Un centenar de mis alumnos de Comunicación en la Universidad Internacional de Cataluña se graduaron ayer por la tarde. Los había de Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad. A todos ellos les impartí oratoria. Todos, al unísono, en la misma ceremonia, recibieron sus diplomas. La periodista Rosa María Calaf amenizó la entrega con un parlamento sobre la importancia de ejercer el periodismo con rigor.
Me llamaron dos cosas la atención: la coincidencia de varios ponentes en resaltar el bajo nivel de prestigio actual de la profesión periodística y la gran prevención -temor incluso- ante el sombrío panorama laboral.
Cada época tiene su intríngulis pero no me parece tan distinta la etapa actual con la que yo me topé hace cuatro décadas: pesimismo a mansalva. Y luego las cosas no me fueron mal del todo.
Por tanto, coraje. Mucho coraje es lo que necesitan los jóvenes que ayer se graduaron. Y para aquellos que cariñosamente vinieron a saludarme y agradecerme los servicios prestados, les reiteró lo que allí mismo les dije:
-Para eso estamos.