Sin local, sin intermediarios, sin riesgo de pérdidas, las chicas que abren su guardarropa y su casa para ofrecer y vender esos bienes tan preciados y personales, como son las prendas y los zapatos, se multiplican en la actualidad a fin de generar un ingreso extra.
¿Fashionistas u oportunidad de salida laboral? En esta nota reunimos a cuatro mujeres que hallaron en su placard una buena opción para hacer una diferencia económica.
Internacionalmente, algunas artistas resultaron ser las precursoras de esta iniciativa.
Lindsay Lohan, por ejemplo, puso a la venta sus trajes de diseñadores y zapatos para conseguir dinero y así disminuir su compromiso económico con el fisco estadounidense. Por su parte, la artista polifacética e hija de la diseñadora Lydia Delgado, Miranda Makaroff, reconoció que no solo vende su ropa sino que le encanta adquirir prendas usadas. “Comprar “vintage” te permite vestirte de una manera única y de eso se trata, de ser diferente”, dijo en una entrevista.
El objetivo en la mayoría de los casos es generar un ingreso extra sin que implique mayores gastos.
Conozcamos algunas experiencias:
Flor Linera
“De adolescente le tomé el gusto a comprarme ropa en ferias americanas y al cabo de un par de años, mi placard ya era una colección de prendas de varios estilos, vestidos de los 70s, jeans de los 80s y camisas de abuela que me encantaban. Comencé con esto, cuando me mudé con mi novio y me di cuenta que podía vender mi ropa como para tener un ingreso extra, allí decidimos hacer ferias para venderla y esta iniciativa se volvió cotidiana”. Desde hace tres años, es la dueña de Vintage Love Boutique (con showroom en Vicente López). Además de ser algo que le genera ingresos, es algo que le encanta. “Me gusta mucho vestir a las chicas, lookearlas y además atender en mi casa, y la ropa vintage me fascina. Si bien me cuesta desapegarme ya no puedo seguir coleccionando”.
Carina Álvarez
“Una vez que pasé la adolescencia y mi etapa de chica metalera, donde no usaba ni vestidos ni zapatos, sólo jeans y zapatillas, me empezó a interesar la ropa y los accesorios. Pero la idea de “Azulima – Ropa de diseño y multimarca” se puede dividir en dos partes bien marcadas. En el 2010 con mi amiga Sandra Portillo comenzamos a diseñar nuestras propias prendas para vender. Conseguimos un crédito para microemprendedores y compramos máquinarias. Haydé, la mamá de Sandra, es una excelente modista y fue fundamental en el proceso de producción».
«Así que nos largamos a producir con su ayuda, agrega Carina. Alquilamos un stand en una feria para vendar nuestras prendas, nos iba bastante bien, pero el costo del lugar era muy alto y no nos convenía, así que siguió mi amiga sola vendiendo en su casa y yo seguí con mi profesión de periodista y de consumidora compulsiva. Cuando en 2012 me quedé sin trabajo y como me encantaba visitar ferias, conocí a Alejandra, quien tiene un puesto de ropa vintage en la Feria de Parque Centenario y comencé a vender allí mi ropa por necesidad, y con un dejo de tristeza. En la actualidad, tengo un showroom en el living de mi casa, con prendas nuevas, sin uso. Vos entrás a mi departamento y parece que ingresaras a un local de ropa2.
Violeta Fischerman
“Personalmente tengo el recuerdo de que mi mamá vendía ropa cuando fue la crisis en la Argentina, en el 2001. Una vez me quise ir con mis amigas de viaje, necesitábamos dinero y se me ocurrió hacerlo a mí. En ese momento fue toda ropa que ya no usaba. Hoy en día también siguen siendo prendas en desuso.
Tengo la suerte de heredar mucha ropa y la manía de ser una obsesiva de ella, entonces no solo me compro un montón de ropa, sino que cuido cada prenda como si fuera la más preciada, por eso puedo darme el lujo de hacer cada tanto una feria americana”.
Annie Gregorio
“La idea surgió con mi amiga Malén, mi socia en Gwendolyn’s Closet, porque las dos teníamos mucha ropa en desuso y queríamos renovar nuestros roperos. Tenemos muchas amigas que también les gusta la ropa y la primera feria surgió como un encuentro de amigas, nos fue muy bien y seguimos haciéndola mensualmente. También tenemos prendas nuevas porque se sumó una amiga que había comprado mucha ropa para vender en el exterior. Pero no vendemos ropa nueva de acá. Lo que tenemos es vintage en algunos casos, pero en otros, son prendas de hace uno o dos años con poco uso”.
por Karina Longo, licenciada en Periodismo
Fotos a Flor Linera: fotógrafo Ricardo Gonzalez – Agencia BAPRESS