Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

Santiago Apóstol, patrono de España

Hoy es el día en que se celebra la fiesta de Santiago Apóstol, patrono de España. Y precisamente por ello, los Reyes de España (u otra persona por delegación suya) realiza una ofrenda ante el sepulcro que se venera en la Catedral de Santiago de Compostela. Algunos han cuestionado la autenticidad del sepulcro pero los argumentos contrarios no resisten los argumentos favorables. Curiosamente, la «memoria histórica» parece empeñada en borrar la historia de España hasta el punto de convertir la fiesta del patrono de España en la fiesta de los separatistas gallegos.

I. ¿VINO EL APÓSTOL A ESPAÑA?
Existe una tradición según la cual el apóstol Santiago predicó en tierras españolas. Ello explicaría que, cuando fue decapitado por Herodes al volver a Jerusalén sus discípulos quisieran traer su cuerpo a la tierra en la que predicó la Buena Noticia. La predicación apostólica y la presencia de Santiago en el sepulcro compostelano no son datos que estén en una relación necesaria, aunque la falta de autenticidad de uno de ambos pueda afectar a la credibilidad del otro. Esto nos lleva a plantear la primera cuestión: ¿vino el Apóstol Santiago a España?

La tradición dice que sí. Pero esto no es un dogma de fe. Algunos lo han cuestionado (entre la maraña de obras superficiales la obra más seria es la de Ofelia Rey Castelao, curiosamente colega Catedrática de la Universidad de Santiago), pero los datos existentes si bien no permiten afirmarlo, dan credibilidad a la tradición. A este respecto, el canónigo de la Catedral compostelana José Fernández Lago realiza unas consideraciones que nos parecen muy razonables:

La tradición según la cual Santiago vino a anunciar el Evangelio a Occidente, se ve razonable por algunas afirmaciones del libro de los Hechos de los Apóstoles y de la carta de S. Pablo a los Gálatas. Según los Hechos de los Apóstoles, no ha habido actividad evangélica de Santiago en Jerusalén, cosa que, estando en la Ciudad Santa, podría extrañar a cualquiera, al mostrarse en los evangelios como uno de los tres preferidos de Jesús. En lo que respecta a la Carta a los Gálatas, en ella dice S. Pablo que, a los tres años de su conversión, estuvo en Jerusalén, pasando quince días con S. Pedro, y que, a pesar de ello, no llegó a ver a ningún otro de los Doce apóstoles, cosa extrañísima si estuvieran en Jerusalén. Que en el Concilio de Jerusalén se acepte sin rechazo alguno que Pablo exima de la Ley judía a los llegados del paganismo, sólo se comprende si alguno de los Doce, como Santiago o Pedro, hubieran hecho otro tanto anteriormente. Esto justificaría el que, al poder echarles mano Agripa, intentara matarlos a los dos. Esto, enlaza con otros escritos, según los cuales Santiago «difundió la luz del evangelio en España y lugares de Occidente, hasta los confines del mundo».

Esa estancia pudo haberse producido desde el año 40-41 d.C. hasta el 43-44. Los medios de comunicación de la época (el mare nostrum de un imperio romano pacificado) hacían factible este desplazamiento y estas fechas.

II. ¿ESTÁ EL CUERPO DEL APÓSTOL SANTIAGO EN EL SEPULCRO COMPOSTELANO?
La Iglesia Católica realizó una investigación en 1878 cuando se redescubrieron los restos del Apóstol. Tras la misma, el Papa León XIII, en 1884 aprobó una bula certificando su autenticidad.
No obstante, es lo cierto que ni nosotros podemos, ni la Iglesia lo hace, dar a esta investigación valor de un dogma de fe. En consecuencia, no parece que se pueda afirmar como «verdad de fe» que el Apóstol Santiago está en el sepulcro.
Ahora bien, sí se puede realizar una afirmación y hacer un juicio.

