El Tocadiscos de Biegler

Pablo G. Vázquez

Venirse arriba (por C’s)

Venirse arriba (por C's)

Les puedo aseverar mi total entendimiento acerca de la intrínseca dificultad que conlleva el controlar las subidas de adrenalina. Ello requiere, por contra a lo vulgarmente creído, un cierto entrenamiento en toda una serie de diferentes técnicas; tarea de todo menos baladí (díganmelo a mí).

Ciertamente, es acontecer una serie de conyunturas (por decirlo elegantemente) y la tendencia a dejarse llevar por la situación hace gala de presencia, teniendo como colorario lógico, que uno se «venga arriba» fácilmente, con las consecuencias que ello irremediablemente puede comportar.

Es el caso de Albert Rivera (líder de Ciudadanos) que, desde que se hicieron públicos los sondeos demoscópicos de hace unas semanas certificando una tendencia naranja notablemente al alza tangente al sorpasso pepero, está irreconociblemente desatado, en la cresta de la peor ola de todas: la política.

Las consecuencias de estos tipos de estados de euforia, bien conocidas por todos nosotros a través de nuestras propias vivencias personales,  encuentran acomodo perfecto en lo que yo llamo «La Literatura del Encoñamiento» (lean por ejemplo el poemario amoroso «Con tal de Verte Volar» del gran Miguel Gané): se dicen y se hacen cosas como si estuviéramos en el platoniano mundo de las Ideas o como si fuéramos los protagonistas de una canción escrita al alimón por Sabina y Benja Prado. Todo ello queda muy bien si se circunscribe a esos estadios, pero trasponerlo a la vida pública real y en el contexto de la arena política en particular….

Efectivamente, hoy me desayuno, a través de un tuitero al que sigo (@nandogerman), con la noticia de que Rivera defiende públicamente que las fuerzas del orden puedan entrar en viviendas ocupadas por mafias sin orden judicial si hay indicios de delito. Me quedo de piedra!. Lo primero que me pregunto es que si el propio Albert ha dicho exactamente eso, o si el mensajero está errado.

Rápidamente, veo que este tuitero le recuerda al bueno de Albert que «su deseo» ya se encuentra recogido expresamente en nuestra legislación vigente aplicable (casos de flagrante delito) y desde hace mucho tiempo. Allende a la evidencia jurídica del contenido de la contestación, ésta cobra importante relevancia por quién la firma: un Fiscal de carrera y, a mayores, una de las personas que mejor conoce el Derecho penal material y procesal de nuestro país (hoy un maestro dentro del Ministerio Público que empezó como agente judicial raso).

Es menester decir que mis dudas acerca de la veracidad de las palabras pronunciadas por Rivera se disiparon de inmediato cuando ciudadano Albert borró dicho tweet.

Pues bien, Rivera, motivado por esta «borrachera de cocina electoral de autor» está, con estas y otras manifestaciones, campando a sus anchas por la senda del populismo, el electoralismo, y, lo que es más grave, empieza a minar su credibilidad ganada al pulso de más de diez años de arena política, lo cual lo pueden situar a la altura misma de Líder Supremo Podemita o, incluso, a la de «draculín» Montoro o «estátóbien» Catalá. No sé yo si la «resaca» vale la pena.

Entiendo que gestionar cargas emocionales de cierta intensidad no debe ser una labor sencilla ni mucho menos, pero por el bien de Albert y, sobre todo, por el bien de la ilusión  de muchos futuros votantes que ansían desesperadamente un político «nuevo» y «veraz», estaría fetén que Rivera reservara estas sobreactuaciones para la literatura del encoñamiento, o para su vida personal, pero no para su actual vida profesional.

La grave situación social española adolece de unos handicaps cuya resolución precisa de la prestancia de políticos «serios», y no de showmans demoscópicos que huelen la sangre del sillón monclovita.

A cuidarse, meus.

PGV.

 

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Pablo G. Vázquez

Analista Investigador Derecho / Sociedad / Política / Economía

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