Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Soy español, ¿que pasa?.

 

Ultimamente parece estar de moda aparecer tras un periodista que en televisión retransmita cualquier acto, para desde ahí hacer el indio, reivindicar cualquier chorrada, o simplemente la gracieta similar a quien escribe en las puertas y paredes de los servicios públicos sus inteligentes mensajes, o incluso en cualquier monumento de mayor o menor entidad advirtiendo al personal que fulanito estuvo ahí, algo que suele calificarse desde gamberrada a obra de arte, según sea la sensibilidad del que opina.

Viene al caso la anécdota de un periodista de GOL TV, que retransmitía la crónica final de un encuentro en el Camp Nou entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona, cuando de repente entra en pantalla, pasando por la retaguardia del periodista, un holligan que gritaba exaltado “Visca Catalunya Lliure”. El asunto no parecía tener mayor importancia, pero la recobró al momento cuando quienes estaban frente al televisor reconocieron al exaltado en cuestión, que no era otro que el tenor español, mundialmente conocido, José Carreras.

Ante el lío mediático que ello propiciaba, el tenor manifestó que lo hizo  debido a salir exaltado del campo, que ante un Barça-Madrid pierde los nervios y que estaba eufórico con la victoria de su equipo al que tanto se había perseguido desde el centralismo, por lo que la victoria ante el Real Madrid le había llevado a esos extremos, declaraciones que acompañaban a reivindicaciones más serias en pro del independentismo, de la república catalana y del rechazo del centralismo opresor español, etc., etc.

Una vez más, aquello ponía de manifiesto que se puede ser un fuera de serie en una actividad concreta y un absoluto palurdo en otras o en el resto, ya que es absolutamente incompatible ser un realizado independentista, con seguir viendo fútbol en “can Barça”, salvo que uno se conforme, en una Cataluña independiente, con asistir a un Barça sin ninguna de sus figuras, huidas en estampida, algunas fichadas por el Real Madrid entre otros equipos, contra el Gramanet, el Torroella, o el Ull de Cona, jugándose una especie de liga de solteros contra casados, en un campode tercera regional, pues el Barça desaparecería del mapa en segundos, la ruina sería monumental, las indemnizaciones que exigirían las figuras, de récord Guiness, el estadio para la piqueta y la ausencia de las competiciones, tanto nacionales como internacionales, en todas sus modalidades deportivas, absoluta, aunque le quedaría el consuelo al Sr. Carreras de ver por la televisión a Messi, a Suarez o a Piqué jugando acaso con la camiseta blanca.  

A la vista del asunto y como colaborador, hasta entonces, de la Fundación que preside, les envié una carta pidiéndoles que me dieran de baja en cuanto a mi aportación a la Fundación, recomendándoles que se dirigieran a los independentistas para tal fin, pues seguramente responderían con mayor ilusión a la que yo tenía tras los hechos enunciados.

Pasados unos días recibí respuesta de la Fundación a través de su gerente, quien lamentaba mi decisión, al tiempo que hacía un panegírico de la labor del tenor en cuanto a su generosidad, buenas obras y demás, a la que también a la mayor brevedad respondí, con la que paso copia a continuación:

Fundación Josep Carreras

Antoni García Prat

Gerente

Estimado Sr. García:

Antes de nada agradecerles su respuesta, su dedicación y labor en pro de los enfermos de leucemia y mi admiración por Josep Carreras como extraordinario cantante.

Me llamo Miguel Font Rosell, por lo que es fácil deducir que se trata de un catalán. A mayor abundamiento y hasta donde conozco, mis 16 primeros apellidos son: Font, Rosell, Mariol, Mariné, Riera, Brunet, Font, Clergas, Ros, Colomines, Casasayas, Soler, Puig, Lacoma, Soler, Grau… y seguramente así hasta aburrir, absolutamente todos catalanes, lo que hoy no pueden asegurar ni el 1% de nuestros paisanos más independentistas. Tengo 70 años y, aunque fuera de Cataluña, sigo hablando catalán sin problema alguno. Nacido en Barcelona, en la calle Muntaner,  la misma en la que reside su Fundación, aunque en los primeros números de la calle, no tan arriba, lo que pudiéramos considerar el centro de la ciudad, por lo que no soy para nada sospechoso de arribismo, ni de apóstol del centralismo, ni nada similar.

Vivo en Tui, un pueblo precioso de Galicia, frontera con Portugal, conozco prácticamente toda España y he viajado por cerca de 80 países, dicho todo ello con el único fin de evitar un encasillamiento que pudiera parecer contrario a mi amor por Cataluña, que también amamos a Cataluña los no independentistas. Ah!, también soy del Barça, de toda la vida.

También a mayor abundamiento le diré que el hecho de no residir en Cataluña se debe a que a mi padre (un ser excepcional), tras la guerra, su huida de un campo de concentración en Francia, el paso por los Pirineos perseguidos por perros varios días  (los franceses…) y su llegada al Ampurdán de donde era originario, para finalmente recalar en Barcelona donde por haber sido “rojo” le fue incautada su casa, requisado su dinero, perdido su importante puesto de trabajo y, pasados unos años malviviendo, aconsejado a huir de Cataluña, acabó recalando en Galicia. Estos hechos, para nada llevaron a educarme en el odio, el resentimiento o la venganza, sino todo lo contrario.

