Ha comenzado la segunda quincena de agosto y todo apunta a que Barcelona esencialmente no se ha vaciado en demasía. Se ve mucha gente por el centro y si bien se aparca de maravilla se nota que son muchos los que se han quedado y, por supuesto, en gran número los que en estos días de estío nos visitan.
Con todo, hay momentos y rincones de espectacular tranquilidad. Este largo fin de semana he apreciado una calle Calvet, en la zona alta, henchida de sosiego. Destaca más que nunca la arboleda que mece un viento vehemente.
Se aprecia también que son unos cuantos los comercios que este agosto han optado por abrir por las mañañas. Esto de irse de vacaciones no está al alcance de todos los bolsillos. Llevamos ya siete años de crisis económica aguda pero todavía el consumo se mantiene renqueante.