La combinación no puede ser más atractiva. Uno de los mejores whiskies del mundo de la mano del maestro pastelero Josep Armenteros se convierte en un postre exquisito. les contaré la historia.
El caso es que, considerado por muchos como objeto de culto, el reconocido whisky Ardbeg es el punto y final del dulce que Josep Armenteros, jefe de pastelería del restaurante Can Gaig, ha seleccionado para su postre que responde al nombre de «Piña y Vainilla por un Tubo y Ardbeg«.
La fusión de la calidez de la vainilla, con la piña caramelizada y los tostados de mantequilla de la galleta troceada, hacen que al flambear el postre con Ardbeg se potencien los aromas y el gusto frente al cliente, que empieza a salivar con solo ver el ritual.
La historia de esta emblemática destilería así como la personalidad de este inimitable whisky hicieron de su elección la mejor alternativa. Tal y como explica el propio Josep Armenteros: “Me encanta trabajar con flambeados para que el servicio de sala en el restaurante sea más divertido a la vez que se recupera la técnica frente al cliente. Había utilizado otros licores pero nunca whisky, con ayuda de los somelieres del restaurante, exponiéndoles el postre que quería elaborar, me recomendaron sin duda un whisky que tuviera notas ahumadas. Ardbeg 10 años era el whisky perfecto gracias a sus notas ahumadas, la turba, su cítrico-mentolado e incluso la pimienta, y hacía de nuestro postre un círculo redondo”. 
En resumen, toda una delicia para el paladar con el inconfundible sabor de Ardbeg, whisky idolatrado en todo el mundo como el más ahumado y complejo Ardbeg Ten Years Old es el malta por excelencia. Se embotella en frío sin filtrar y envejece en barriles de roble durante diez años, conservando al máximo su sabor y dando lugar a un whisky con cuerpo y profundidad. Este dulce postre para los amantes de Ardbeg y de la buena cocina se presenta como la mejor opción para clausurar un festín gastronómico en uno de los restaurantes más prestigiosos de Barcelona, el Can Gaig (c/Aragó 214, Barcelona) a un PVP de 11,50 €.
Ardbeg se posiciona frente al resto de whiskies como un soplo de aire fresco y de renovado clasicismo. Su proceso de elaboración, fuertemente influido por el entorno de la destilería –situada en la isla de Islay– emplea métodos tradicionales y deja que el oro líquido madure de manera natural durante al menos diez años junto al mar, impregnándose de los aromas que el fuerte viento oceánico trae consigo.
Ardbeg es el único whisky del mundo que ha sido elegido tres veces consecutivas como el mejor whisky del mundo por la afamada Whisky Bible de Jim Murray. Delicado y complejo, se dice de él que es «como antiguamente solía ser el whisky». Michael Jackson, reputado crítico especializado en whisky, escribe: «Es la terrosidad de Ardbeg, sus regustos de humo de turba, de hogueras de ramas verdes y de brea, lo que lo sitúa como el más tradicional de los whiskies isleños».
