Pero, ¿hacer huelga es cosa de vagos?

¿Hacer huelga o no hacer huelga? ¿Y qué tal tirar por la calle de en medio? Por ejemplo, recuperar este post sobre el trabajo y la vagancia, y ver qué piensan ustedes. Trabajar hoy, pero poco…

En fin, decía Enrique Jardiel Poncela que “cuando el trabajo no constituye una diversión, hay que trabajar lo indecible para divertirse”, dando a entender que hay que disfrutar del tiempo de trabajo, como lo hacía él al escribir sus populares, divertidas e inteligentes comedias. Aunque no nos dediquemos al humor, es bueno disfrutar del tiempo de trabajo, pero no tanto hacer de él el único punto de interés de nuestra vida, ya que en este proceso podemos hasta llegar a enfermar, convertirnos en un adicto al trabajo. ¿Es este nuestro caso? ¿Trabajamos más de la cuenta, descuidando otras facetas de nuestra vida, o, por el contrario, no damos palo al agua, siendo candidatos a convertirnos en Presidentes del Club de Vagos y Maleantes de nuestro barrio?

Un camino entre el trabajo y la pereza. No deja de ser paradójico que un libro que proclama trabajar lo menos posible, como es el caso de El derecho a la pereza, haya sido escrito por Paul Lafargue, yerno de Karl Marx, acérrimo defensor del trabajo frente a la explotación del capital. En esta obra de 1880, denunciando las largas jornadas de trabajo que se exigía a los obreros en aquella época, Lafargue trata de convencer a los patronos que jornadas más cortas, como las que ya eran ley en Inglaterra (diez horas como máximo), no disminuían la productividad sino que la aumentaban, ya que un obrero menos cansado trabaja mejor. Aboga por una jornada laboral de tres horas diarias e insta a los empresarios a transformar a sus empleados en consumidores de los bienes que producen. Lejos de propugnar el derecho al trabajo, Lafargue defiende el derecho al ocio, al tiempo libre, en fin, el derecho a la pereza. Pronostica el autor que la revolución industrial irá reduciendo de modo paulatino la necesidad de mano de obra, con lo que habrá que trabajar menos para repartir el menor volumen de trabajo disponible. ¿Era Lafargue un profeta, al tratar de encontrar un camino entre el trabajo y la pereza que satisficiera a toda la sociedad?

Aunque algunas de las predicciones de Lafargue sean acertadas, no supo ver el surgimiento de auténticos acaparadores de trabajo, de personas que centrarían toda su vida en el desempeño de su actividad profesional, descuidando las restantes facetas de su vida, de modo tal que incluso podrían llegar a destruirse a ellos mismos y perjudicar a sus seres queridos. Era difícil ver entonces, cuando la lucha obrera iba encaminada a la reducción de una muy excesiva jornada laboral, el surgimiento de esta nueva especie, los adictos al trabajo, denominados internacionalmente como workaholic, en feliz expresión acuñada por el clérigo y psicólogo norteamericano Oates, que vendría a significar “alcohólicos del trabajo”, adictos que sustituyen la bebida por el trabajo incesante como enfermizo objeto de culto.

De todas formas, las personas adictas al trabajo, si no llegan a grados extremos, disfrutan de algunos valores positivos, ya que se divierten con lo que hacen, son capaces de establecer con claridad sus metas y suelen tener un buen desempeño profesional. Pese a ello, su adicción al trabajo les termina llevando a perjudicarse en su calidad de vida, incluso físicamente, padeciendo de irritabilidad, úlceras gástricas, cansancio injustificado y enfermedades coronarias.

Retrato-robot del adicto. Pero ¿cómo es el prototipo de adicto al trabajo? En principio, la sociedad entera está encauzada en la actualidad hacia la adicción al trabajo, al menos en los países más desarrollados. Tanto norteamericanos como europeos consideran en su mayoría que el trabajo es lo más importante en su vida, mucho más que el tiempo libre y de ocio. Pese a ello, actualmente se estima que el ochenta por ciento de los enfermos por adicción al trabajo son hombres, frente a un veinte por ciento de mujeres. Conforme aumente el número de mujeres en puestos de responsabilidad, la participación femenina en esta nueva patología, lógicamente, también se irá incrementando.

En estos momentos, sin embargo, el retrato robot del adicto al trabajo sería un hombre, de 35 a 40 años de edad, de clase media alta, profesional liberal con un puesto de responsabilidad y alta categoría profesional. Podría ser médico, abogado, hombre de negocios, economista, alto ejecutivo… Ello no implica que cualquier otro, en cualquier posición laboral y en cualquier grupo de edad, padezca igualmente de esta patología.

