Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

La línea roja

Dicen que se ha traspasado la “línea roja”. Ahora que los “indignados” han protestado violentamente contra los diputados autonómicos que iban a debatir los recortes sociales previstos por la Generalidad de Cataluña. Pero ¿qué significa esto de la línea roja? Hay indicios para pensar que, entre otras cosas, ésta es la línea que separa la ilusión de la realidad política.

En los últimos decenios la opinión pública española ha sido sistemáticamente engañada por los intelectuales orgánicos del régimen, fundamentalmente profesores universitarios y periodistas. Éstos se han dedicado a introducir la idea de que el régimen autonómico era el “no va más”. Si algo había bueno y valioso en España estaba en las autonomías. Si algo había malo y regresivo estaba en lo que llaman el “Estado”. El modelo era Cataluña (sin eñe en la fase de máxima exaltación o imaginación de lo particularizado). El ilusionismo político se proyectó sobre el pasado tratando de falsificar la historia para hablar de una “nación”, de una “confederación catalano-aragonesa” medieval o de una Cataluña como la región más “liberal” y “moderna” históricamente de España. Y sobre el presente “desarrollando” la autonomía de esta región. Es lógico que haya sido el zapaterismo el que impulsó el nuevo Estatuto catalán de 2006. Cataluña era el espejo de todas las demás regiones deseosas de ser como ella. Algo particularmente visible en los sectores políticamente más paletos de Galicia (curiosamente más frecuentes en el birrete que en la boina).

Y ahora el espejo se ha roto. “Catalunya afronta un recorte del gasto sin precedentes” en el que “Sanidad, educación y bienestar social serán las partidas más afectadas” titulaba el 16 de junio un diario zapaterista. La realidad es que, para afrontar la crisis económica, la Generalidad de Cataluña no va a centrar sus recortes (si es que los hay) en gastos para financiar la “normalización lingüística”. La realidad es que la Generalidad no se dispone a eliminar el agujero negro económico del aparato de propaganda nacionalistas (las ruinosas radios y televisiones de la autonomía). La realidad es que la Generalidad, para crear el embrión de un Estado independiente, no va a suprimir alguno de los órganos (ineficientes y caros) que ha creado duplicando los (eficientes y baratos) que previamente existían en la Nación española (el “Estado español” dicen ellos). La realidad es que, contra lo que decían los intelectuales orgánicos del régimen, la autonomía no garantiza los servicios sociales. Sí, se empieza a traspasar la línea roja entre la ilusión y la realidad política.

NOTA:
Este artículo se ha publicado en el diario ABC, edición de Galicia, el 18 de junio de 2011.

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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