Zapatero, en babia

(PD).-La comparecencia del Presidente del Gobierno para dar cuenta de cómo se ve desde el gabinete socialista la crisis y su renuncia a introducir medidas para combatirla estaban descontadas.

El PSOE se ha rendido y acepta con un fatalismo extraordinario que «no puede hacerse nada». Este singular nihilismo terapéutico es suicida y se va a cobrar un precio muy alto en términos de pérdida de crecimiento, de empleo y de riqueza.

El ejecutivo liderado por Zetapé es incapaz de gestionar tanto los malos como los buenos tiempos. Esto es un auténtico drama porque la coyuntura internacional va a ayudar poco, por no decir nada, a resolver los problemas económicos del país.

La OPEP ha anunciado un recorte de la producción para mantener altos los precios del crudo. Trichet ha dicho que no va a recortar los tipos en la Eurozona y la tormenta financiera norteamericana se ha extendido por el mundo y con ella la restricción del crédito.

En este contexto, la tesis zapateril de que estamos mejor que otros es un triste consuelo o mejor una expresión moderna del viejo lema «mal de muchos consuelo de tontos».

Es falso que no pueda combatirse o, al menos paliarse la caída de la actividad económica. Con rebajas impositivas, con liberalizaciones de los mercados, con austeridad en el gasto público es posible suavizar los peores efectos de la recesión, ahí estamos desde el comienzo del tercer trimestre de este año, y poner las condiciones para una rápida salida de la misma.

Lo que no sirve para nada es dilapidar dinero público en intentar salvar a los amiguetes, en echar las culpas al «enemigo externo» de lo mal que van las cosas y en no adoptar ni una sola de las reformas necesarias para sentar las bases de la recuperación.

Los 3.000 millones de euros del ICO para «salvar» a las promotoras es una broma para un sector endeudado en 300.000. Ya no está en juego si la economía entra o no en recesión, sino si nos vamos a quedar instalados en el valle de los muertos, esto es, en un escenario de bajo crecimiento incapaz de generar empleo y/o evitar que se destruya más. El peligro es que España se parezca más a Portugal y permanezca estancada una década. Esto no es una profecía catastrofista sino un riesgo real.

Lo inédito y surrealista es el orgullo con el que Zapatero proclama: «Que nadie espere una nueva batería de medidas anticrisis». Alguien le debe haber dicho que el activismo es un mal remedio en estas situaciones pero no le ha contado que la española no es una economía flexible y, en consecuencia, la pasividad gubernamental endurece la intensidad del ajuste.

Para decirlo en otras palabras, parece poco inteligente dejar a un náufrago en el agua, con las manos y los pies atados y decirle que se apañe como pueda para mantenerse a flote.

Esto es de manual y se supone que lo saben hasta los asesores económicos del Presidente. Su comportamiento sería razonable si España fuese un país con una flexibilidad de los mercados brutal, pero ese no es el caso.

Lorenzo Bernaldo de Quirós.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

Lo más leído