El Acento

Antonio Florido

Doctor Mario Crocco V

El disco de Crocco

Sensing, ya en su comienzo, señala que «La tabla periódica que clasifica los elementos químicos es una función descriptiva del comportamiento del sistema de interacciones de campo. Muestra, en cierto rango de ordenada variación, un sistema de conservaciones de propiedades químicas, cuya analogía, en regular y periódica dependencia de los pesos atómicos, forma «familias» de elementos análogos. Del mismo modo, las maneras en que la naturaleza puede tornarse no-indiferente a sí misma, o «sentidos», forma familias de caracterizaciones unitestigo análogas, reflejadas en regular dependencia por estados físicoquímicos del tejido cerebral. Estas caracterizaciones unitestigo despliegan, en un ordenado rango de variación de particular dimensionalidad, un conjunto de conservaciones de efectos impulsivos, alicientes (= cualquier atracción, mediada por su carácter concupiscente o placentero), o señalativos — que, además, también varían periódicamente entre sus familias.» Sobre este criterio Crocco compuso su conocido disco.

El disco de Crocco es un diagrama que ubica sobre emocionalidad y sentido todas las sensaciones físicamente posibles. (Por supuesto será siempre provisorio, porque ha de basarse sólo en los datos disponibles de la biósfera terrestre o, a lo sumo, alguna muestra mayor…). Se trata del «mapa» que grafica las posibilidades físicas de los psiquismos para reaccionar entonándose no-estructuralmente. Mientras en la dimensión radial del disco hay un gradiente bimodal de emocionalidad (en la periferia y centro del disco la emocionalidad de una sensación es máxima, y mínima cuanto más lejos se ubique de ellos), todo círculo interno atraviesa modalidades sensoriales (estas son cardinales, no ordinales, aunque por motivos heurísticos Crocco las trata provisionalmente como si fueran continuas, o sea, de carácter ordinal). Las regiones del disco se corresponden entre intramentalidad (las sensaciones suscitadas por cada estado disimilativo del campo noemático) y extramentalidad (esos particulares estados dinámicos del campo noemático) a través de la diferencia entre molaridad y molecularidad de la respectiva acción causal (que explicaré enseguida, después de comentar tanto la semoviencia como la definición objetiva de psiquismo que ofrece Crocco) y no obstante esa diferencia. Debido a esa correspondencia, los conceptos graficados en el disco resultan indispensables para producir el mencionado instrumento de trabajo, consistente en tabular de forma periódica los procesos extramentales que elicitan las diferentes caracterizaciones intramentales.

Semoviencia y definición objetiva de psiquismo

Mientras la evolución europea del positivismo llevó a pretender que la única realidad «real» consiste en nuestras reacciones al mundo (como dije, ese «positivismo» es sólo subjetivismo disfrazado, que para cierta utilidad política permite hacer ciencia siempre que se pretenda que la vida es sueño), en la tradición argentina el positivismo científico destacaba que reconocer por única verdad la realidad no incurre en realismo ingenuo. En esta tradición, el positivismo científico no parte exclusivamente de los hechos sensoriales, sino de lo sensorial juntamente con la acción causal semoviente. Estesia y kinesia, sentir y obrar: no es verdad que la sensación, o la contemplación de las sensaciones, sea el único elemento fundamental del pensar e inteligir propios de cada psiquismo. Por eso tampoco es verdad que el ajuste epistémico que observa la biología pudiera provenir sólo del papel constrictor de las exigencias físicas sobre las concepciones del entorno. La semoviencia –los hechos de eficaz transformación conativa de la conducta y la atención propias– es otro elemento fundamental del pensar e inteligir; y, en tanto acción, su categoría en la naturaleza es disímil a la de las reacciones entonativas o sensoriales.
Debido a eso, la discriminación entre la propia originación de series causales optativas y la continuación en el hiato hilozoico de series causales nómicas o regulares, inoptativas – es decir, la discriminación entre la acción semoviente con eventuales efectos sobre el medio, continuados en alguna serie causal carente de aquella opción (por ejemplo, el intrapsíquico arranque semoviente de arrojar una bola, que nómicamente derribará botellas), y este último tipo de series causales puramente continuadoras (como el obediente cambio cerebral y el consecuente moverse del resto del cuerpo, seguido del proyectarse de la bola y del derribarse las botellas entre sí)– motoriza el desarrollo cognoscitivo. Así lo hace al permitir, al semoviente sintiente, comprender tanto las acciones voluntarias ajenas como la estructura causal interior al ambiente, base física de las referencias aptas a él.