La afirmación es que quien está en la catedral, con toda seguridad NO es Prisciliano (un hereje).
La tesis de que el enterrado en la catedral es el herejePrisciliano es acogida con indisimulado entusiasmo como probable por los «progres» (sean ateos o supuestos creyentes como Chao Rego) y por otros personajes como Sánchez Dragó. Pero lo que no se suele decir es que antes fue defendida por el esotérico nazi Otto Rahn. Curioso ¿no?
El «pequeño» problema es que aunque no sepamos con certeza absoluta de quien son los restos, lo cierto es que los restos son anteriores al siglo II, y resulta que Prisciliano vivió en el siglo IV.

El juicio es que quien está en la catedral es muy verosímil que pueda ser Santiago.
Por la disposición de la necrópolis y los datos del conjunto de tumbas del siglo I que se han encontrado donde ahora está la catedral se puede afirmar que había un sepulcro considerado especialmente importante pues el resto de tumbas se ubican alrededor de la misma y que además, coincidiendo con los datos de la tradición, está flanqueada por dos sepulcros considerados importantes que pueden ser los de los dos discípulos que según la tradición trajeron a Santiago los restos del Apóstol (Teodoro y Atanasio). Precisamente se ha descubierto por Isidoro Millán en una de las tumbas una inscripción, de finales del s. I o principios del II, que se refiere a «Athanasios» con letras griegas y hebreas similares a las encontradas en Jerusalén.
Es más, los arqueólogos han determinado que la necrópolis romana de los siglos II a IV donde se ha encontrado el sepulcro de Santiago fue realizada por extranjeros de cultura romana pero no originarios de las culturas existentes entonces en Galicia.

III. EL PATRONAZGO DE SANTIAGO SOBRE ESPAÑA
Se ha discutido largamente sobre el origen de este patronazgo especialmente por la antecitada profesora (Ofelia Rey).
Pero independientemente del hecho, real, de que en el siglo XVII ese patronazgo fue discutido y que para discutirlo se negaron por algunos los fundamentos del mismo (fundamentalmente, la presencia en España del apóstol y su intervención en determinadas batallas), no es menos cierto que el patronazgo hunde sus raíces en un reconocimiento por los reyes de la protección que consideran que les ha dado el Apóstol Santiago en la Reconquista. Así ocurre desde hace 12 siglos, ya desde los Reyes de Asturias en el s. IX.

Por supuesto que muchos consideran que el hallazgo en el siglo IX de los restos del Apóstol Santiago pudo ser fabulada.
Pero lo que es cierto es que, en primer lugar, esa confianza se mantuvo ininterrumpidamente durante siglos en los que, curiosamente, esa confianza se veía correspondida por éxitos militares nada fabulados.
Y, en segundo lugar, que si el hallazgo fue una fábula motivada por intereses políticos o de otro tipo diferente del religioso, llama la atención que nadie más reclamara un hallazgo similar para beneficiarse de todas las ventajas que acarreaba la presencia del sepulcro. Sin ir más lejos, ¿por qué no haber fabulado entonces una ubicación para el sepulcro más al Sur para dar un mayor impulso a la Reconquista?

La realidad es que la monarquía española sigue realizando una ofrenda al Apóstol en el día en que se celebra su memoria, el 25 de julio. Esta ofrenda, que fue abolida por las Cortes de Cádiz en 1810, bajo ningún concepto puede ser considerada abolida ahora.
No sólo porque según la Constitución «Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española» (art. 16.3 de la Constitución), sino además porque la Constitución establece en relación con el titular de la Corona que «Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona» (art. 56.2 CE). Y cualquiera que sepa historia sabe que entre esos títulos se halla el de «Su Majestad Católica» que es como firmaba los tratados internacionales hasta el siglo XIX.

Por todo lo anterior, bienvenida sea la ofrenda del Rey de España al Apóstol Santiago delante de su sepulcro.

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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