La del 6 de septiembre de 2000, a las ocho de la mañana, es una fecha que nunca olvidaré, ya que sucedió algo extraordinario e irrepetible, constituyéndose esa fecha en uno de los momentos más importantes de mi vida. Tras haber desayunado y sentado solo en la cocina, encendí un cigarrillo, uno más, tras los cientos de miles que habría fumado en los últimos treinta años.

La única diferencia, lo que confiere a ese momento un carácter extraordinario, es que ese cigarrillo fue el último de mi vida. Desde entonces, no he vuelto a fumar nunca más, ni cigarrillos, ni puros ni pipas ni porros ni hierbas sin nicotina. Y todo gracias a un señor que un día se planteó por qué era tan difícil dejar de fumar: Allen Carr. Su libro “Dejar de fumar es fácil si sabes cómo”, ayuda, con su sola lectura, a dejar de modo radical y definitivo el hábito del tabaquismo. No hay ningún método infalible, hay otros sistemas que servirán a otros a cumplir ese objetivo, pero quería hoy compartir con todos ustedes este para mí gran momento, mi último cigarrillo sobre la tierra. A medias, recuerdo, apagué el cigarrillo, porque aún sabiendo que era el último, me asqueaba terminar su consumo.

Así, que, en vez de un pelotón de fusilamiento, después de ese último cigarrillo me esperaba una vida más plena, un sentido más positivo de la vida, unas ganas de vivir extraordinarias y una sensación de poder personal grata y creciente. Dejar de fumar, desde luego, es una buena opción para disfrutar más de la vida. Si aún es adicto, ¡anímese a dejarlo! Lo agradecerá.

Tras escribir este libro, Allen Carr descubrió que en el caso de las mujeres el proceso no es exactamente igual, en la mayoría de los casos, por lo que escribió un libro específico para ellas (un poco más larga, pero igualmente ameno). También ha escrito un libro para explicar a los padres que «es fácil que tus hijos dejen de fumar, si sabes cómo».

Este artículo es casi igual que el escribí aquí mismo hace siete años, con la única diferencia es que entonces llevaba así cinco años y ahora llevo doce, por lo que estoy más que contento.

La mala noticia es que Allen Carr murió, como reseñé también en su día y pueden leer pinchando aquí.