El Tocadiscos de Biegler

Pablo G. Vázquez

El bosque, los árboles, el Rector plagiario y la Universidad.

El bosque, los árboles, el Rector plagiario y la Universidad.

Diciembre es un mes que (como diría el aquél) me confunde. Es llegar el Puente de la Purísima (Constitución) y me sumerjo en un bucle melancólico al estilo del protagonista de ficción de las canciones del disco «Diciembre» del genial Leiva.

Ahora que por fin consigo arrancarme, retomo mi faceta de periodista jurídico incidental para, al calor de las informaciones sobre el todavía Rector de la URJC, incidir en un aspecto que he echado en falta estos días a lo largo y ancho de la Red de Ecos: el problema no es el Rector, es el sistema universitario español en sí.

Que no se me entienda mal, opino sinceramente que lo protagonizado por el Sr. Suárez Bilbao roza un límite cuantitativo y cualitativo singular y digno de reproche social (y sancionable, por supuesto); ahora bien, considero que no goza de la suficiente relevancia como para no poner el foco en el auténtico meollo del asunto. Intentaré ser lo más conciso posible:

Hace años (no muchos, eh?) albergué el sueño de ser Profesor de Universidad para investigar y enseñar Derecho Público, movido por un irresistible encanto que me provocó el Derecho de la Competencia en su vertiente de función pública, y las posibilidades de la Actividad arbitral administrativa sobre el mismo (tema que, en aquellos tiempos, no estaba tan explorado como hoy).

1) Pues bien, cuando empecé a manejar la concreta y contada literatura de base lo primero que me llamó poderosamente la atención fue el hecho de que algunos autores COPIABAN no ya las ideas, sino líneas y líneas literalmente de otros colegas sin que éstos fueran citados realmente, auto-atribuyéndose su autoría. Lo primero que me pregunté es cómo era posible que los autores originales o la comunidad universitaria en su conjunto no se hubiera dado cuenta de semejante aspecto.

2) Recuerdo hablar con mi futurible director de tesis sobre lo que significaba la defensa de la misma cuando una frase suya se clavó en mi pecho: «El tribunal lo nombró directamente yo, son amiguetes y nos vamos rotando en los tribunales». Es menester afirmar que la mayoría de los nombres que me dio esa tarde eran profesores de Derecho Administrativo que no destacaban precisamente en la materia objeto de mi investigación.

3) Tampoco entiendo cómo hay en España tantas y tantas Facultades de Derecho (y de otras materias) que paren como churros Doctorados con Sobresaliente Cum Laude por Unanimidad por trabajos que muchos de ellos son refritos de otros estudios previos.

4) Nunca pude entender cómo las Administraciones Pública insuflan cientos de miles de euros por proyectos de investigación universitarios (hay tortas por entrar en ellos) por temas que, en la realidad, están ya más que estudiados y perfectamente mascados.

5) Si no opinas como el Macho Alfa que controla el Departamento de tu rama estás decididamente condenado a galeras, al menos en esa Facultad concreta.

En definitiva, se supone que la Universidad no es una Escuela de Negocios privada ni el Chiringuito de nadie, sino un centro propicio para poner en solfa las ideas y progresar en las mismas y en el conocimiento.

Es pena que los árboles no nos dejen ver el bosque.

Termino con unas palabras deliciosas, que van como birrete a doctor: «¿Qué sucede cuando una cosa no cumple su función?, ¿Sigue siendo la misma o se ha convertido en otra? (P. Auster: Ciudad de Cristal, Trilogía de NY).

A cuidarse, meus.

P.

 

 

 

 

 

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Pablo G. Vázquez

Analista Investigador Derecho / Sociedad / Política / Economía

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