El exceso de tecnología en los regalos navideños favorece la obesidad infantil

Móviles, ordenadores, videojuegos y tabletas están entre los regalos más deseados por niños y adolescentes, pero un uso excesivo combinado con baja actividad física e improvisación en la comida los convierte en los pilares del ocio infantil que más engorda, hecho del que nos avisan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), a los que desde aquí les agraddemos la información suministrada por ellos y que aquí ahora difundimos.

Para empezar, debemos saber que la ingesta de azúcares totales en la población española es de 76,3 gr al día de media, lo que supone un 17 % de la ingesta total de la energía, cuando la OMS recomienda no superar el 5% que sería el equivalente a 100 calorías o 25 gramos para niños de 2 a 18 años[1]. Y por otro lado, el porcentaje de sobrepeso infantil en España es entorno al 23% y de obesidad, al 18%[2].

Con estos antecedentes, y entrando en el tema, con el reciente Black Friday se ha marcado la cuenta atrás para el día de Reyes y, vista la amplia oferta de tecnología y videojuegos, no sería difícil imaginar cuáles serían los regalos que arrasarán entre la población infantil. Móviles, ordenadores, consolas y tabletas están entre los artículos más anhelados por los nacidos en el siglo XXI, los pilares de un ocio digital principalmente sedentario que, junto con la baja actividad física y la improvisación en la alimentación nos debería preocupar y mucho, subrayan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

“Los niños y adolescentes de nuestro país son más sedentarios que las generaciones anteriores, debido en parte al largo tiempo que pasan ante la pantalla, ya sea viendo televisión o series en el ordenador, navegando en las redes sociales en el móvil o jugando con su tableta”, anota Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del Instituto. Esta situación ha provocado un desequilibrio energético, lo que se traduce en un gradual y consistente aumento de peso.

“El ocio digital en sí no es malo, pero un descontrol por parte de los padres y el exceso en el uso puede afectar el desarrollo cognitivo y emocional del menor, dificultar la comunicación con la familia y los iguales, propiciar aislamiento o alteraciones en la vida cotidiana, baja del rendimiento escolar, falta de tiempo libre y una imagen distorsionada de lo que es la comida sana”, argumenta la psicóloga del IMEO Ana Gutiérrez. En la cultura occidental, solemos asociar este tipo de pasatiempo con el consumo de ciertos alimentos de forma automática y a modo de picoteo que, al ser ricos en grasas y azúcares, estimulan la liberación de serotonina y contribuyen a un bienestar temporal que puede generar malos hábitos y un entorno obesogénico.

Además, si el menor permanece tras la pantalla durante largos periodos de tiempo termina consumiendo de forma pasiva y constante contenido publicitario. En el periodo de Navidad, las campañas publicitarias en relación a la alimentación aumentan y, en ellas, de forma recurrente, se asocian emociones (alegría, alivio, ilusión o afecto) con el consumo de ciertos alimentos, como dulces de escaso valor nutricional o comidas de preparación rápida, aumentando la probabilidad de generar una inadecuada relación con la comida.

Pese a que todos en cierta medida nos vemos expuestos al bombardeo de este tipo de mensajes publicitarios, el impacto en la población infantil es aún mayor. Los niños que carecen de la visión crítica que podría tener un adulto, se convierten en la principal diana de los spots publicitarios; hoy por hoy en nuestro país la publicidad de alimentos y bebidas dirigidas a menores no está regulada y la reducción de azúcares añadidos, sal y grasas es de carácter voluntario y no obligatorio para las empresas. “Por ello, no es de extrañar que los más pequeños asocian tales productos como chocolate, golosinas, galletas infantiles o zumos concentrados industriales como comida hecha a medida para niños y se obvia el hecho que incumplen la recomendación de la OMS que limita la ingesta de azúcares[3] totales diarias a unos 25g para niños de 2 a 18 años, como señala la nutricionista Estefanía Ramo.

Con las vacaciones navideñas en la vuelta de la esquina y con el fin de prevenir que se dispare el consumo del ocio digital infantil, los expertos del IMEO ofrecen algunos consejos de nutrición y psicología de cara a los padres para que, a fin de cuentas, los regalos de los Reyes no se vean reflejados en la báscula en kilos de más.

