No hemos podido averiguar mucho sobre este puente, aunque al verlo de lejos invita a acercarse y cruzarlo andando sobre su empedrado terroso. Cruza el escaso arroyo Piezga, que serpentea un valle con numerosas praderas, huertas en la rivera del río, buenos caminos y un monte de encinas y chaparros donde se encuentran ‘las canchas’ que, según cuentan, son antiguos acantilados. Los fines de semana algunos se animan a la escalada y espeleología.
Se encuentra a las afueras de Villacastín.