Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

Caso del Cougar: cada vez más cerca de conocer la verdad

La tesis oficial era clara: lo del «Cougar» fue un «accidente». Había que negar que era un derribo por un ataque talibán. Y es que, no se olvide, el pensamiento oficial se articulaba a partir de varias mentiras que corrían el riesgo de caer por su base si salía a la luz toda la verdad sobre el «Cougar». Pero más de cuatro años después… estamos más cerca de la verdad.

Corría el año 2005. La ideología oficial se articulaba en torno a estas mentiras:
– El 11-M fue obra de «Al Qaeda».
– «Al Qaeda» se vengaba por nuestra intervención en Iraq… (y Afganistán, dijeron al principio)
– La retirada de Iraq reducía nuestro riesgo de ser objetivo de «Al Qaeda».

Pero había algo que no terminaba de cuadrar. Había varias contradicciones. La fundamental era:
¿Por qué el mismo gobierno que se retiró de Iraq… no lo hizo de Afganistán si allí también operaba «Al Qaeda», que supuestamente nos «castigó» por intervenir en aquellos países islámicos?

Y ocurrió el «problema» del Cougar. Y la «coartada iraquí» empezó a derrumbarse.

La Voz de Galicia ofreció, en primicia, entre el 17 y el 21 de agosto de 2005, informaciones importantes que ponían en duda la hipótesis del «accidente».
Y basándose en las mismas, formulé la hipótesis del atentado terrorista. El 24 de agosto de 2005.
En consecuencia, bienvenidas sean las informaciones de La Gaceta e Intereconomía, pero en interés del descubrimiento de la verdad sería bueno citar a los que antes también argumentaron esa hipótesis.

I. AFGANISTÁN-DERRIBO DEL COUGAR-EL GOBIERNO PONE EN MARCHA LA MÁQUINA DE OCULTAMIENTO
El día 24 de agosto de 2005 publiqué en un medio digital (que ha retirado el artículo de sus archivos) este artículo titulado «Afgaistán: ¿qué oculta el Gobierno?» que recuperé en otra página de internet. Me basaba en informaciones publicadas en La Voz de Galicia unos días antes. Lo reproduzco de nuevo:

Afganistán, ¿qué oculta el Gobierno?

El Gobierno que prometió «transparencia» oculta muchas cosas sobre Afganistán. La obscena insistencia en la identificación de los cadáveres de nuestros soldados no sólo busca establecer una comparación con las víctimas del Yak-42. Busca, sobre todo, distraer la atención sobre lo esencial: ¿a qué fueron esos soldados a Afganistán? y ¿por qué murieron allí?

La primera pregunta tiene una respuesta fácil que el Gobierno trata de ocultar. Nuestros soldados fueron a Afganistán… ¡a lo mismo que a Iraq! A saber, a luchar contra las bases del terrorismo islamista que amenaza a Occidente y a apoyar con su presencia el establecimiento de sistemas democráticos o, en todo caso, menos despóticos que los que regían anteriormente. Y en ambos casos respondiendo a una petición de la ONU.

¿Por qué murieron? La pregunta se podría responder si el gobierno no ocultase datos gravísimos. Sólo hay cuatro posibles causas. La primera (fallo humano) es improbable, pues el piloto del aparato siniestrado tenía experiencia. La segunda (causas metereológicas), en la que insisten el gobierno y sus intelectuales orgánicos es también improbable pues el viento no soplaba a más de 50 km/h y los técnicos independientes insisten que a esa velocidad ese aparato no puede caer. Quedan dos causas muy incómodas para el Gobierno. La tercera explicación (fallo técnico del aparato) llevaría a cuestionar la elección de este helicóptero en lugar de su alternativa norteamericana. Ello llevaría a indagar si la compra de este aparato a Francia fue un precio político a cambio de la entrega de etarras. Y nos llevaría a preguntarnos si el gobierno de Rodríguez en aras de su alianza con Chirac seguirá comprando material francés en lugar de norteamericano.

Queda una cuarta posibilidad a la que apuntan, contra lo que sostiene el Gobierno, casi todos los indicios. La Voz de Galicia ha publicado entre los días 17 y 21 testimonios y análisis demoledores. Me limitaré a sintetizar algunas informaciones. «Un superviviente gallego confirma que los helicópteros fueron atacados»; «Un supuesto líder talibán reivindica el ataque, pero la OTAN pide no especular» (17-VIII-2005). «Bono no descarta el ataque, pero cree que el viento derribó el helicóptero»; «Karzai culpa a una tormenta de arena y un oficial afgano habla de un choque de aspas. Miscelánea de teorías»; «Expertos independientes cuestionan que una racha de aire pueda tirar un Cougar» (18-VIII-2005). «Militares gallegos en Herat dicen que sus mandos les han pedido silencio»; «Los Cougar le pueden al viento» (19-VIII-2005). «El CNI alertó al Gobierno hace dos meses de posibles ataques a naves»; «El comandante del helicóptero que no se estrelló dice que en la zona siempre sopla el viento»; «Soldados gallegos de la Brilat vigilan día y noche los dos helicópteros siniestrados»; «Los ocupantes del segundo aparato dispararon al temer que era un ataque» (20-VIII-2005). «Nuevos restos hallados en el lugar de los hechos serán incinerados» (22-VIII-2005). El mismo día 22 se nos informa que «hace unas semanas dos granadas de mano explotaron cerca de las oficinas del gobernador de Herat», «los clérigos sunníes no ocultan su desagrado esencial por la presencia de tropas extranjeras en su país»… ¿seguimos?

