A Contracorriente

Enrique Arias Vega

Grecia ya no es austera

Grecia ha dejado de ser austera. Por decreto. El nuevo Gobierno de Alexis Tsipras ha decidido que se acabaron las penurias: subida del salario mínimo, pensiones, sueldos de funcionarios…

Al parecer, a los griegos no les gusta la austeridad, a diferencia de Angela Merkel, según ellos dicen. Que yo sepa, a la jefa de Gobierno alemana, como a mi difunta madre, no le gusta la austeridad porque sea masoquista, sino que ambas creían que no se debe gastar más de lo que se gana: y Grecia ya lleva un déficit acumulado de 315.000 millones de euros.

La cuestión es saber si los nuevos dirigentes conseguirán una mora de su deuda, una quita o, simplemente, no pagarla. La deuda, dicen, es con los malvados mercados; pero éstos somos usted y yo, es decir, los pequeños ahorradores que, en vez de gastar todo, hemos guardado unos pocos ingresos para el futuro a través de los intermediarios financieros.

Todos los europeos podríamos haber hecho lo mismo que los griegos: vivir muy por encima de nuestras posibilidades. Algunos lo han hecho, pero luego han venido los recortes y el tener que vivir peor que cuando nos gastábamos el dinero ajeno. A nadie le gusta eso, claro.

La pregunta es saber si los griegos podrán volver a gastar más, como propone Tsipras, cuando aún no han pagado lo que no era suyo. Y es que Grecia, como otros países, encontró un chollo en la UE, en vez de un proyecto común y solidario. Por eso, su desarrollo no era más que fachada de cartón piedra, como esas obras de los Juegos de 2004 inacabadas y ahora deteriorándose, al igual que los falsos récords de sus superatletas dopados de entonces, Costas Kenteris y Katerina Thanou.

Todo este entramado ficticio —así como el precio que se está pagando por él— ha sido magistralmente descrito por el novelista policíaco de izquierdas Petros Márkaris en su trilogía Con el agua al cuello, Liquidación final y Pan, educación, libertad. El pueblo, pillado en este engaño colectivo, es quien ahora está pagando los platos rotos.

¿Conseguirá Alexis Tsipras una condonación o un retraso en el pago de esta deuda? Parece difícil cuando ya ha anunciado nuevos gastos sin otros ingresos que los sustenten.

Por eso, una hipótesis dice que los poderes políticos y económicos de Europa no permitirán que otros países se amparen en más incumplimientos griegos y que prefieren que Grecia salga del euro, devalúe el dracma hasta reducir la deuda a una suma accesible y aprenda a vivir fuera de la UE de acuerdo con sus escasísimas posibilidades: cualquier cosa antes de que su ejemplo fracture, hipoteque o ponga en riesgo la UE.

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Autor

Enrique Arias Vega

Periodista y economista bilbaíno, diplomado en la Universidad de Stanford (USA), lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundode Nueva York.

Enrique Arias Vega

Periodista y economista bilbaíno, diplomado en la Universidad de Stanford (USA), lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundode Nueva York.

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