de los ordenadores yermo y siglos de cultura que te contemplan desde los anaqueles repletos de esta sala pictóricamente impresionante donde sólo resuena mi teclado junto a los latidos de los corazones inmortales de los clásicos.
(Buen momento para repasar la prensa del día, un placer añadido…)