Más adelante, el 15 de febrero de 2006, publiqué, en el mismo medio (que igualmente lo borró de sus archivos) otro artículo titulado «Afganistán pone al descubierto la mentira original de Irak» . Entresaco un fragmento:

El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha mentido sobre el fatal «accidente» del helicóptero Cougar en Afganistán. Pido perdón por la autocita, pero me parece que he sido el primero (o de los primeros) en defender en un medio nacional que aquel hecho se debió a un ataque y no a un accidente. Lo hice el 24 de agosto de 2005, en este mismo medio, en un artículo titulado «Afganistán: ¿qué oculta el Gobierno?». En aquel momento, escribí que «casi todos los indicios» apuntaban a un derribo en una acción de guerra. Es duro decirlo, pero entonces (24 de agosto) casi nadie (ni siquiera en los medios periodísticos antigubernamentales) dio crédito a esta hipótesis que para mí era evidente.

II. IRREGULARIDADES SIN FIN EN LA TRAMITACIÓN DEL «CASO COUGAR»
Reproduzco una información de La Voz de Galicia de ayer, 22 de diciembre, que lo dice todo:

Un caso plagado de interrogantes, sorpresas, errores y obstáculos

I.S
22/12/2009

El caso del Cougar ha estado desde el principio plagado de dudas. El titular del Juzgado Togado Militar Territorial número 11 archivó la causa en junio del 2008, al descartar un ataque y señalar que «se trató de un accidente» fruto de una serie de circunstancias «imposibles de determinar», tal y como señala el informe de Defensa del 2005.
Este indica
1. que el helicóptero volaba a baja altura -aunque no aclara el motivo-,
2. que las condiciones meteorológicas y orográficas eran adversas y
3. que posiblemente hubo algún error humano.

El caso fue reabierto en septiembre de ese año después de un recurso de las familias, que no tuvieron acceso al sumario hasta una vez que fue archivado, y en el que se encontraron una serie de errores, como que
1. en él se confunden los dos helicópteros,
2. hay informes y documentos que no se sabe quién respalda porque están sin firmar,
3. e incluso escriben mal los nombres de los soldados.
4. Por si eso fuera poco, una sorprendente declaración llegó en marzo, cuando quien aparece como autor del atestado asegura que no participó en su confección.
5. A todo esto se suma que el siniestro fue reivindicado por un líder talibán al que nadie hizo caso alguno, y
6. a que no se pidió la declaración de los únicos testigos del suceso: cuatro jóvenes afganos que estaban en el lugar.

III. LA GACETA E INTERECONOMÍA APORTAN NUEVOS DATOS
En el año 2008, los medios del grupo Intereconomía aportaron nuevos datos para abonar la hipótesis del atentado o ataque armado. Datos que han refrescado ahora:

El día 4 de octubre de 2008, el programa Más se perdió en Cuba de Intereconomía TV, dirigido y presentado por Xavier Horcajo, demostró a través de una serie de fotografías exclusivas cómo se sucedieron los hechos: dos helicópteros Cougar volaban a baja altura, a menos de 500 metros de distancia el uno del otro. El primero explota, según testigos presenciales que aseguraron haber oído una serie de disparos. Muy probablemente fue un RPG (Ruchnoy Protivotankoviy Granatoment) localizado convenientemente por los talibanes, el arma culpable de la tragedia. Al percatarse del ataque, el segundo Cougar realiza una maniobra de dispersión que provoca daños notables en el aparato.

Al observar la instantánea en que se refleja el dibujo en forma de abanico sobre la tierra quemada que dejó el primer Cougar, la interpretación de los expertos no deja resquicio a la duda: muy difícilmente el siniestro del helicóptero tuvo entre sus causas la explosión de los tanques de combustible. El reportaje que firma Eugenia Viñes en la edición de la semana del 10 de octubre del semanario ÉPOCA recoge el testimonio de Leopoldo Muñoz Sánchez. El coronel en la reserva asegura que “es muy difícil un impacto contra los depósitos de carburante por la sencilla razón de que son de un caucho especial autosellante”. Por tanto, tuvo que producirse un impacto en origen mucho más potente para que explotaran. El segundo argumento esgrimido por el militar es que “la mancha en el terreno no puede ser de origen mecánico, sino por explosión (…) Por la simple inspección de las fotografías, no hay huellas de surcos por impacto de cola. Esta colisión de cola sería la lógica y normal si el helicóptero hubiera impactado por algún fallo mecánico”.

En el citado número de ÉPOCA, el coronel Muñoz –a título personal y como presidente también que lo es de la Asociación de Militares Españoles (AME)– asegura haber enseñado las fotografías difundidas por Intereconomía TV a varios expertos pilotos de helicópteros, tanto de transporte como de combate. De su análisis detallado se desprende que el siniestro del Cougar “debió de ser obra de un misil; de ahí la fuerza de la explosión y el hecho de que, de todo el fuselaje del Cougar, sólo hayan quedado restos de la parte de arriba”. Esta tesis coincide con el testimonio de un grupo de jóvenes afganos que se encontraba pastoreando aquel 16 de agosto de 2005, a menos de 60 metros de la zona donde cayeron los dos aparatos del Ejército español.

El Grupo Intereconomía puede sentirse orgulloso de su investigación. Pero sería ético reconocer el trabajo que hicieron otros antes.
Porque la verdad nos hace libres. A todos.

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«Mentiras sobre el «Cougar»: la manipulación de la violencia islamista» (16-III-2009)

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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