Oí en la radio este nuevo verbo que tiene visos de calar hondo: mourinhear, o lo que es lo mismo, llorar a destiempo, de manera impertinente y reiterada, sin fundamento.
De tal manera es visto desde Barcelona el entrenador del Real Madrid: cansino, previsible, próximo a la derrota.
Dicen que la madurez consiste en saber detectar en qué te has equivocado en vez de atribuir a terceros tus males.
Sin negar las altas capacidades del técnico luso, el mourinheo tiene efectivamente un punto de desagradable impostura.