Ya ve, el pobre hombre, no se exilió a Mejico como le propusieron e hicieron tantos, pues mi madre estaba en Barcelona y prefirió arriesgarse a lo que fuera, en un momento en el que la recién estrenada dictadura estaba en plena enforia rebanchista, no como el cobarde y traidor Puigdemont, huido, no de una dictadura asesina, sino de la justicia de un Estado democrático de la actual Unión Europea, dejando colgados a los suyos y buscando justificación en un supuesto exilio, como mártir de la democracia y perseguido por un Estado opresor, enemigo de su país y bla, bla, bla.

Como catalán, no soy ajeno a la ruptura actual de nuestra sociedad, de nuestras familias y de nuestra propia identidad, pues tengo familia enfrentada por cuestiones de “nacionalidad”, como hoy desgraciadamente tenemos todos los catalanes.

Dicho esto, respeto profundamente la idea o ideología de cada cual, siempre que ese respeto sea mutuo y se contrasten las ideas civilizadamente y dentro de una legalidad establecida que nos garantiza nuestra pacifica convivencia.

Comprendo que el señor Carreras se sienta catalán (yo también), pero es incuestionable que además de catalán, el señor Carreras es español, lo quiera o no, como cuando uno quiere ser muy alto aunque solo mida metro y medio. Es bajito, lo quiera o no. Josep Carreras nació en Barcelona (como yo), es decir en una parte de España, que pertenece y ha pertenecido a España desde que esta nación se considera como tal, fantasías aparte.

Entre los múltiples reconocimientos otorgados al Sr. Carreras por el mundo adelante, España, que siempre le ha tratado con mucho cariño y reconocimiento, le ha otorgado la Medalla de Oro del Spanish Institute de NY, la Medalla de Oro de las Bellas Artes otorgada por nuestro rey, el Premio Principe de Asturias 1991, la Cruz de Oro del Orden Civil de la Solidaridad Social entregada por nuestra reina, es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Elche, fue director musical de los juegos olímpicos de 1992, la ciudad de Fuenlabrada, en la Comunidad Autónoma de Madrid, le dio su nombre a un teatro, etc. De nada puede quejarse del comportamiento de España ni de los españoles hacia su persona, ni hacia su inestimable labor social.

No debemos olvidar que España es un Estado de Derecho, una monarquía parlamentaria (no una república), con una Constitución votada por todos los españoles, con un porcentaje demoledor en cuanto a su aprobación en Cataluña (superior al 90%), una Constitución que tiene como uno de sus principios la unidad de España y de todos los españoles, y que solo le permite llevar a cabo referéndums que afecten a principios constitucionales, al gobierno del país. De tal manera que para otros cometidos tiene la puerta abierta del Congreso para plantear cuestiones que afectan a todos los españoles. A mi también me gustaría que hubiese referéndums más a menudo, e incluso sobre cuestiones fundamentales, pero siempre que nos afecten a todos, que su ámbito sea nacional, y si no es así, que sea para cuestiones domésticas. Si mi mano se mueve al contrario de la voluntad de mi cerebro, no solo es un problema de mi mano, sino que afecta a todo mi cuerpo en general.

Lo que pretende Carreras con la independencia de Cataluña, expresada incluso furtivamente, aprovechando su proximidad a un locutor, por detrás, como si de un hooligan se tratase, sin que nadie se lo haya pedido, solo puede conseguirse, de momento, desde la más absoluta ilegalidad penal y constitucional, la falta de gratitud al país al que perteneces, sacrificando el bienestar y el prestigio de todos los catalanes, enfrentándoles socialmente y ello mientras sigue viajando por el mundo con pasaporte español, utilizando embajadas españolas, hablando en español, dirigiéndose en español a quienes pide ayuda, etc.

Créame señor García, si le digo que el fascismo, en nada se diferencia de un ultranacionalismo excluyente, impuesto desde la descalificación más radical de quien piensa desigual, pues esa es su esencia. ¿Como se puede militar a las ordenes, y luchar hombro con hombro con alguien como el actual presidente de la Generalitat, un fascista de libro, a quien el Sr. Carreras nunca ha descalificado, que piensa de la siguiente forma, y no se trata de un alegato de Hitler contra los judíos, es actual, solo basta con cambiar catalanes por alemanes y españoles por judios y el paralelismo está servido, al mas puro estilo Goebeliano. Veamos:

«Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Les crea urticaria. Les rebota todo lo que no sea español y en castellano. Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan las bestias. Viven, mueren y se multiplican. Una de ellas protagonizó el otro día un incidente que no ha llegado a Catalunya y merece ser explicado, como un ejemplo extraordinario de la bestialidad de estos seres. Pobres bestias, no pueden hacer más […] Pero ¿por qué hay que movilizarse cada vez? ¿Cuando acabarán los ataques de las bestias? ¿Cómo podemos en 2008 aguantar tanta vejación, tanta humillación y tanto desprecio?”.

