Desde hace algún tiempo, ahora no recuerdo con exactitud cuando fue la primera vez que lo hicimos, cinco amigos nos juntamos todos los viernes para tomar un cafelito y charlar de lo que nos venga en gana. Lo normal es que hablemos de política, tanto de la nacional como de la regional o municipal y, a veces, de otras cosas superficiales.

Voy a citar a los otros 4 por orden alfabético de sus nombres e iniciales de sus apellidos, y son: José G. L., José de S. LL, Juan Ramón M. F. y Evaristo P. y P. y son hombres cultos, amantes de la vida, amigos de sus amigos y honrados a carta cabal. Con hombres de esta clase uno podría ir hasta el infierno.

Y debo hacer constar que las ideas políticas de cada uno de ellos son muy distintas puesto que uno es comunista, otro socialista, otro pepero, otro independiente y el quinto, que soy yo, pensionista. Pero la sensatez, la caballerosidad y la honradez priman sobre las ideas y jamás ha existido el más mínimo roce por discrepancias, que siempre surgen, entre algunos.

Como solemos hacer todos los años por estas fechas, el jueves, día 23, nos reunimos en el restaurante Manolín para comer y se unió a nosotros Manolo, el escayolista, compañero inseparable de Cyrano. Fue un acto del que salimos satisfechos y contentos porque la armonía, el buen humor y el compañerismo estuvieron presentes durante las más de 3 horas que estuvimos juntos.

Estuve tan a gusto que ni eché en falta la siesta, imprescindible todos los días del año, y quedé asombrado del zaque de Evaristo. A este buen amigo le compro un traje de terciopelo antes que invitarlo a comer.

Cuando llegué a casa me fui derecho al despacho y encendí el ordenador, me encontré varios mensajes en el correo y los fui visionando, uno de ellos me llegó al alma porque estaba plagado de aforismos, que no me resisto a copiar:

“Quiero un mundo simple y común, donde el amor, la caridad, la solidaridad sean la base de la vida”.

“Me indigno delante de la corrupción, de la falta de ética, de moral, de respeto. Debemos volver a ser “gente”.

“Debemos construir un mundo mejor, más justo, donde las personas respeten a las personas, con tolerancia y sin permisividad”.

“Quiero quitar las rejas de mi ventana para tocar las flores”.

“Quiero sentarme en el camino y tener la puerta abierta en las noches de verano”.

“Quiero la honestidad como motivo de orgullo”. “Quiero la vergüenza y la solidaridad”. “Quiero la esperanza, la alegría, la confianza, la fe”.

“Quiero que la frase -palabra de hombre- vuelva a ser sinónimo de juramento”.

“Quiero el retorno de la verdadera vida, simple como la lluvia, limpia como el cielo de abril, leve como la brisa de la mañana”.

Es una utopía ¿Quién sabe? Por lo menos hagamos el intento. Nuestros hijos se lo merecen y nuestros nietos nos lo agradecerán.

Después llegó la reflexión y con ella aparecieron tres personajes que me hicieron, y me hacen, mucho mal. Si debo hacer caso a estos aforismos tengo que perdonarlos, y como no me cuesta trabajo hacerlo, lo hago, no quiero entrar en el nuevo año con la pesadumbre de no haber demostrado que soy hijo de Dios y fiel seguidor de Jesucristo.

Nada me alegraría más en estas maravillosas fechas que esos tres hombres reconozcan su equivocación y, con cristiana humildad, sepan pedir perdón. Ellos mismos se sentirán más a gusto consigo mismo y entrarán en 2011 con el alma alegre y en paz.

SOLAMENTE TENEMOS UNA VIDA Y ES MUY CORTA, LO MISMO PARA LOS CRISTIANOS QUE PARA LOS ATEOS Y LOS AGNÓSTICOS. QUE MI DIOS OS BENDIGA A TODOS.

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