La Loma 2015, el vino más especial de Bodegas Miguel Merino en la D.O. Ca. Rioja

La Loma es una finca de 1,4 hectáreas, cuyo viñedo fue plantado en 1946, cuando Pedro Galar tenía cinco años de edad. Las cepas las ‘hincó’ a azada su padre, encargado de campo de la vecina finca de Vareta, donde vivía toda la familia. Con 9 años, Pedro comenzó a ayudar a su padre en las labores vitícolas, que en La Loma se hicieron a mano y con tracción animal hasta finales de los años 60. Desde 2001 su uva es vendimiada y elaborada por Bodegas Miguel Merino, siendo uno de los viñedos más importantes de la bodega. Pero, detalle importante, hoy en día, Pedro Galar sigue trabajando todavía en La Loma.

La finca se encuentra en el suroeste del término de Briones, cerca de las poblaciones de Ollauri y Rodezno, a una altura de 534 metros sobre el nivel del mar. Está plantada en vaso tradicional en una ladera con orientación este y un desnivel del 7%. El marco de plantación es de 1,50 por 1,80 metros, con una densidad de 3.650 cepas por hectárea (muy superior a lo habitual en la zona). El suelo es pobre, de composición calcárea y sustrato de gravas, clave para un buen drenaje y desarrollo de las raíces en profundidad, con mayor acceso a los compuestos minerales del suelo. Este tipo de suelos resulta en un vino fresco, sutil y elegante. Además, una marga arcillo-ferrosa cruza el viñedo de La Loma, lo que aporta al vino cuerpo y tanicidad.

La Loma se plantó con las variedades garnacha blanca (que se utiliza para el Miguel Merino Blanco), garnacha tinta y tempranillo. Y, según los archivos de la época, se hizo sobre un portainjertos Rupestris de Lot, lo que fue un acierto por las características del suelo y por su gran afinidad con la garnacha.

Y de esta finca y de esas viejas cepas surge este vino, La Loma 2015. Como nos cuentan desde la propia bodega, «en 2015 elaboramos por separado las uvas tintas de La Loma por primera vez. La vendimia, a mano y en pequeñas cajas, fue de 4.700 kgs (lo que supone un rendimiento de 3.350 kgs/ha). Tras la fermentación, el vino pasó a 14 barricas de roble francés (mitad nuevas, mitad de segundo uso), donde de forma espontánea realizó la fermentación maloláctica. En total, el vino estuvo 15 meses en barrica. Antes del embotellado decidimos separar 4 barricas de una misma tonelería que no se adaptaban al estilo que buscábamos, por lo que sólo embotellamos 2.812 unidades de nuestro primer La Loma«.

Menos de 3.000 botellas de un vino espectacular, acogido a la D.O. Ca. Rioja, que desde luego es muy recomendable. Así nos lo describe el propio Miguel Merino: «Es muy sutil y delicado en nariz (muy floral, con toques de pétalos de rosa), pero con mucho volumen y estructura en boca (esto se debe a las arcillas férricas que componen en parte el suelo del viñedo de La Loma). Así pues, yo destacaría una nariz muy fresca y delicada, con toques florales (pétalos de rosa) y frutos rojos (grosellas), con un fondo mineral (granito, pedernal) y toques de cacaos y café que le aportan bastante profundidad. Y una boca con mucho volumen y taninos muy pulidos, aterciopelados, con una acidez muy compensada y toques de barrica discretos que acompañan y no oscurecen la fruta. Al final lo que hemos intentado en este vino, desde el trabajo en la viña hasta el embotellado, pasando por la fermentación y la crianza, es respetar la delicadeza de esta viña plantada en 1946. Bueno… y sólo hacemos 2.812 botellas» .El PVP aproximado es de 40 euros y el grado alcohólico es del 14 %.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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