El Tocadiscos de Biegler

Pablo G. Vázquez

El ascensor de Roy

El ascensor de Roy

Ayer no pude contener la risa al acordarme de mi amigo Roy cuando, viendo el programa «El Intermedio» de Wyoming en La Sexta, apareció el micrófono del genial reportero Gonzo colándose en el ascensor que tomaban una cabreada Susana Díaz y sus gregarios para abandonar la sede socialista tras su particular baño de realidad con las primarias.

¡Menudo ascensor, si hubiera estado allí el Roy!, pensé inmediatamente recordando la anécdota de mi amigo Roy.

Pónganse en situación: una tarde familiar cualquiera en las Navidades de 2015,  estoy tan tranquilo viendo cómo juega mi hijo con su madre cuando me entra un whatsapp en el grupo de mis amigos orensanos, y, con sorpresa, veo que es una selfie del Roy con tres personas más dentro de un ascensor, a la que le sigue el siguiente mensaje: «Después de la comida de empresa nada como una bonita sobremesa encerrados en un ascensor».

Tal fue la risotada que solté que hasta mi nene hizo lo posible por intentar descubrir qué había en aquel aparato para que yo me pusiera así de loco.

Ni que decir tiene que la cara del cuarteto era de una alegría colosal, vamos, les aseguro que si yo me quedo encerrado en un ascensor (y durante más de una hora como llevaban ellos) estoy de todo menos contento, y les puedo certificar, además, que el vino que regó la comida navideña de la empresa nada tuvo que ver en la exaltación de gozo y alegría que rezumaba dicha foto, porque conozco a Roy. Él es de esas personas que siempre están contentas, tiene amigos de verdad por todos lados, goza de una capacidad de integración inhumana y, no sé muy bien cómo lo hace, pero siempre consigue que todos estemos a gusto con él (y su Anita casi tres cuartos de lo mismo).

Pues bien, la de Susana Díaz en el ascensor de Ferraz bien podría representar la foto del estado actual en el que se encuentra la socialdemocracia española, con la incógnita de a dónde se dirige. Ya lo adelanté en el anterior post, a mí el trío de las primarias me trae sin cuidado, porque sé que cada uno de los tres buscaba sus propio interés, no el de su común partido ni, muchísimo menos, en de la sociedad española, a la que supuestamente da sentido la propia socialdemocracia patria.

La globalización, la revolución tecnológica, la cultura del pelotazo, los excesos de ricos y pobres, las asimetrías y contradicciones entre ajustes sociales y desfiscalización de determinadas riquezas, y un largo etc ya han provocado que el Estado del Bienestar se tambalee pero, lo que es más grave, y si esto sigue así, va a provocar que la indignación colectiva y el vacío existencial individual cada vez más creciente ceda el testigo a situaciones de riesgo y ruptura total del sistema, con mermas en otros derechos legítimos.

No necesitamos políticos profesionales  que en el fondo lo único que buscan es salvar su culo y a los que les importa un bledo el pueblo y las necesidades de éste, necesitamos políticos que sepan interpretar la realidad (la fuerza normativa de lo fáctico, que decía Jellinek) y que, con altura de miras y a nivel internacional, sepan, al alimón:

1- Construir un Estado del Bienestar real.

2- Tejiendo una identidad común de sus ciudadanos (fuera de los conceptos de nación, gente, etc…).

Porque sin ambas cosas, el curso y cariz de esto será tan negro como lo fue históricamente, con el problema de que nos afectará a nosotros mismos, no a gente que vivió hace siglos.

La socialdemocracia, el Estado social de Derecho, tiene un buen reto, todos tenemos un reto, para que ese «ascensor» sea parecido al de Roy y nos lleve a buen destino, y no como el que grabó Gonzo y pudimos ver ayer.

A cuidarse, meus.

PGV.

 

 

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Pablo G. Vázquez

Analista Investigador Derecho / Sociedad / Política / Economía

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