Ensalada de canónigos purpurados 2.0

Una de las últimas veces que preparé esta ensalada, y me he acordado ahora con la conferencia episcopal, introduje unos pequeños cambios con respecto a la primera versión, que quería comentarles por si les parece que mejora. Es una receta muy sencilla, pero divertida, que se me ocurrió un día de esos que te pones a hacer algo rápido pero que sea diferente y quería dársela a conocer a ver qué les parece.

Para empezar, confesaré, como dije en la primera versión, que siempre me han gustado mucho los canónigos (me refiero a esa hierba parecida al berro, no es que me vayan los tíos en sotana, si acaso algún monaguillo) y que interesado por el origen del nombre descubrí que se llamaron hierbas de canónigos porque crecían en los huertos de conventos y rectorías, ya que, aunque se pueden cultivar y hoy día se hace en profusión, también crecen espontáneamente en zonas húmedas (con el riesgo que a veces esto puede provocar, sobre todo si no se lavan muy bien).

Su sabor recuerda al de las nueces, por lo que combinan muy bien con quesos azules o secos fuertes, y su olor es ligeramente ácido. Se emplea en ensaladas, por lo común en mezcla con otras hortalizas, acompañando bien a los espárragos, remolacha, apio-nabo, champiñón, col, judía verde, nuez, manzana, uva, tomate, etc. Y como verán, también a las frutas. Recuerde que se debe siempre aliñar en el último momento para que no pierdan frescura y no se estropee su bonito aspecto, tampoco hay que revolverlos a lo loco, sino respetar su bonita presencia, distinguida como la de un padre prior.

La ensalada que les propongo, en su versión 2.0, consiste igualmente en poco más que en unos canónigos aliñados, y como decía arriba, poniendo el aliño en el último momento. Para preparar el líquido, la salsa, con que se bañarán finalmente los canónigos (al principio llamé al plato «baño de canónigos» pero me gusta más lo de purpurados) debe mezclarse, para un sobre grande de canónigos ya lavados, lo siguiente:

– el zumo de una mandarina
– el zumo de media granada
– el zumo de medio pomelo
– agua de tomate (el líquido casi traslúcido que sale al abrir un tomate) o un poco del primer zumo de un par de tomates naturales sin pepitas, pero solo exprimido y colado, sin batirlo, el resto le sirve batiéndolo para preparar un Bloody Mary, por ejemplo)
– Unas gotas de limón
– Medio vasito o un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra de primera
– Un chorro de vinagre (si es aromatizado con frutas, como fresas o melocotón, mejor)
– Sal (yo pongo sal del Himalaya, que es rosa)
– Un poco de pimienta rosa en granos apretados con los dedos para espolvorearlas en el último momento

Una vez revuelto bien todos estos ingredientes se le añade media cebolleta o mejor un trozo de cebolla morada (hace que el sabor sea más fuerte, por lo que le recomiendo que la use con precaución hasta obtener el punto que le guste) y se pasa por la mimipimer y si quiere luego por el chino.

Una vez obtenido este aliño se echa en el recipiente un puñado generoso de cerezas deshidratadas, o también de arándanos igualmente deshidratados y se deja reposar (mejor unas horas, aunque no es imprescindible) en la parte baja de la nevera. Las cerezas (o los arándanos)se hidratarán y darán aún más color al aliño que debe salir de color púrpura, claro.

En el momento de tomarlas se colocan los canónigos en la ensaladera y se les rocía con el aliño, revolviendo con suavidad para que las hojas verdes queden bonitas. Espero que les guste, y esta vez sí que puedo incluir un par de fotos cosa que no hice en la versión 1.0 porque fue después de que nos comiéramos la ensalada cuando pensé que era buena idea incluirla aquí y abrir esta sección con «mis recetas» propias. ¿Se anima a aportar la suya?

Para ver la primera receta, pinche aquí.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

Juan Luis Recio

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