Esta novela portuguesa está basada en una noticia aparecida en el principal diario lisboeta, el Diario de Noticias, el día 23 de julio de 1870. En ella se daba cuenta al público de un asunto intrigante relacionado con un posible asesinato cometido en las cercanías de la capital y de cuyo autor o autores no se tenía la menor sospecha. Evidentemente el caso era pura ficción, una treta montada entre Eça de Queirós y su amigo Ramalho Ortigão, para poder publicar su propia novela. Tuvieron éxito, pues al día siguiente muchísimos lectores de este diario leyeron la noticia en él publicada y se hicieron eco de la misma rápidamente.
Queirós (Oporto 1845-París 1900) comenzó en el periodismo y, a partir de 1870, se volcó definitivamente en la narración. Se le considera el iniciador de la novela realista en Portugal, sabiéndose mantener, según los críticos, al margen de los ideales propios del Romanticismo. De su amigo Ramalho poco que decir, salvo que no ha pasado a la historia de la literatura portuguesa, ya que siempre se le consideró como a un escritor de segundo nivel.
En “El misterio de la carretera de Sintra” asistimos a un gran ejercicio de narrativa, en la que abundan numerosas pinceladas descriptivas, aferradas ya a un realismo incipiente. Sin embargo, toda la historia muestra una pátina romántica imposible de obviar. No es una novela totalmente lineal puesto que fue escrita por dos escritores separados por la distancia insalvable del momento (Queirós vivía en Leiría, donde ejercía de alcalde, mientras Ramalho lo hacía en Lisboa). Al no existir esa comunicación fluida, era realmente complicada la unión de los escritos de ambos sin que se percibieran las fisuras entre ellos. Aun así, la composición final no desmerece y creo, a mi entender, que vale la pena leerla.
La obra está llena de escenas inolvidables, con personajes de cuento y diálogos perfectamente construidos. Al leer sus páginas nos sentimos transportados a otros mundos, lugares y tiempos, que nos seducen con sus aromas marinos y sus delicados matices orientales. Aunque he leído textos portugueses, no conocía aún a Queirós. Y ahora que lo he hecho, me alegro. Me ha atrapado. Espero que vosotros sintáis algo parecido cuando vuestros ojos se desplacen por las líneas escritas por este diplomático y dandi portugués. Merece la pena.
Vale.