Superdotados con problemas para aprender

(PD).- Los expertos en psicología clínica y educación alertan de los riesgos que pueden sufrir los escolares con alta capacidad intelectual si no se les presta una atención adaptada a su desarrollo emocional.

Escribe Concha raga en Las Provincias que cualquiera puede pensar que tener un hijo superdotado es garantía de éxito. No siempre es así. Las personas con altas capacidades intelectuales pueden sufrir de niños la incomprensión de su familia, la falta de recursos del profesor, el rechazo de sus compañeros, la ausencia de amigos con los que compartir juego y acabar abocados al fracaso más estrepitoso.

Nadie sabe cuántos escolares se encuentran con un coeficiente intelectual superior a 130, tan sólo hay aproximaciones, y ésta es una de las pocas cuestiones en la que los especialistas están de acuerdo.

«Se estima que son un 2% de la población escolar, sin embargo, es un tema que se suele enmascarar bajo diferentes tipologías de conducta y nadie puede decir, con ciertos niveles de garantía, cuántos niños superdotados hay», afirma Irma Avellana, psicóloga especialista en educación Infantil y miembro de la Asociación Valenciana de Superdotados y Talentosos (AVAST).

Esta organización nació en 1990 y cuenta en la actualidad con 75 socios. De los que han pasado por este centro en estos años no todos han continuado por el camino del estudio y el éxito laboral.

Cuentan en la asociación que conocen evoluciones muy diferentes. «Hay gente que está investigando en Vancouver, hay quien ha hecho dos carreras en la Universidad Politécnica y también conocemos algún caso que se ha quedado en casa, a sus 21 años, sin acabar la ESO, y tal vez trabaje ahora en una empresa familiar», afirma Cristina, también psicóloga.

Sobre cómo abordar la cuestión ya existen discrepancias entre quienes apuestan por reivindicar un trato especifíco para estos niños y quienes, en sentido opuesto, consideran más positivo llevar el proceso de aprendizaje con total discrección.

Diagnóstico, estimulación y refuerzo-gratificación, son los tres pasos a seguir cuando se trata de abordar el aprendizaje y socialización de un niño con altas capacidades, señalan las psicólogas de la Asociación.

«Estos niños son los que pueden mover la investigación, tanto en la vertiente científica como humanística, si no pierden el talento por falta de atención y se desmotivan por completo porque no compaginan el ritmo de clase», añaden las expertas.

Cada caso es individual y puede generar ansiedad, inquietud y derivar en problemas. «Es una idea equivocada que los superdotados no necesitan ayuda y que por sí solos son capaces», indica Irma.

Cristina, añade, además, que los padres tienen derecho a exigir esa atención educativa adecuada al talento del niño. En este punto la legislación recientemente ha contemplado este problema. En 2006 quedó regulada la identificación temprana de los niños con altas capacidades y el derecho de los padres a que se les preste atención.

A tal efecto, la Generalitat Valenciana reguló las condiciones y el procedimiento para «flexibilizar, excepcionalmente», la duración del periodo de escolarización obligatoria de los alumnos sobredotados mediante la reducción de cursos o con el enriquecimiento de los contenidos curriculares del alumno.

La angustia y la desorientación de las familias es una de las notas comunes cuando se produce una situación de estas características. «Los colegios no siempre disponen de medios que les capaciten para detectar a estos niños que presentan un rico vocabulario y un buen dominio del lenguaje oral, mientras que la escritura es muy deficitaria», destacan las psicólogas.

La base genética está presente en los niños superdotados, pero luego hay formas de desarrollo diferentes para que afloren esas capacidades.

«A partir de los 3 ó 4 años es cuando se puede diagnosticar a un niño. En muchas ocasiones los desajustes entre su nivel y la etapa de la enseñanza hace que se les etiquete como fracasados. Sus inquietudes y necesidades no son coincidentes con lo que se les ofrece, lo que les aboca al aburrimiento y a rechazar el estudio», indican.

Mientras éstas recomiendan a los padres que insistan en los colegios cuando detecten algún síntoma en sus hijos, el responsable de esta área de la Conselleria de Educación, Toni Ramos, aconseja a los padres «no obsesionarse, procurar que los niños juegen de acuerdo a su edad porque primero han de ser personas y después superdotados, y también buscar, sólo en casos de conflicto, atención especializada».

En su opinión, son muchos los riesgos que se ciernen, como puede ser confundir talentoso con superdotado, así como el distanciamiento de su grupo de iguales, la presión social que estos niños reciben y la desadaptación que pueden llegar a sufrir.

«Suelen tener interés por los temas de ciencias ya que quieren entender el por qué de las cosas y tienen mucha creatividad, este último aspecto es muy importante que se sepa desarrollar», añade.

Sin embargo, insiste en que es mejor que estos niños pasen desapercibidos y no recomienda ningún cambio en sus hábitos y en clase antes de los tres años. «El nivel de presión puede desorientrles y es peligroso porque tienen una personalidad muy marcada y comportamientos desafiantes. Hay que mantenerles el equilibrio emocional».

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