Imparto este lunes 30 de abril de 2012 a las 18 horas una conferencia de una hora sobre el legado de Pep Guardiola. Tendrá lugar en el Colegio de Periodistas de Cataluña, en Rambla de Cataluña, 10, Barcelona, bajo el título «Malalts de Pep: confessions d’un guardiòleg» («Adictos a Pep: confesiones de un guardiólogo»).
(He acuñado el término «guardiólogo» como un divertimento semántico que no tiene mayores pretensiones, como ya saben los seguidores de este blog).
En mi conferencia avanzaré algunas ideas de mi próximo libro que lleva el título de la intervención. Son comentarios sobre la marcha de Pep y en qué situación queda el FC Barcelona.
En las últimas horas redes sociales y medios de comunicación no han cesado de difundir opiniones sobre el cambio de ciclo.
No faltan quienes se quejan de tanto bombardeo e incluso se interrogan sobre qué sentido tiene glorificar a un entrenador de fútbol.
Me llaman la atención la opiniones de quienes insisten en que Guardiola no desea eso. Bien es cierto que en su discurso de septiembre en el Parlamento de Cataluña ya manifestó que él no desea «ser ejemplo de nada». Es una postura inteligente. Pero también lo es no hacerle caso, por cuanto desde el momento en que una persona asume una actividad de gran resonancia pública la valoración (buena o mala) de lo que haga ya es decisión soberana de la ciudadanía. Para criticarle o para elogiarle. Otra cosa es que los elogios -como el propio Guardiola expresó- «debilitan». Pero a buen seguro el interesado sabrá gestionar este peligro con la solvencia con que ya ha sorteado otros muchos. Son gajes del éxito.