Esa discriminación es fuente y origen de la impresión de causalidad. Por eso los psiquismos conocen adecuadamente el medio obrando semovientemente sobre él. Semoviencia y sensaciones, que como enseña Crocco son acciones y reacciones físicas de los psiquismos, motorizan el desarrollo cognoscitivo al permitir discriminar lo causal-eficiente en la acción propia y en series causales ajenas. Es el interjuego que el peso cultural ocultó a Newton y Hume. Con este desarrollo cognoscitivo, cuyas series o secuencias se presentan desagregadas (o sueltas –una secuencia de desarrollo por cada psiquismo– de modo que entre sí se revelan opacas en lo gnoseológico, plurales en lo óntico), las grandes líneas de algunas novedades de la transformación causal-eficiente de la naturaleza se presentan también como enriquecimiento experiencial disjunto. Los psiquismos son muchos, el hiato hilozoico hasta ahora parece uno solo. Debido a ir construyendo esa comprensión de la causalidad no propia, la semoviencia permite transformar las sensaciones (reacciones físicas subjetivas de entonación, de cada psiquismo) en percepciones (sensaciones reconocidas como objeto de algún esquema de acciones posibles coordinadas) y apercepciones (percepciones reconocidas operativamente, en el sistema total de posibles esquemas semovientes) – y, así, comprender la textura causal interna del medio que lo contiene a uno mismo, a otros semovientes, y a innúmeras series causal-eficientes que en esta escala son meramente continuativas.

La semoviencia o causación semoviente, por consiguiente, no es sólo el denotado de un término teórico, referido a los demás organismos semovientes (los demás humanos… aquel cornúpeto… este can) así como al instrumento causativo-intencional que hizo posible el ajuste epistémico logrado durante la evolución biológica por esos organismos. Es mucho más que eso. La causación semoviente es ante todo un hecho bruto no inferencial, constitutivo tanto del observador describiente como de los observadores descriptos u observados —otros simismos: oquedades escotomizadas en la pseudounificación de la física que excluía las semoviencias sintientes. De tal modo, el crecimiento intelectual del observador, su desarrollo cognoscitivo, madurado como sistema equilibrable de esquemas coordinables de tipos de operaciones semovientes de tanteo de las cosas (à la Piaget, pero por su formación kantiana el muy observador Piaget no podía inferir la extramentalidad de la eficiencia causal), permite descubrir «the Cement of the Universe»: las causas y efectos de esas cosas, por fuera de sus aspectos sensibles.

Y, porque a la semoviencia no se la halla sólo inductivamente en la repetición de los hechos de experiencia, en lo sermocinal la semoviencia justifica la inducción, sin circularidad. Legítimamente puede pasar, de unos cuantos casos a todos, quien comprende la causación eficiente que los genera; y no hace metafísica quien afirma que la fuerza es causa de cambio. No todo es teoría. Al brindar conocimiento de la causalidad en las cosas como la misma realidad que el agente observador pone en ejercicio (esta identidad es también el corazón de la «gran síntesis monista que acomoda una interpretación dualista» que, en los trabajos argentinos que nos ocupan, destacaba el ilustre pensador Helmut Wautischer, profesor de la universidad estatal de California y de la de Klagenfurt en Austria9) la semoviencia constituye el término medio o «cemento» lógico que vincula las alusiones lingüísticas en que se habla de algunos, con aquellas alusiones lingüísticas en las que se habla de todos. Por eso, y a pesar de la insistencia, machacona y marrullera, con que el pensamiento «único» aun en nuestros días clama imposible definir objetivamente a los psiquismos (de modo que habría que quedarse en la ambigüedad, y no brindar recursos para investigarlos a las ciencias objetivas, sino sólo a la palabrería de aquel pensamiento «único»…), Crocco aportó en 1971 el concepto y la definición objetiva de los psiquismos o existencialidades («aquellas realidades que se transforman sólo sobre una selección de sus antecedentes respectivos, no necesariamente sobre todos ellos»), explicando cómo el conocerse evidenciado en esa selección permite a las agencias percipientes determinar conductas en ausencia de instrucciones definibles, es decir, transformar accidentes en oportunidades –limitación, esta, insuperable para máquinas de Turing.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos-pdf5/algunos-aportes-mario-crocco-neurobiologia-y-psicofisica/algunos-aportes-mario-crocco-neurobiologia-y-psicofisica2.shtml#ixzz4b1ERf8lD
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Autor

Antonio Florido

Antonio Florido nació en Carmona (España), en 1965. Estudió Mecánica, Ingeniería Industrial y Ciencias Políticas. Aunque comenzó su oficio de escritor con la poesía, reconoce que se sintió tan abrumado por la densa humanidad de este género que tuvo que abandonarlo

Antonio Florido

Antonio Florido nació en Carmona (España), en 1965. Estudió Mecánica, Ingeniería Industrial y Ciencias Políticas. Aunque comenzó su oficio de escritor con la poesía, reconoce que se sintió tan abrumado por la densa humanidad de este género que tuvo que abandonarlo

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