¿Qué hay de malo en un cine con palomitas? La típica imagen inocente de una familia feliz en el cine tomando palomitas tiene otra lectura desde el punto de vista de la neurogastronomía. Asienta un patrón muy explotado por la industria alimentaria que parte de los cinco sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) con el fin de lograr una experiencia sensorial, capaz de crear humor y bienestar o conectar emociones y recuerdos a través de la comida.

Hoy la gran pantalla ha encontrado cabida en nuestro hogar en mini formatos, más prácticos, fáciles de llevar y manejar que nos permiten deleitar de un pasatiempo ilimitado y a precio muy económico sin levantarnos del sofá.

Podemos decir que las palomitas, en sus múltiples variaciones, también se han colado en casa, junto con los anuncios publicitarios de los canales de televisión infantiles, en un prime time de los más amplio posible, con su oferta de emociones cargadas de sabor a base de azúcares, grasas, aditivos y harinas refinadas: cremas de cacao para untar o beber; galletas de cereales con forma de dinosaurios o dibujos estampados; huevos y figuras de chocolate; bebidas azucaradas, néctares y zumos industriales; golosinas, pizzas, aperitivos salados, entre otros.

Lo que podemos hacer para resistir a la tentación, aconseja Estefanía Ramo, es imaginar la actividad física necesaria para quemar las calorías provenientes de un picoteo de esta índole. Tomaremos como referencia una persona de 70 Kg y veremos qué actividades se necesitarían realizar para quemar las calorías:

* 1 h y 55 minutos de ciclismo (paseo: 16 Km/h) para quemar las 540 Kcal de 100 g de chocolatinas;
* 1 hora y 35 minutos de aquagym para quemar las 459 Kcal de 100 g de palomitas dulces;
* 1 hora y 31 minutos de aerobic para quemar las 533 Kcal de 100 g de palomitas saladas con aceite y sal;
* 45 minutos de fútbol para quemar las 480 Kcal de una bolsa de 120 g de aperitivos salados.
* 42 minutos de tenis (individual) para quemar las 343 Kcal de cada 100 g de golosinas;
* 32 minutos de kárate para quemar las 384 Kcal de tres galletas infantiles (una ración de 96 g);
* 24 minutos de carrera para quemar las 225,2 Kcal de una rebanada de pan de molde con una cucharada de crema de cacao sin aceite de palma y con estevia;
* 23 minutos de yoga para quemar las 68,5 Kcal de una porción de pizza de pollo y queso (87,5 g);
* 21 minutos de paseo (5 km/h) para quemar las 84 Kcal de 200 ml de zumo industrial concentrado;
* 9 minutos de natación (mariposa) para quemar las 119 Kcal de 30 g de cereales con virutas de chocolate;

“Por consiguiente, ninguno de estos alimentos estaría recomendado para un consumo habitual y cuando se trata de niños el principal consejo a los padres es no improvisar y descartar las opciones de comida rápida, ya sea en casa o fuera”, apunta la nutricionista del IMEO Andrea Marqués. Hay que planificar los menús entre semana para conseguir que la dieta de los menores sea variada, equilibrada y lo más compensada posible con las tomas realizadas en el colegio.

Para el fin de semana se puede plantear una actividad, como preparar recetas saludables apetecibles junto a los niños para iniciarles en el mundo de la cocina y concienciarles de la importancia de una nutrición saludable. En sumo, apostar por el ocio activo frente al sedentario: los niños y los adolescentes tienen que moverse, jugar, gastar calorías con actividades físicas diversas, practicar deportes de forma regular para aumentar el gasto calórico diario y conseguir un equilibrio energético que a su vez les ayudará a evitar el sobrepeso y la obesidad, insisten los expertos del IMEO. La familia debe involucrarse y priorizar, incluyendo la época de vacaciones, las actividades deportivas frente al ocio sedentario.