Consejos para no caer en la adicción. Para evitar convertirse en un adicto al trabajo, nada mejor que utilizar algunas medidas preventivas, entre las cuales cabe destacar las siguientes:

· Liberarse del miedo al fracaso, del temor al aburrimiento, del exceso de ambición.

· No someterse a la tiranía del reloj, a vivir la vida con una forzada aceleración.

· Hacer ejercicio físico de modo frecuente.

· Cuidar los aspectos corporales y disfrutar de las sensaciones, no vivir solo pendiente del cerebro.

· Tratar de disfrutar de la vida, divertirse, estar con niños pequeños, jugar, reírse, ir al cine.

· Decir que no, cuando sea necesario, sin temor ni remordimiento.

· Mantener un buen nivel de contacto y una relación frecuente con nuestro entorno social (pareja, hijos, familiares y amigos). Saber encontrar tiempo para todos.

· Charlar, aprender a oír a los demás.

Si practica estos consejos, conseguirá divertirse cuando trabaja, pero también en el resto de las actividades que convertirán su vida en una experiencia compleja e inigualable. Nadie podrá decir que es usted un vago, pero tampoco que es un enfermo del trabajo, alguien que como decía Jardiel “necesita trabajar lo indecible”, ya que ello implica la más absoluta ausencia de diversión, hecho por supuesto, nada recomendable.

LIBROS PARA VENCER LA ADICCIÓN AL TRABAJO O PARA NO CAER EN ELLA.

· La adicción al trabajo. Una dependencia “respetable”, de Barbara Killinger (Ediciones Paidós Ibérica, 1993): esta psicóloga clínica canadiense presenta en su obra un completo tratado sobre la adicción al trabajo, describiendo la personalidad del adicto, las claves de su adicción y, sobre todo, el camino de la recuperación, aconsejando de modo práctico el sistema más adecuado para llevar un estilo de vida más saludable tanto en el entorno laboral como en el seno del hogar. Útil por igual para los aquejados de la adicción al trabajo como para sus familiares.

· Simplifica tu vida en el trabajo, de Elaine St. James (Ediciones Oniro, 2001): la autora de toda una serie de libros de ayuda para la simplificación de la vida, que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, entra aquí en el ámbito laboral, explicando un sistema para cambiar la forma de trabajar y de pensar en el trabajo, de manera tal que se disponga de mayor tiempo libre. Enseña a ser más productivo y eficaz dedicando menos tiempo al trabajo. ¿Una contradicción o, más bien, una posibilidad de poner un poco de sensatez en nuestra vida?

· De Pepsi a Apple, de John Sculley (Ediciones B., 1988): ¿”Quieres pasarte el resto de tu vida vendiendo agua azucarada o quieres aprovechar una oportunidad para cambiar el mundo?”, le espetó Steve Jobs, el creador de la empresa informática Apple a John Sculley, alto ejecutivo de Pepsi Cola. Tan en serio se tomó Sculley la pregunta que dejó su empresa y se metió de lleno en Apple, trabajando sin parar hasta lograr incluso que Jobs abandonara la compañía. Después Steve volvió y presentó al poco un revolucionario ordenador iMAC con pantalla plana y carcasa de titanio semiesférica, y Sculley se ha ido ya de Apple, pero esa parte no se cuenta en el libro… ¿Se trata de dos adictos al trabajo y a la empresa o de visionarios que contribuyen a que todos tengamos un futuro mejor? Descúbralo por usted mismo.

EL PADRE DE LA ADICCIÓN AL TRABAJO.

La adicción al trabajo, en su terminología anglosajona “workaholism”, es un término muy moderno, acuñado originalmente por un clérigo estadounidense y profesor de psicología de la religión, nacido el día de San Juan de 1917 en Carolina del Sur y fallecido hace poco más de dos años: el Dr. Wayne E. Oates.

Aunque se suele dar la fecha de 1971 como la de nacimiento de esta expresión, que une las palabras inglesas “trabajo” y “alcoholismo”, dado que en dicho año Oates publicó su obra “Confesiones de un adicto al trabajo”, la primera vez que Oates dio a conocer esta palabra fue en un artículo en la revista Pastoral Psychology que data de 1968. En este artículo, titulado “Siendo un adicto al trabajo (una broma muy seria)”, Oates cuenta su propia experiencia, su progresiva adicción a la actividad laboral y los problemas que acaba acarreando, llevando en la práctica a la destrucción del adicto, si no se sabe poner remedio al problema. Oates ha dejado una ingente obra, donde mezcla la psicología con cuestiones religiosas, y un Instituto que lleva su nombre, que centra sus esfuerzos en mejorar la espiritualidad, la salud y el diálogo. Si quiere más información, visite la página web www.oates.org.

