Los expertos de la UE lo ven cada vez más negro

(PD).- Se prevé que el crecimiento económico ascienda a un 1,4 % este año en la Unión Europea (un 1,3 % en la zona euro), aproximadamente medio punto por debajo de lo previsto en abril.

Los principales riesgos de tendencia a la baja identificados en la previsión de primavera se han cumplido, acompañados de un agravamiento de las turbulencias financieras, la explosión de los precios de las materias primas y una mayor expansión de los trastornos en varios mercados inmobiliarios.

Se prevé que la inflación se sitúe este año, como promedio, en un 3,8 % en la UE y un 3,6 % en la zona euro como consecuencia de la persistente subida de los precios de las materia primas.

Esto supone una revisión al alza, aunque la inflación podría haber llegado al punto de inflexión, a medida que la repercusión de las anteriores subidas de los precios de la energía y los alimentos vaya aminorándose en los próximos meses.

«La continuación de las perturbaciones en los mercados financieros un año después, la casi duplicación de los precios de la energía en el mismo periodo y los reajustes de algunos mercados inmobiliarios han tenido una repercusión cierta en la economía, aunque el reciente descenso de los precios del petroleo y otras materias primas, así como la mayor moderación del tipo de cambio del euro, han procurado un cierto alivio.

En un entorno difícil e incierto como éste debemos aprender de los errores del pasado y mantener un rumbo decidido. Es fundamental avanzar con el programa de reformas en Europa para proseguir la creación de empleo y responder mejor a las presiones del exterior.

Debemos acelerar la puesta en práctica de la hoja de ruta para restablecer la confianza en los mercados financieros y proteger las mejoras realizadas en el ámbito de las finanzas públicas, evitando así aumentar la carga para las futuras generaciones, que ya tendrán que enfrentarse al reto del envejecimiento de la población», dijo Joaquín Almunia, Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios.

Con el recrudecimiento del viento en contra a nivel mundial, la producción empezó a caer en el segundo trimestre del presente año en distintas economías avanzadas, fenómeno coadyuvado en algunos países por el derrumbe de los sectores inmobiliarios.

El PIB se contrajo en un 0,1 % en la UE y en un 0,2 % en la zona euro. Esto constituye en parte una reacción al inesperado crecimiento registrado en el primer trimestre, que hasta cierto punto se debió a factores temporales.

Por otro lado, el aumento continuado de los precios de las materias primas, la persistencia de las turbulencias financieras y, en algunos casos, la crisis del mercado inmobiliario, han hecho que disminuyera la confianza, aumentaran aún más los costes del capital y repuntara la inflación de los precios al consumo, frenándose como consecuencia la demanda interior.

La Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión prevé ahora para 2008 un crecimiento del 1,4 % en la UE y del 1,3 % en la zona euro, lo que supone una revisión a la baja de 0,6 y 0,4 puntos porcentuales, respectivamente, en comparación con la previsión de primavera.

Estas cifras se calculan sobre la base de las proyecciones actualizadas de Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Polonia, España y el Reino Unido, que conjuntamente abarcan un 80 % del PIB de la UE.

Unas condiciones exteriores cada vez menos favorables

La situación económica mundial y sus perspectivas siguen siendo extremadamente inciertas. Un año despúes de que se desatara la agitación financiera, la situación del sistema financiero internacional sigue siendo frágil y varios importantes mercados de crédito siguen sufriendo profundos trastornos.

Los precios de las materias primas, y especialmente los de la energía y la alimentación, se han disparado desde el último trimestre de 2007, impulsando la inflación (a pesar de que el petróleo y otras materias primas han bajado desde los máximos alcanzados anteriormente en el verano).

La confianza de las empresas y los consumidores se ha deteriorado notablemente, llegando a niveles muy por debajo de las tendencias a largo plazo. Aunque las economías emergentes han dado pruebas de gran firmeza en su índice de crecimiento, en el entorno global una desaceleración económica amenaza en el horizonte.

Antes del comienzo de las perturbaciones financieras del verano pasado, las economías europeas se encontraban en general en una situación buena. No había grandes desequilibrios dentro de la UE y de la zona euro en su conjunto, aunque en el caso de algunos sectores o Estados miembros pudiera no ser el caso.

La actividad se mantenía relativamente firme, si bien los trastornos financieros tuvieron un impacto negativo inmediato en algunos indicadores de confianza.

Pero, al intensificarse las presiones mundiales adversas a lo largo de varios trimestres, la caída de los indicadores de confianza se fue extendiendo por distintos sectores y Estados miembros (mostrando un deterioro particularmente intenso en el indicador del clima económico del Reino Unido y de España). Más adelante los índices de actividad comenzaron a debilitarse.

Algunos indicadores, como los correspondientes a la producción industrial, los pedidos efectuados y la venta al por menor, muestran una desaceleración del ritmo subyacente de los últimos meses, tanto en la UE como en la zona euro. Algunos análisis recientes auguran también unas perspectivas sombrías para el futuro de las economías de la UE.

La mejoría de la inflación prevista, que en el cuarto trimestre respaldará en mayor medida la renta disponible y el consumo de los hogares, será uno de los factores que quizá permita invertir la tendencia.

Punto de inflexión de la inflación

Alimentada por los precios de las materias primas, la inflación de los precios al consumo ha continuado su tendencia al alza en los últimos meses.

La contribución de la energía y los alimentos a la inflación aumentó significativamente, llegando a 1,7 y 1,2 puntos porcentuales, respectivamente, en el mes de julio. La tasa general de inflación disminuyó ligeramente en agosto situándose en un 3,8 % en la zona euro, después de la cifra récord registrada en julio (4 %).

La revisión al alza de la inflación es un reflejo de los resultados obtenidos, peores de lo previsto en las previsiones de primavera. La progresiva disminución en los próximos meses del impacto derivado de las subidas de los precios de la energía y la alimentación hacen pensar, sin embargo, que la inflación podría haber alcanzado su punto de inflexión.

Con todo, la evolución de los mercados de las materias primas, así como la capacidad de contener determinados efectos de acción retardada, serán determinantes para las perspectivas de la inflación en ambas regiones.

Evaluación del riesgo

Sobre las perspectivas de crecimiento penden riesgos que inclinan desfavorablemente la balanza. Más en particular, la evolución de los mercados financiero y de las materias primas seguirán siendo factores clave para el futuro del crecimiento, y las hipótesis de carácter técnico también podrían dar malas sorpresas, como ha sucedido en previsiones recientes.

Otros riesgos que pesan sobre el crecimiento son la fortaleza subyacente de la economía norteamericada, los llamamientos al proteccionismo y otras medidas que falsean el comercio, y también la capacidad o no de algunas economías de la UE para corregir sus desequilibrios interiores y exteriores.

Los riesgos que condicionan la evolución de la inflación se muestran menos inquietantes, pero siguen registrando una tendencia al alza. Más en concreto, no debe excluirse, incluso si la actividad económica disminuye drásticamente, el riesgo de efectos de acción retardada, aunque por el momento no hay indicios de que vayan a producirse de forma generalizada.

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