Adoro los buenos croissants. Pero pocos me puedo permitir hoy en día: sigo una cierta dieta que me priva de ellos.
Sin embargo, esta mañana (fiesta de la Mercè) tuve un -digamos- antojo. Paseando por el Raval barcelonés di con el Forn Valenciana (calle Paloma 18, esquina Lleó). Él me esperaba en el escaparate: esbelto, tostadito. Y por 80 céntimos de euro. Todo pasó muy rápido: entré.
(Al salir un chileno residente desde hace 30 años en el barrio me confirma que en el vecino restaurante La Habana dan buen yantar).