Me viene a la memoria la pregunta que le formulé hace unas semanas a Pep Guardiola en rueda de prensa. Reformulada:
-¿Sobran poetas y faltan asesinos del área en su equipo?
Venía a cuento de la gran creatividad a la hora de forjar ocasiones y la falta de resolución para transformarlas en gol.
Esta preocupante falta de pegada, de instinto asesino según la cacofónica expresión del lenguaje futbolístico, se evidenció de nuevo anoche en el Nou Camp, si bien de oportunidades se generaron esta vez pocas. Bajo tono de casi todos los jugadores azulgrana, desconectados. Messi incluido.
Barça 1, Real Madrid 2 y la Liga se va de manera casi irremisible a la capital. Buen Madrid defensivo, implacables delanteros y la habitual inhibición arbitral a la hora de permitir las dilaciones en el juego para romper el ritmo al contrario.
Con todo el Barcelona paga errores previos: una Liga irregular teniendo en cuenta el poderío del rival y-me temo- algunas desavenencias internas entre el entrenador y dos jugadores muy relevantes: Piqué y Cesc Fábregas. Puedo estar equivocado pero es lo que me dicen la intuición y algunos hechos relevantes, como su no alineación de entrada. El tiempo lo dirá.
En cualquier caso, el Barcelona tuvo anoche una magnífica oportunidad -que aprovechó- de reaccionar con deportividad ante la derrota, de mostrar espíritu deportivo. (Es fácil ser un adalid del juego limpio cuando todo te viene de cara. Menos fácil ante la contingencia.
Ahora toca rehacerse, mostrar resiliencia e intentar jugar la final de Munich ganando el martes al Chelsea en el Nou Camp.
Acabada la temporada, será un buen momento de realizar un ejercicio de autocrítica sobre lo que convenga mejorar. Somos un gran equipo. Pero de ninguna manera perfectos. La derrota de anoche nos pone en nuestro sitio.
