Nazario: La vida cotidiana del dibujante underground

Nazario Luque Vera, de nombre artístico Nazario, llegó a Barcelona procedente de Sevilla en 1972 con un trabajo de maestro bajo el brazo y el firme propósito de dejarlo en cuanto pudiese ganarse la vida dibujando cómics. No tardó en abandonar el colegio, pero lo de vivir de los tebeos resultó un poco más complicado. Y eso que uno de los que le ayudó en aquellos primeros 70 fui yo mismo, que con Javier Rodríguez de Fonseca establecimos contacto con toda aquella pandilla de locos radicados en Barcelona, les visitamos en su mítica casa de la calle Comercio, cerca de la Estación de Francia, en una época donde el Borne y todo el barrio nada tiene que ver con el actual. Y si le vendimos sus tebeos en Madrid, a la entrada de los conciertos, donde en una de las ocasiones nos presentó a Ceesepe, cuyos Vicios Modernos, dibujos basados en fotos previas de Alberto G. Alix, luego editaríamos en La Banda de Moebius. Conocimos la habitación pintada de azul y rosa donde recalaba Nazario por entonces, y toda la pandilla de dibujantes y adláteres como Picarol, Onliyú, con los que mucho tiempo estuvimos en contacto, y todos los de El Jueves, El Víbora y todas aquellas revistas y fanzines de la época.

Un día, vendiendo por las Ramblas a la vuelta de París copias de mi poema «Dormido pintó un sueño» a cinco pesetas para comer bocatas, poema troquelado en forma de nube que había patrocinado la librería Mafalda, nos dijeron algunos de estos luego famosos dibujantes con los que nos topamos que no fuéramos a la calle Comercio a dormir, porque había ido la policía la noche anterior. Al poco, afortunadamente, encontré a un compañero de colegio de Las Palmas que me reconoció y nos dejó dormir en su casa, donde repusimos fuerzas después de unos días en auto-stop desde París, y conseguimos en unos días más, tras una interminable parada donde nos alimentamos de peras y melocotones en Fraga (Aragón) llegar a casa de nuestros respectivos padres en Madrid, ya que en el último tramo solo degustamos ramitas de anís. Era en septiembre de 1975…

Bueno, me he enrollado contándoles un retazo de mi vida que quizás pueda sorprenderles, pero siguiendo con Nazario les diré que en aquella época, el entonces joven dibujante vivió en primera persona la Barcelona libertaria, contracultural y canalla de los últimos años del franquismo y los primeros de la transición: hippies, pisos compartidos, comunas, homosexualidad vivida sin complejos, chulos, tríos, garitos y tugurios, porros, ácidos, litros de alcohol y, sobre todo, aires de libertad. Nazario empezó a publicar sus cómics abiertamente gays en el fanzine El Rrollo Enmascarado; también en Star y El Víbora, y en la revista francesa Zinc. Era el momento álgido del underground, y el autor rememora sus encuentros, amistades y amores con variopintos personajes de aquellos años: Ocaña, Camilo, Alejandro la Tremenda, Mariscal, Barceló, Montesol, Pepichek, Onliyú, Pau Maragall, Marta Sentís, Manolito el Loco, Alberto Cardín, Carme, Ana Seró, Eduardo Haro Ibars

Recuerdo ver a Nazario en el puesto de El Rrollo Enmascarado en Canet Rock en julio de 1975: iba con traje largo de señora y nos presentó a Mariscal. Luego vinieron todos a Madrid, incluido Ocaña y Gilbert Shelton y su mujer (el de los Freak Brothers, que se quedó con su mujer a dormir en mi casa de la calle del Limón. Recuerdo que fue cuando la dimisión de Adolfo Suárez el 29 de enero de 1981, que vimos en un bar de la Plaza de San Pol de Mar, al lado del cine donde hicieron un acto de presentación… ¡Qué tiempos!

Así que si les interesa conocer o rememorar esos tiempos lejanos, tienen ahora ocasión con este libro, en donde también salen unas cuantas fotos de interés documnetal. Son estas unas memorias escritas a corazón abierto, que hablan de juveniles exploraciones de nuevos territorios, de juergas legendarias, imaginación desbordante, transgresiones y provocaciones, pero también de hambre, de penurias y de picaresca. Y del lado oscuro: alcoholismo, enfermedades venéreas, sobredosis, psiquiátricos y la aparición del sida. Un testimonio valiosísimo de un momento irrepetible y de una Barcelona creativa, caradura y desmadrada que desapareció con el olimpismo, el diseño y el apoltronamiento. Un libro repleto de anécdotas jugosas, como la de aquella ilustración suya que acabó en la carátula de Take No Prisoners de Lou Reed sin que Nazario viera un duro ni se le reconociese la autoría. Pero sí le reconocen los que firman estas citas que trascribimos:

«Artista inclasificable, rupturista y transgresor, dibujante, guionista de sus propias historietas, fotógrafo y pintor, Nazario, homosexual y artísticamente revolucionario como Caravaggio, implacable, sadomasoquista y subversivo como el marqués de Sade, nunca ha dejado de provocar irritación» (Alfred Rexach, La Vanguardia).

«Toda una institución del cómic español» (Diario de Barcelona).

«Con sus divinas transgresiones, Nazario y Ocaña fueron las verdaderas reinas de la transición» (Pau Riba).

«Con Nazario la fiesta está siempre asegurada» (Joan de Sagarra).

A modo de resumen, sepan que Nazario (Castilleja del Campo, Sevilla, 1944) es uno de los pioneros del cómic underground español, uno de los mejores retratistas de los bajos fondos de Barcelona y un destacado pintor, escritor y fotógrafo. Entre sus obras sobresalen La Piraña Divina, San Reprimonio y las Pirañas, Anarcoma, Turandot, Alí Babá y los 40 maricones, Mujeres raras y Plaza Real Safari. Y claro, La vida cotidiana del dibujante underground

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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