Esto es lo que hay

Miguel Ángel Violán

Valentina recuperada

Quiero proclamar mi simpatía y cariño por los personajes «Los Chiripitifláuticos», que nos deleitaron en los años sesenta a los niños de toda España embelesados ante el televisor.

A través de una entrevista de Víctor Amela, descubro que la simpar Valentina (la actriz Mari Carmen Goñi) sigue vivita y coleando…

http://www.lavanguardia.es/lacontra/20110408/54138063165/nos-dijeron-que-eramos-mas-cursis-que-walt-disney.html

Valentina! “Más fina que una sardina…”

Eso me decían el Capitán Tan y Locomotoro, ja, ja…

El Capitán Tan: “Parece un rataplán”.

“En mis viajes a lo largo y ancho de este mundo”, decía siempre… Trabajamos juntos durante diez años en TVE, y con el Tío Aquiles, los hermanos Mala Sombra…

“Somos malos de verdad, somos como una espina que sólo sabe pinchar…”

“Y más malos que la quina”: veía usted Los Chiripitifláuticos, ¿eh?

Fue el programa de mi infancia. ¿Qué hacen hoy Los Chiripitifláuticos?

Miguel Armario murió. Era el actor que interpretaba al Tío Aquiles. Era algo mayor que yo…

¿Y el Capitán Tan?

Félix Casas. Trabajó años en mi estudio de doblaje, al término de Los Chiripitifláuticos. Ahora está en su casa. El otro día me dijo por teléfono que se sentía un poco pocho. Le dije que espabilase… o le iba a espabilar yo.

Qué energía, usted.

Estoy muy bien. Tendrías que verme arrastrando sacos de veinte kilos de abono en mi jardín. Tengo rododendros, romeros…

¿Qué sabemos de Locomotoro?

¡Paquito! Que está bien, se conserva. Paquito Cano, se llama el actor.

Era nuestro héroe, nuestro favorito, me disculpará…

Claro, claro. Hacía aquello de inclinar todo el cuerpo hasta quedarse en un ángulo casi paralelo al suelo…

Todos intentábamos hacerlo: imposible. ¿Cuál era el truco?

En el suelo había clavadas unas pequeñas guías metálicas, en las que él podía encajar las botas cuando quería, preparadas para eso. Una vez las botas encajadas, él se inclinaba, se inclinaba, se inclinaba…

Qué fuerza, de todos modos, ¿no?

Sí, porque tras quedarse un momento muy inclinado, ¡volvía hacia atrás, recuperando la posición vertical! Todos lo intentamos hacer como él… pero no teníamos fuerza. Paquito, sí.

Así que ese era el truco…

Hacíamos mucho directo, pero casi siempre lo grabábamos todo el día antes de la emisión. Memorizábamos los guiones, y cantábamos muchas canciones.

¿Recuerda algún fragmento?

“La cabeza es una caja muy dura, pero dentro tiene un flan…” Para prevenir a los niños de golpes tontos…

¿Cómo llegó usted a la televisión?

Yo trabajaba en la radio desde los 20 añitos, como locutora, en el cuadro de actores…

¿Y eso?

En casa nos gustaba mucho la música, y yo estudié en el conservatorio solfeo, canto, declamación… Yo quería cantar… pero como quedé la primera en una prueba de declamación, empecé a trabajar en la radio.

¿Le gustaba?

Sí, ha sido mi oficio. La radio, el doblaje… Me llamaron para un guión televisivo en el que daba voz a Colón de niño y a la narradora, y además cantaba. Me oyó Banegas y…

¿Quién era Banegas?

El productor televisivo que creó los personajes de Los Chiripitifláuticos. Era 1965 y me dijo: “Te necesito para un personaje en Televisión Española”.

¿No le dio ninguna pista más?

Me dijo: “Además, tú te pareces a mi abuela, que se llamaba Valentina: ¡el personaje se llamará Valentina!”

Y a triunfar.

Nadie tenía ni idea de que un programa infantil como aquel tendría tanto eco, ¡nadie!

¿Qué recuerda del primer día?

Yo era muy tímida, y al acercarme a los platós de RTVE, en la Casa de Campo, vi un puesto que vendía gafas de sol: me compré unas para protegerme, como un escudo…

No serían aquellas gafas de pasta blanca que llevaba…

¡Sí! Les quité los cristales oscuros, y con mi esmalte de uñas pinté en la montura blanca unos rombitos rojos… Le pregunté a Banegas si podía ponérmelas, y aceptó. ¡Y las llevé durante diez años en la tele, ja, ja..!

Cuénteme un buen y un mal recuerdo.

Trabajé durante el embarazo de mi hijo, y unos tiestos disimulaban mi tripa, ja, ja…

Bonito. ¿Y el malo?

Un día de 1976 estábamos en plató grabando el programa del día siguiente y vino un técnico y nos dijo: “Mañana es el último programa, ¡órdenes de la nueva dirección!”.

¿Les dieron alguna explicación?

Sólo nos llegó este comentario hecho por la nueva dirección: “¡Sois más cursis que Walt Disney!”. Lo tomo como un piropo. No pasa nada: la dirección está para decidir.

¿Y qué hizo usted luego?

Me ofrecieron ser presentadora de continuidad, o sea, estar todo el día maquillada a la espera de una interrupción, y decir: “Disculpen las molestias”. ¡Yo quería hacer cosas, no estar ligada a un sueldo! Y me fui, dirigí mi estudio de doblaje… y he sido muy feliz.

¿Añora algo de aquel éxito?

No, y fue fantástico, por el cariño de la gente. Llegaban sacas y sacas de cartas… No podíamos ir por la calle. Aún hoy me reconoce mucha gente…

¿Cómo vive ahora?

¡Como una reina! No volvería a la tele por nada. Vivo en esta casa de la sierra de Madrid, con puestas de sol fabulosas, caminos para perderme, este jardín… No quiero más.

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Miguel Ángel Violán

Miguel Ángel Violán, Barcelonés. Periodista y escritor. Formador de comunicadores con millares de ex alumnos repartidos por toda España y Latinoamérica. Es doctorando en oratoria y conferenciante.

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