La crisis económica: lo que sabemos hasta el momento

(PD).- Escriben Jack y Suzy Welch en su blog de The New York Times que, recientemente, caminaban por Lexington Avenue en Nueva York cuando un joven de traje les detuvo: «Nos dijo que trabajaba en Wall Street y regularmente leía nuestras tribunas, e insistió en que si podíamos responderle una pregunta urgente».

Aceptamos intentarlo, pero de inmediato nos dejó perplejos. Quería saber cuándo las cosas iban a ir mejor. Nuestra respuesta fue: «En algún momento de 2010». «Quizás».

La recesión actual tiene confundidos a expertos del Gobierno y a economistas de renombre por igual; es decir, están en desacuerdo los unos con los otros. No hay un consenso convincente sobre lo que viene. Algunas personas ven destellos de esperanza, otras pozos de fatalidad, y muchas cualquier escenario posible entre ambos extremos.
Reflexiones sobre la crisis

Lo mejor que podemos ofrecer es una lista de las cosas que sabemos con seguridad sobre la economía en este momento y, quizás igualmente importante, lo que sabemos que ignoramos por completo.

Empecemos con los cinco fenómenos que nos parecen bastante ciertos:

1. Parece que la economía ha tocado algo de fondo.

Nuestra conclusión se basa en los niveles de pedidos en todas las empresas con que las que estamos asociados a través del capital privado y la consultoría, así como lo que hemos estado oyendo mientras viajamos por el país hablando con compañías de todo tipo.

Nos han dicho que tras una declinación constante entre mayo de 2008 y enero de 2009, los pedidos recibidos en febrero, marzo y la primera quincena de abril fueron aproximadamente iguales, o incluso ligeramente mejores, que los niveles de enero. Esta buena noticia, por así decirlo, se ve moderada por el hecho de que los pedidos de equipo de capital continuarán declinando. Pero, en general, estamos confiados para declarar que la economía ha alcanzado su punto más bajo.

2. Si hubiera un repunte significativo en la demanda, la economía responderá.

¿Por qué? Porque las reducciones de inventario han estado en tales niveles en los últimos nueve meses que cualquier tipo de aumento en los pedidos repercutirá en toda la cadena de suministro, y pronto.

3. El sistema bancario estadounidense se está estabilizando.

Sólo hay críticas persistentes a la asistencia de emergencia del Gobierno: el Programa de Auxilio a Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés), la Facilidad de Préstamos de Valores a Término Respaldados por Activos (TALF), el respaldo de documentos comerciales, etc. Pero no cabe duda de que el crédito está empezando a fluir de nuevo, tanto de parte de los bancos como de parte de muchas instituciones crediticias no bancarias.

4. La población estadounidense se está sintiendo generalmente mejor.

Así lo lo refleja el reciente aumento en el Índice de Confianza del Consumidor. El cambio no es totalmente sorprendente, en realidad, tomando en consideración el aumento en la refinanciación, las tasas hipotecarias más bajas y los reembolsos fiscales.

Sin embargo, la vasta mayoría de la correspondencia que recibimos sigue llena de temor sobre las pérdidas de empleos, y esa emoción probablemente persistirá por algún tiempo si los niveles de desempleo nacionales alcanzan los dos dígitos, como se espera ampliamente.

5. El presupuesto del presidente Barack Obama se basa en un supuesto crecimiento del PIB del 4% de 2010 a 2013.

Esta certeza nos alarma bastante porque simplemente no es realista. Durante la euforia cada vez más apalancada de los años 80 y 90, el crecimiento del PIB promedió una cifra más cercana al 3%. En estos días, con dédifit mayor, la falta de apalancamiento prevaleciente, y con los consumidores volviéndose cada vez más frugales, es más probable que el crecimiento del PIB esté más cerca del 2%. ¿El resultado? No una reducción del gasto gubernamental, apostaríamos, pero sólo impuestos más altos y más deuda federal.

Ahora lo que no sabemos. Para empezar, no tenemos ni idea en lo que se refiere a la cuestión que está en la mente de todos en este momento: la futura dirección del Dow Jones. Un día pensamos: «Todo ese dinero del Gobierno vertiéndose en la economía tiene que funcionar, al menos a corto plazo». Y al siguiente: «Dios mío, ese déficit inminente va a causar un enorme desplome en el futuro».

No sorprende que nos hayamos vuelto tan cobardes, apegándonos a nuestras propias inversiones, principalmente en bonos de la Tesorería y en bonos corporativos de calidad superior. Sencillamente nunca nos habíamos sentido tan perplejos por la bolsa.

Finalmente, no sabemos cuándo la economía se va a recuperar. Aun cuando haya tocado fondo, pudiera permanecer ahí por algún tiempo. Como dijimos a nuestro amigo en la calle, creemos que algo bueno sucederá en 2010, pero no podemos prometer eso al cien por cien.

En realidad, dadas las circunstancias, lo único garantizado en estos días es que una gran incertidumbre.

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