Esto es lo que hay

Miguel Ángel Violán

Yo, el embajador de Bill Clinton

Fue en 1988. En Little Rock, la pequeña piedra, nombre minúsculo para la capital de un Estado anodino en la Norteamérica profunda: Arkansas (bien pronunciado -allí lo aprendí- con acento fonético esdrújulo y sin ese final: «Árkansa».)

-El gobernador del Estado, señor Bill Clinton, tiene a bien nombrarle su embajador en Europa.

Las autoridades de Arkansas me endosaron acto seguido un certificado bajo la rúbrica «Arkansas Traveller». Allí donde fuera debiera dar cuenta de la existencia de Arkansas, sus calles pulcras y mujeres impolutas. Mis méritos contraídos para ello: haber pisado aquella tierra donde un visitante europeo era recibido como una celebridad por el propio gobernador, el jovencísimo Clinton, que unos años más tarde se convirtió en presidente de los Estados Unidos.

He guardado durante muchos años mi título de embajador deArkansas. Conservo además un excelente recuerdo de aquel viaje de estudios para intentar entender el enrevesado sistema electoral nortamericano de las primarias, en que los partidos escogen a su candidato. Nadie de mi grupo llegó a entenderlo del todo. De hecho, algunos de nuestros propios interlocutores académicos parecían no entenderlo. Resulta patético que alguien intente explicarte algo que ni él mismo entiende…

Las primarias son una de las muchas paradojas del modelo estadounidense: complejidad inusitada en una sociedad que entroniza el encanto de la vida simple.

En cualquier caso, Bill Clinton me ofrecía su amistad y él accediría unos años más tarde a la Casa Blanca. Quién me hubiera dicho que aquel joven gobernador provinciano, imberbe pero magistral relaciones públicas, accedería al sancta sanctorum de la superpotencia americana.

He leído posteriormente pasajes de la vida de Clinton. Me llama la atención su inveterado hábito de tomar nota de todas las personas nuevas que conoce y saluda. Es un principio básico del llamado «networking» (técnica de gestión de los contactos) hacerlo así: invertimos tiempo y metodología en reparar siempre en quienes nos rodean con la convicción de que muchos de ellos se van a cruzar de nuevo en nuestras vidas. Y tienen algo en potencia que aportarnos.

Quince años más tarde Bill Clinton visitó la isla de Mallorca, donde resido, y tuve la oportunidad de aducir ante la comitiva mi condición de embajador especial del ex gobernador ante la sorpresa de propios y extraños. Nunca sabes el juego que va a darte un papel bien guardado exhibido en el momento oportuno. Bill lo sabía y prodigaba sus nombramientos a diestro y siniestro. Creo que ya debemos ser una legión los europeos que pasamos por Little Rock y obtuvimos el gentil título tan sólo por eso: ser europeos, pasar por allí y que ellos se enterasen.

Treinta años y un día

Suena a condena pero no lo es: treinta años y un día es el período de mi vida que he dedicado al ejercicio del periodismo y la comunicación en sus múltiples facetas. La más reciente no es la menos apasionante: la de conferenciante sobre temas de comunicación.

Agradezco a Periodista Digital que me acoja en su ciber-regazo. Mis comentarios aparecerán sistemáticamente difundidos los lunes con la llegada de 2007. Espero así ofrecer una pista estable sobre mis peripecias a aquellos que siguen mi trayectoria profesoral, una comunidad ya de varios millares de ex alumnos en todos los confines de España.

A ellos va dedicado este espacio.

También a los que no me conocen pero que ya desde hoy intuyen que son un poquito como yo.

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Miguel Ángel Violán

Miguel Ángel Violán, Barcelonés. Periodista y escritor. Formador de comunicadores con millares de ex alumnos repartidos por toda España y Latinoamérica. Es doctorando en oratoria y conferenciante.

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