LA ADICCIÓN AL TRABAJO A LO LARGO DE LA HISTORIA.

Los esclavos que acarrearon las piedras para construir las pirámides de Egipto o los condenados a galeras que movían los barcos cargados de productos a lo largo y ancho del mundo no serían seguramente adictos al trabajo. Pero algunos ilustres personajes parecen disponer de estas características. Observe como muestra los siguientes ejemplos:

· El sultán Saladino era incapaz de estar sentado: si no tenía nada mejor que hacer se dedicaba a cocinar postres o atender a sus mascotas, ya que no concebía estar sin hacer nada.

· Algo parecido le sucedía a Suleimán el Magnífico, quien con tal de no estar inactivo, dedicaba el tiempo que le dejaban sus guerras y actividades diplomáticas y legislativas, a hacer obras de orfebrería, escribir poemas, cocinar o cuidar de su inmenso jardín.

· Pedro I de Rusia gustaba de cambiar con frecuencia de oficio, simultaneando su cargo de Zar de todas las Rusias con actividades como aprendiz de carpintero, dentista, constructor de barcos y estratega militar.

· Catalina II de Rusia tenía la costumbre de levantarse a las cinco de la mañana para comenzar a despachar documentos.

· El monarca portugués Pedro I El Severo gastaba su tiempo libre en ir de incógnito a los juzgados para verificar la correcta impartición de la justicia.

· Leonardo da Vinci solo dormía un par de horas al día para aprovechar más el tiempo.

· Mendeleiev, el científico ruso, parece que logró cuadrar la tabla periódica de los elementos mientras estaba durmiendo, hecho muy frecuente entre las personas creativas.

· Aunque dicen que a Newton se le ocurrió la ley de la gravedad viendo caer una manzana de un árbol mientras descansaba, no se debe olvidar que en aquel momento su cerebro seguía trabajando.

· Cuentan de Napoleón que solo dormía a ratos durante el día, estando entre cabezada y cabezada en una continua actividad.

· Sus tropas afirmaban que el general Patton dormía siempre de pie para no perder el tiempo. Esto es frecuente en el ejército: mi padre me confesó que dormía a veces de pie en las guardias cuando estuvo en Rusia con la División Azul.

· Otros renombrados adictos al trabajo fueron Juan Sebastián Bach, Thomas Alva Edison, los esposos Curie, Henry Ford, Luis Pasteur y Albert Einstein.

PISTAS PARA SABER SI SE ES UN ADICTO.

Según defiende la psicóloga Barbara Killinger, estas son las pistas principales para saber si una persona tiene tendencia a ser adicta al trabajo o si ya es un workaholic. Lógicamente es la intensidad en la defensa de estos factores y la influencia negativa en la vida personal, familiar y social las que deben desatar la voz de alarma. En caso de duda, debe consultarse con un especialista:

· Considerar que el trabajo es muy importante.

· Querer que las cosas sean “perfectas”.

· Tener tendencia a verlo todo blanco o negro, sin puntos intermedios.

· Querer siempre tener la razón.

· Ser excesivamente crítico con los propios errores.

· Tener miedo al fracaso.

· Derrochar una gran energía cotidianamente.

· Sentirse culpable cuando no se hace nada.

· Pensar que uno es diferente a los demás.

· Tener el tiempo excesivamente organizado, sin margen para la improvisación.

· No tomar casi nunca vacaciones.

· Trabajar con frecuencia los fines de semana o al llegar a casa por la noche.

· Mantener contactos innecesarios con la oficina cuando se está de vacaciones.

· No hacer caso o no recordar lo que le dicen los demás en el trabajo.

· Olvidar las celebraciones familiares, fiestas y aniversarios.

· Enfadarse con frecuencia, sobre todo si le interrumpen en el trabajo.

TEST: ¿ES USTED REALMENTE UN ADICTO AL TRABAJO?