Se podrían aprovechar algunas actividades cotidianas para aumentar el tiempo de actividad física, por ejemplo, ir al colegio y volver caminando a ritmo medio rápido, subir escaleras, acompañar a los mayores a comprar, sacar la basura o pasear el perro. A los más pequeños les convienen juegos que implican movimiento y al aire libre, como saltar la cuerda, hula hoop, pilla-pilla o carrera, montar en bicicleta, patinar sobre hielo o ruedas.

A los escolares y adolescentes les iría mejor realizar ejercicio físico moderado o intenso durante al menos 60 minutos practicando algún deporte extraescolar un par de días a la semana, como natación, bailes, artes marciales, fútbol, baloncesto, etc. De esta forma no sólo quemarán calorías, sino mejorarán el control, equilibrio y postura corporal, fortalecerán sus piernas, brazos y abdomen, aumentarán la resistencia, ganarán flexibilidad y desde edades tempranas conocerán los beneficios que el ejercicio físico tiene para su salud.

El mejor regalo debe ser sin duda compartir emociones y tiempo libre fuera de la red. Es sumamente importante que los padres sepan guiar adecuadamente a sus hijos en el uso de los dispositivos móviles y la tecnología, orientándoles tanto en los contenidos de la red, como en la forma de consumirlos y aprovechando el recurso que pueden ofrecer algunos programas de televisión especializados o videojuegos didácticos con el fin de enriquecer la interacción familiar en torno a los mismos.

“Dedicar más de dos horas al día al TV u ordenador resta la oportunidad de realizar otras actividades fundamentales en el desarrollo cognitivo y emocional del niño, como lectura, deporte, trabajos escolares o interacción con la familia y los iguales”, recalca la psicóloga del IMEO Ana Gutiérrez. Solemos estar habituados a planificar el tiempo de nuestros hijos (colegio, actividades extraescolares, deberes, baño) y es entre actividad y actividad cuando suele enmarcarse el consumo de ocio digital. Este hecho supone la ausencia de “tiempo libre” y espacios vacíos que son la oportunidad para que el niño experimente y genere nuevas formas creativas de juego necesarias para un desarrollo adecuado, prosigue. Además, sin esos espacios de “tiempo libre”, la comunicación familiar frecuentemente queda reducida y no surgen nuevos escenarios para una comunicación más espontánea (comunicación de conflictos, expresión de emociones, intereses, pensamientos), refrenando así un correcto desarrollo emocional del menor y facilitando el aislamiento.

“Cuando observamos una alteración en la vida cotidiana de nuestros hijos en relación con el ocio digital, es cuando tenemos un problema” señala María González Fernández, psicóloga del IMEO. La dependencia a Internet o a las redes sociales está ya instalada cuando hay uso excesivo, asociado a una pérdida de control; síntomas de abstinencia, como ansiedad, depresión o irritabilidad ante la imposibilidad temporal de acceder a la red; tolerancia, es decir, necesidad creciente de aumentar el tiempo de conexión a Internet para sentirse satisfecho; y, finalmente, cuando se producen repercusiones negativas en la vida cotidiana o en las relaciones afectivas.

La recomendación general, en este sentido, es cambiar de escenario con el fin de potenciar actividades fuera del entorno digital, como juego en equipos, de mesa o la práctica deportiva al aire libre, ya que fomentarían la interacción entre los participantes, la creatividad, la empatía y el desarrollo de habilidades de afrontamiento a conflictos.

El ejercicio físico aporta beneficios psicológicos a todas las edades, aumentando la segregación de endorfinas y también fomenta la descarga de adrenalina y energía tras pasar entre cinco y ocho horas en clase de manera sedentaria. Los juegos de mesa y actividades en familia potencia la comunicación entre sus miembros, facilita el acceso al mundo emocional del menor por parte de sus progenitores y aumenta la confianza para compartir inquietudes y dificultades en un futuro.

[1] Según el estudio científico Anibes, impulsado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
[2] Según el estudio más reciente en la población pediátrica, Aladino 2015, realizado según los criterios de la OMS.
[3] Cada 100 g de chocolate tienen 61g de azúcares, 3 unidades de galletas infantiles equivalentes a una ración de 96g contienen 33g de azúcares, 100g de golosinas llevan 46g de azúcares, un brick de zumo concentrado industrial contiene 20,2g de azúcares.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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