Este mismo personaje, que sigue castigando a todo comerciante que no rotule su razón social en catalán, o en cualquier otro idioma que no sea el español (seguimos con los paralelismos), alineado con los mismos objetivos del Sr. Carreras, es autor también de las siguientes perlas:

“Los catalanes vamos en coches particulares y nos lo pagamos todo. No hacemos como los españoles.”

“Los españoles en Cataluña son como la energía: no desaparecen, se transforman”.

“Fuera bromas. Señores, si seguimos aquí algunos años más, corremos el riesgo de acabar tan locos como los españoles”.

“Sobre todo, lo que sorprende es el tono, la mala educación, la pijería española. Sensación de inmundicia. Horrible”.

“Vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario”.

“Los españoles solo saben expoliar”

“Los del PSC, pobres, hablan el español, como los españoles”.

Si todo esto no es racismo, odio, e incitación a la rebelión, ¿como calificarlo?.

¿Como calificar a quien en el entierro de la extraordinaria Montserrat Caballé, catalana y orgullosamente española, aprovecha la triste circunstancia para pedir menos español y más catalán?

¿No les parece una contradicción significativa el pedir “más catalán”, pero cuando se trata de pedir dinero llamarse Fundación y no “Fundació”?, ¿Se trata acaso del hecho diferencial en cuanto al culto a la pela por encima de cualquier otra reivindicación nacionalista?, ¿Se le puede pedir a alguien que muera en catalán mientras para pedir dinero se vive en español?

El nazismo tuvo también importantes músicos vinculados a su régimen, como fueron, entre otros, Karajan afiliado al partido, Strauss presidente del Consejo de Música del Reich, Carl Orff, Karl Böhm, etc. que también colaboraron muy activamente en obras de beneficencia y demás actividades sociales.

En su carta hace usted un alegato a la gran generosidad del Sr. Carreras, que no pongo en duda en absoluto, como tampoco lo hago de la extraordinaria labor que desarrolla la Fundación de la que usted, Sr. García, es gerente, pero comprenderá que, desde mi punto de vista, equivocado o no, rechace actitudes personales como la del Sr. Carreras y los que como el tienen ese concepto de mi patria y la suya, España. 

Precisamente por que yo me siento muy catalán y por ello muy español, he decidido que mi humildísima aportación a la Fundación que preside el cantante español Jose Carreras, vaya a parar a otras organizaciones también benéficas, capitaneadas por personas que no odien, insulten ni desprecien a mi país ni a mis paisanos, a todos mis paisanos, y esa y no otra, es la explicación a mi cese de colaboración con la Fundación a la que le deseo los mejores éxitos, que no dudo que procurarán los partidos independentistas, a mi entender genuinos representantes de un nazismo de corte light, de momento (ya veremos en que acaba), para suplir la falta de ayuda por parte de ciudadanos como es mi caso, que siguen estando orgullosos de ser catalanes y por ello españoles y ciudadanos de un país maravilloso que seguimos, de momento, llamando España.

Atentamente

Tui, a 8 de noviembre de 2018

Miguel Font Rosell

Catalán, y precisamente por ello, muy español

Tanto Cataluña como Euskadi, han sido desde el advenimiento de la llamada democracia en España, moneda de cambio para la clase política, quienes a rajatabla han usado las veleidades independentistas de algunos para echar cada vez más leña al fuego, facilitándoles sistemáticamente el ascenso, peldaño a peldaño, a las puertas de esa anhelada independencia que cada vez sienten más cerca, todo a cambio de sus ambiciones personales, de partido y de poder, a costa de lo que fuera. Unos políticos que venderían sin pestañear a su propia madre con tal de pisar moqueta, chupar de la teta, ejercer la mamandurria más rastrera y sentirse poderosos.

Ayer España tuvo un gobierno mangoneado por un cobarde que antes de dimitir prefirió dejar colgados a los suyos (hoy sería Soraya Saez de Santamaría presidenta del Gobierno), perder el poder y permitir que gobierne una tropa que día a día demuestra su absoluta incapacidad para nada que no sea la defensa de sus intereses, al mando de un mentiroso compulsivo, sin el menor escrúpulo ante aquello que haga peligrar sus logros de okupa de la presidencia, de manos de independentistas que no aspiran a otra cosa que romper España, algo a lo que accedería gustoso si no fuera porque los españoles, de momento, aun no aceptamos tamañas veleidades. ¿o si?.

Hemos llegado a tal grado de estupidez que, a más de uno, todas estas  manifestaciones, normales y admiradas en cualquier país democrático al uso, aquí le puedan parecer ultras, dado el punto de entreguismo patrio al que nos ha conducido esa dictadura de lo políticamente correcto en la que nos encontramos inmersos. 

Amar a España, sentirse orgulloso de ser español y proclamarlo, no solo no es ningún dislate, sino una manifestación debida de quien agradece al destino tamaña suerte.

!Que bien le vendría a España si la inmensa mayoría no se avergonzase de reconocer tal sentimiento!…

Si, soy español, ¿que pasa?.   

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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