Según manifiestan los expertos en el tema, los adictos al trabajo no se reconocen a sí mismos como tales, de modo similar a lo que suele ocurrir, en sus fases iniciales, en el caso de cualquier adición, ya sea a productos (como la heroína o el alcohol), ya se trate de adicción a comportamientos (como en el caso de la ludopatía). Es difícil que alguien reconozca que no es realmente dueño de sus actos, pero ciertas pautas de su actitud en relación con el trabajo le pueden dar una idea de hacia donde se inclina más en estos momentos. Con ayuda de este test podrá descubrir si va usted camino de convertirse en un adicto al trabajo, o si por el contrario, tiende de un modo exagerado a ejercer su “derecho a la pereza”. Aunque su modo de pensar no se adecue estrictamente a las respuestas ofrecidas, elija siempre una opción, la respuesta que más se aproxime a su opinión.

1. Suponga que su horario laboral concluye a las seis de la tarde y que son las seis menos cuarto.¿Cómo vive esos momentos previos a que concluya su jornada laboral?

a) Se me hace interminable el último cuarto de hora. Ya no me apetece ni terminar el crucigrama.

b) Termino de organizar los papeles que me tengo que llevar a casa y me preocupa la cara que me pondrá mi pareja cuando me vea con el maletín.

c) Aprovecho el rato de trabajo que me queda para concluir la faena y me alegro al saber que voy a llegar pronto a casa y a disfrutar de la compañía de los míos.

2. ¿Cómo suele distribuir su tiempo durante el fin de semana?

a) Si no tengo reuniones de trabajo, redacto informes, repaso documentos y mando E mails a clientes y compañeros de trabajo acerca de los temas pendientes.

b) Intento quedar con familiares y amigos, jugar con los niños, ir al cine, leer un poco y practicar algo de deporte o ir al campo. Solo trabajo en fin de semana alguna vez, cuando no me queda más remedio.

c) Me quedo en la cama casi todo el tiempo y con la tele encendida. Pido una pizza por teléfono.

3. ¿Cuántas personas de su ámbito laboral le suelen llamar por teléfono a casa fuera del horario de trabajo?

a) Nadie. Mi número de teléfono es el secreto mejor guardado.

b) Todo el mundo sabe que me puede llamar a casa en cualquier momento y para cualquier cosa. Ya pongo el número en mi tarjeta de visita de la empresa.

c) No es frecuente que me llamen, pero disponen de mi número algunas personas de confianza, que lo usan solo en situaciones excepcionales.

4. ¿Cree usted que trabaja demasiado?

a) Intento ajustarme al horario laboral, pero a veces trabajo más de la cuenta, lo que compenso con más tiempo libre cuando tengo menos trabajo.

b) Sí. Para lo que me pagan, cualquier cosa es demasiado.

c) Diez horas diarias y algunos ratos en el tiempo libre no es demasiado en este mundo tan competitivo en el que vivimos.

5. ¿Se produce tensión en su lugar de trabajo por su causa, por la actitud que mantiene con relación a los temas laborales, reuniones, etc.?

a) La verdad es que hay que discutir con frecuencia. Hay mucho vago que no está dispuesto a tener una reunión de tres horas que empiece a las seis de la tarde.

b) Con frecuencia me reclaman que termine los temas pendientes. La gente de aquí no tiene paciencia, lo quieren todo al momento.

c) Intento que el clima de trabajo sea bueno y estimulador para todos, y no suele haber tensiones, aunque a veces discutimos por mantener opiniones distintas sobre cómo enfocar los temas.

6. ¿Cómo distribuye el trabajo entre las personas que están bajo su responsabilidad?

a) Asigno a cada uno lo que es de su competencia, intentando llegar a acuerdos conjuntos. Superviso todo lo que me corresponde.

b) Me gusta ser el responsable de todo el trabajo. No me fío de cómo trabajan los demás.

c) Doy todo el trabajo que puedo para que lo hagan los demás.

7. ¿Se toma todos los años el tiempo de vacaciones que le corresponde?

a) Eso es sagrado. Alargo las vacaciones un poco poniéndome “enfermo” el día que me toca incorporarme.

b) Intento disfrutar de las vacaciones, aunque a veces debo acortarlas un poco o partirlas a lo largo del año, según las necesidades de trabajo.

c) Las vacaciones son una pérdida de tiempo. No me gusta estar sin hacer nada, como si fuera un vago. Llamo a la oficina para ver si hay novedades.

8. ¿Cómo considera que es la calidad del trabajo que realiza?

a) Yo trabajo a tope. Es normal que a veces el resultado no sea perfecto.

b) Si encima quieren calidad, que me paguen más primero…

c) Intento hacer mi trabajo lo mejor posible, siempre trato de mejorarlo.

9. ¿Está leyendo algún libro en este momento que no tenga relación con el trabajo?

a) Siempre tengo alguna novela empezada en la mesa de noche.

b) No estoy para perder el tiempo. Mis lecturas tienen que ver casi siempre con temas laborales.

c) Leer mucho es malo para la vista. Prefiero ver la tele.

