¿Síndrome postvacacional o trabajo tóxico?

(Iñaki Piñuel).- Acuñado por primera vez a finales del verano de 2000 por el especialista en salud laboral Angel Cárcova, el síndrome postvacacional es un concepto relativamente nuevo con muy poca entidad aún en la investigación académica.

Describe en realidad una dificultad de adaptación al trabajo tras la finalización de las vacaciones que afecta a un número creciente de trabajadores. Esta inadaptación conlleva una serie de cuadros en forma de síntomas físico-psíquicos, que suelen remitir normalmente al cabo de pocas semanas.

Puede definirse como una reacción adversa de inadaptación como resultado de la vuelta después de un período vacacional a un tipo de trabajo cuyas negativas condiciones psicosociales producen un auténtico rechazo del organismo del trabajador afectado.

Hay 6 grupos de síntomas que suelen presentarse como más característicos de este síndrome:

1. El cansancio o agotamiento emocional, caracterizado por pérdida de energía, apatía, abulia, desmotivación, lasitud. Se trata de una especie de agotamiento o fatiga más psicológica que física. No puede con el trabajo. Le superan las tareas más nimias. Es más un bloqueo psicológico que físico.

2. Retirada e introversión social en el ámbito del trabajo. El trabajador no tiene ganas de relacionarse con los demás en el trabajo. Puede adoptar una actitud pasiva, distante o mantener el mutismo. Disminuye su participación, y sus relaciones e intercambios con los demás pueden verse reducidos de manera significativa.

3. Sentimientos negativos hacia el trabajo y sensación de horizonte profesional cerrado o agotado. Pesimismo profesional. No percibe que el propio desempeño en el trabajo pueda ser gratificante. Las recompensas o niveles de realización que puede esperar en el próximo período del trabajo son escasas o nulas.

4. Desarrollo de una variada gama de síntomas psicosomáticos de estrés. Se suelen presentar cuadros de angustia, ansiedad, dolor precordial, taquicardias, dolores musculares o articulares, cefaleas, sofocos, ahogos, temblores, inquietud, nerviosismo, etcétera.

5. Aparición repentina de cambios bruscos en la personalidad. Se producen cambios en la forma de ser del trabajador. Se incrementa la irritabilidad, la persona aparece triste, desarreglada en su aspecto externo, con llantos o ganas de llorar, con frecuentes discusiones o broncas con su familia. Presenta pesimismo existencial. Manifiesta ideas negativas hacia sí mismo, su capacidad o su talento profesional, ideas negativas hacia su trabajo, sus compañeros, jefes, el entorno laboral, y mira al futuro con desconfianza o incluso desesperación, anticipando cosas malas que le van a ocurrir en su trabajo.

6. Alteración de los patrones de sueño. Se producen problemas para dormir. Puede presentar problemas para conciliar el sueño o despertar temprano y no poder ya dormirse. En cualquier caso la persona no descansa con el sueño.

Cada vez somos más los investigadores que relacionamos la emergencia de este nuevo síndrome con la existencia de otros fenómenos que pueden estar causándolo, como son los denomidados riesgos laborales psicosociales. En concreto el ‘mobbing’, el estrés o el ‘burnout’.

Son muy a menudo los trabajadores que padecen a lo largo del año condiciones de trabajo psicosocialmente tóxicas los que al volver al trabajo presentan este tipo de cuadros. El síndrome postvacacional no sería entonces más que un epifenómeno propio del organismo de un trabajador dañado a lo largo del año, que simplemente se revuelve y se resiste a regresar a un lugar de trabajo en el que sufre enormemente.

La presión de la organización, las apreturas económicas y familiares, la situación del mercado laboral y algunos otros factores incrementarían la disonancia cognitiva de los trabajadores que, a pesar de estar expuestos a un riesgo laboral psicosocial creciente, se someten sin remedio a condiciones laborales lesivas por su toxicidad. Así, por ejemplo, el estrés es algo a lo que estamos tan aclimatados que sólo nos damos cuenta de que lo sufrimos tras un período como el vacacional en el que nos hemos visto libres de él por un tiempo.

Muchos trabajadores están asimismo ‘quemados’ por el ‘burnout’ o síndrome del trabajador quemado, y no lo saben. Sólo notan con inquietud que cada vez sufren más intensamente problemas psicosomáticos a la vuelta del verano. Otros son víctimas de un proceso de persecución laboral conocido como ‘mobbing’ o acoso psicológico en el trabajo, que muchos todavía, y a pesar de la divulgación del fenómeno, trivializan y banalizan.

El retorno postvacacional al ‘acoso nuestro de cada día’ cursa con crisis de ansiedad, ataques de pánico o reacciones psicosomáticas diversas.

Ante todas estas situaciones de castigo laboral el organismo se rebela y finalmente transmite el conflicto a través de las señales de alarma, que son siempre las somatizaciones típicas. El síndrome postvacacional no manifiesta más que la repugnancia, el miedo o el terror de nuestro organismo a regresar, a la vuelta de las vacaciones, a un lugar de trabajo que se ha convertido hace tiempo en un ‘gulag’ o un ‘lager’ laboral.

A pesar de que es un imperativo de la Ley de Riesgos laborales, son pioneras y aún relativamente pocas las empresas y administraciones que incorporan la evaluación del riesgo laboral psicosocial en el que pueden estar inmersos sus trabajadores por efecto del ‘mobbing’, del estrés o del ‘burnout’.

Por todo ello, ante la realidad del síndrome postvacacional es necesario cuestionarnos acerca del riesgo psicosocial a que nos expone nuestro trabajo o simplemente preguntarnos, tal y como señala el sociólogo español Enrique Arrojo, si no habrá llegado ya el momento para muchos de nosotros de abandonar un trabajo que resulta crecientemente tóxico por inhumano.

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