Una exclusiva línea de vinos monovarietales gallegos: D. Pedro de Soutomaior

Adegas Galegas se caracteriza desde sus inicios por poner en valor la riqueza que ofrece Galicia, guardiana de múltiples y exclusivos tesoros enológicos. Una de las claves de su éxito y de sus factores de diferenciación ha sido la lucha por el concepto Rias Baixas, otorgando la importancia que merecen, además de al albariño, a otros varietales de la Denominación de Origen (D.O.). Una apuesta que se refleja en algunas de sus marcas más representativas, como Veigadares, en la que la personalidad viene determinada por el empleo de diferentes “castes”.

Y hasta aquí, los orígenes del proyecto que hoy les contamos, ya que este conocimiento, adquirido tras años de trabajo, ha llevado a la bodega a desarrollar la exclusiva línea de vinos en la que hay una demostración clara de la diversidad que ofrecen los varietales autóctonos existentes en la Denominación de Origen Rías Baixas. Un recorrido por las principales “castes autóctonas” y las diferentes subzonas de la D.O.

Y es que los que conocemos Galicia sabemos que las grandes historias gallegas las protagonizan las grandes gentes, el alma de los pueblos valientes. Pueblos con esencia, con raíces arraigadas en su tierra y con un sentir común a pesar de su heterogeneidad, en la que reside su riqueza: marineros y agricultores, emigrantes y retornados, realidad y leyendas… Esa diversidad, que se refleja en el interior de cada hogar, es visible también en el mundo del vino.
Por eso, este proyecto nos propone un viaje por la esencia de Galicia a través de algunos de los varietales autóctonos más representativos de la D.O. Rías Baixas.

Y así tenemos aquí la oportunidad de dar a conocer la gran familia del albariño D. Pedro de Soutomaior: “D. Pedro Castes Autóctonas”, que consta de otros varietales como la treixadura, la loureira, el caíño blanco y el caíño tinto, cuatro varietales únicos capaces de acercar al consumidor el sabor y el aroma de Galicia. Variedades autóctonas cultivadas en viñedos de Rías Baixas y elaborados en el Pazo de Almuíña, bodega boutique, donde se extrae su alma para obtener cuatro vinos únicos.

Entrando en detalles podemos comentar que el objetivo del proyecto es poner en valor algunas de las variedades autóctonas gallegas y que los vinos resultantes expresen al máximo su carácter varietal. Es por ello que se ha respetado el equilibrio natural de cada “caste”. La vendimia se hace de forma manual en cajas de 20 kg, en el punto de maduración más óptimo. La uva realiza una criomaceración en cámara, durante 24 horas para bajar progresivamente la temperatura de la uva hasta 5-0 ºC. El objetivo es mejorar la intensidad aromática del vino y aumentar la extracción de aromas varietales.

Las “castes” blancas realizan la fermentación alcohólica en depósitos de acero inoxidable, mientras que la tinta la hace en barrica abierta de roble francés con bazuqueos manuales dos veces por día para mejorar la extracción de color y la estructura del vino. Se embotella antes de verano (junio). No se hace un embotellado temprano buscando la evolución de los aromas varietales en depósito para poder tener una expresión mas compleja y madura de cada uno de los vinos.
Por último, todos tienen una crianza en botella de 2 a 3 meses.

Con este prólogo, continuaremos mañana explicando cómo son cada uno de estos cuatro vinos, que son toda una experiencia sensorial y un interesante descubrimiento de toda la riqueza vinícola que con manos expertas, paciencia y trabajo, se está generando en Galicia.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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