El Tocadiscos de Biegler

Pablo G. Vázquez

Política fiscal o la dicotomía nietzschiana

Lluvioso y frío lunes en Madrid, los coches pitan más de lo habitual (o, al menos,  a mi cabezón se lo parece), un perro con collar morado y gorrito pijo casi me muerde en la Gran Vía, me llama un cliente para que le explique (por trillonésima vez) lo de la plusvalía, me cruzo con una ex que ni me da los malos días, empiezo a tener hambre y hace poco que he desayunado unas tostaditas…  en fin, para no romper la buena racha, acabo nada más y nada menos que en frente del Ministerio de Hacienda (y FP) al principio de la calle Alcalá, y, cual Gallardón en sus tiempos mozos, comienzan a invadirme pensamientos monto(ma)rianos.

Al final pasa lo que todo apuntaba a que iba a pasar: me acabo sobresaltando.

Tras la carita de mi querido Ministro de Hacienda, me vienen a la memoria la ristra de tributos que «se pagan por una misma cosa», y termino de redondear la mañana.

Vamos a poner un sencillo y real ejemplo ilustrativo:

Pepa vive con sus padres, trabaja desde hace poco a cambio de un sueldo que le retienen en una parte a cuenta del irpf, su nómina neta la ingresa en una cuenta corriente bancaria cuyos intereses también tributan en su renta. Al cabo de un tiempo, y con la vista puesta en un futuro, haciendo acopio de lo que tiene ahorrado, más un dinero que le regalan sus padres (donación por la que paga el Impuesto correspondiente), y gracias a que le conceden un préstamo hipotecario, adquiere una vivienda en Madrid. Por dicha compra y constitución de garantía hipotecaria sufraga ambas modalidades de Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados.

Ya propietaria del piso, todos los años paga religiosamente el Impuesto sobre Bienes Inmuebles y la Tasa de residuos. A mayores, al no «usar» dicha vivienda y tenerla a su entera disposición en su Irpf también ha de pagar un poquito por ello como imputación de renta inmobiliaria.

Al cabo de un tiempo, vende ese piso para comprarse otro que le acaba de cuadrar mejor. Por la venta paga dos impuestos de plusvalía: el municipal y el de Irpf. Y por la compra del nuevo vuelve a sufragar Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales Onerosas.

Ya dueña del nuevo y flamante piso, apenas sin tiempo para pagar su primer Ibi de dicha vivienda, fallece repentinamente en un accidente de coche.

Como no estaba casada ni tenía hijos ni había hecho testamento, todo iba para sus padres, los cuales aceptaron la herencia de su difunta hija adquiriendo el nuevo piso, previo pago del Impuesto sobre Sucesiones y de la plusvalía municipal mortis causa (ambos tributos únicamente como objeto de gravamen de ese piso, casi).

Pues bien, como se ve fácilmente, sobre estos dos inmuebles se han girado numerosas y diversas liquidaciones tributarias positivas, por mor de la existencia de cuantiosos motivos por lo que la ley obliga a tributar (hecho imponible, que se dice técnicamente).

Ya desconozco si en el futuro, por el hecho de que esos padres tuvieran cerrado ese piso en Agosto, tendrían que pagar un futuro nuevo Impuesto: el Impuesto del patrimonio inmobiliario cerrado vacacional, a mayores de todos los que ya pagan o han pagado sobre dicha vivienda.

Lo que se pretende trasladar, es que quien esto escribe le tiene mucho miedo al Poder Legislativo, puesto que para otra cosa igual no, pero imaginación para «crear» nuevos hechos imponibles con los que hacer tributar…….

Bien es cierto que se mandata desde nuestro texto constitucional que el sistema fiscal ha de ser no confiscatorio pero, a veces, parece que desde el otro lado no se entiende que la Capacidad Económica es una sola, muchas veces.

Nietzsche fue el que dijo aquello de que «somos nosotros y únicamente nosotros los que hemos inventado las causas, la sucesión, la finalidad, la relatividad, el número, la ley, la libertad, la modalidad, el fin… El determinismo es mitología. En la vida real no se trata más que de voluntad fuerte o voluntad débil» (Más allá del bien y del mal).

Pues bien, no estaría de más que hubiera una aspiración seria en el poder político para reordenar el sistema presupuestario, al menos en el capítulo de ingresos.

En fin, mejor pasear a lo Neruda «El resto: literatura. Lo mejor es no pensarlo mucho, seguir andando, tomar café, enamorarse, ver la lluvia y volver a enamorarse».

A cuidarse, meus.

PGV.

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Pablo G. Vázquez

Analista Investigador Derecho / Sociedad / Política / Economía

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