10. ¿Tiene la sensación de que los demás trabajan menos que usted?

a) ¿Menos todavía?

b) Hay de todo. Veo a gente que parece que trabaja más y otros menos.

c) Sí, no entiendo como hay tanta gente que no da golpe, con todo el trabajo que hay por hacer.

Las respuestas en la página siguiente.

Puntuación: cuente los puntos de cada color que consigue:

1. a) Azul. b) Rojo. c) Verde.
2. a) Rojo. b) Verde. c) Azul.
3. a) Azul. b) Rojo. c) Verde.
4. a) Verde. b) Azul. c) Rojo.
5. a) Rojo. b) Azul. c) Verde.
6. a) Verde. b) Rojo. c) Azul.
7. a) Azul. b) Verde. c) Rojo.
8. a) Rojo. b) Azul. c) Verde.
9. a) Verde. b) Rojo. c) Azul.
10. a) Azul. b) Verde. c) Rojo.

Resultados:

· Mayoría de rojos: Si no es usted un adicto al trabajo, está camino de convertirse en breve en un auténtico workaholic y con más probabilidad cuanto mayor sea su número de respuestas rojas. Si continúa con un comportamiento de esta índole es posible que tenga problemas familiares, con su pareja, sus hijos o amigos, así como que sufra de problemas de salud, vinculados con el stress y con patologías de carácter cardiovascular. Es difícil que se granjee simpatías en el trabajo, y a la larga su relación con los clientes y su volumen de negocio pueden verse igualmente perjudicados. Sosiéguese un poco, distribuya su tiempo y disfrute un poco más de la vida, que es mucho más compleja que el mero desempeño laboral.

· Mayoría de verdes: Aunque alguna vez se cuestione usted si está trabajando demasiado, no es usted realmente un adicto al trabajo, sino una persona trabajadora y responsable, que sabe distinguir entre las diversas facetas complementarias de las que se compone la vida. Continúe en la pauta de sus respuestas verdes y conseguirá mejorar tanto en su desarrollo laboral como en sus relaciones personales. Mantenga también buenas relaciones con sus compañeros de trabajo, y sin bajar la guardia, verá cómo, en términos generales, las cosas le irán bien.

· Mayoría de azules: Cuanto más puntos azules haya cosechado a lo largo del test, mayor será su dejadez en relación con el trabajo. No parece que esté usted debidamente motivado por la actividad que desarrolla, o a lo mejor se deja dominar por la vagancia, hecho que no resulta nada recomendable en una sociedad tan competitiva como en la que vivimos. ¿Le gusta el trabajo que desempeña? ¿Tiene oportunidad de cambiar de puesto o de actividad? En cualquier caso, debe pensar en introducir cambios en su entorno laboral de modo que el trabajo le resulte más agradable y rentabilice las horas que le dedica al día. Si tiene muchos puntos azules, puede que tenga problemas para mantener su puesto, incluso en el caso de que tenga su propio negocio, ya que las cosas así no le irán muy bien. Recapacite: nunca es tarde para cambiar.

· Empate de rojos y verdes: lea los resultados correspondientes a los dos colores. Está usted seguramente en posesión de algunos de los rasgos que caracterizan a los adictos al trabajo y si los potencia podría acabar convertido en un workaholic. Intente modificar las pautas de conducta que más le perjudican en su trabajo y en su vida privada, para mejorar día a día.

· Empate de verdes y azules: lea los resultados correspondientes a los dos colores. Desde luego que no es usted un adicto al trabajo, sino una persona que combina las actitudes emprendedoras con otras más dejadas y acomodaticias, como le sucede a la mayoría. No se deje dominar por la vagancia, mantenga siempre un espíritu competitivo y un esfuerzo continuado y las cosas irán sobre ruedas.

· Empate de rojos y azules: parece combinar rasgos del adicto al trabajo con algunas características propias de personas desganadas y poco estimuladas, lo cual es realmente contradictorio. Dado que no es habitual que se produzca este resultado, quizás se haya equivocado al contar los colores. Si no es así, posiblemente tenga usted una personalidad compleja y puede que conflictiva. Analícese, y busque ayuda si cree que lo precisa, para encontrar el medio de solventar sus problemas internos y mejorar en su actividad laboral y en su vida privada.

· Empate de los tres colores: Cuente de nuevo, ya que habrá dejado alguna pregunta sin responder.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

Juan Luis Recio

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