Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

País…

España no es un país de términos medios. Aquí las cosas han de ser blancas o negras, con escaso éxito para los grises y sus diversas tonalidades, salvo que uno sea gallego, sepa ver la oportunidad en los matices y convivir con los extremos (Deus e bo pero…, o demo non e malo).

Dispuesto a entrar en arenas movedizas, en zona minada y en un campo de tiro al blanco políticamente correcto, voy a tratar, desde mi vocacional incorrección política y de remar a contracorriente, de expresar mi parecer sobre un asunto en el que gran parte de la sociedad es incapaz de ver grises mas allá de sus propios prejuicios. 

Hombres y mujeres pertenecemos ambos al llamado genero humano, aunque afortunadamente, somos muy distintos en muchos aspectos. A lo largo de la historia, la misión de hombres y mujeres ha sido claramente diferenciada, no entrando los hombres en tareas que consideraban propias de la mujer y vedando la entrada a ellas en otros que se consideraban estrictamente masculinos, quedándose casi siempre el hombre con la principal parte de la tarta, un mundo que sigue vigente sobre todo en lugares en donde las religiones tienen aun un importante protagonismo: musulmanes, judíos, católicos y protestantes, por este orden. 

En nuestro mundo occidental, y coincidiendo con la paulatina pérdida de poder de nuestras religiones, y el mayor protagonismo del laicismo, se ha ido produciendo un cambio fundamental en aquellos planteamientos seculares, de manera que la lucha de la mujer por ir ocupando parcelas ancestralmente reservadas a los hombres, se ha ido imponiendo, al tiempo que misiones únicamente en manos de mujeres han sido “impuestas” al hombre desde un raciocinio de compensación, ante la evidencia de una igualdad que poco a poco se va imponiendo en la sociedad.

Lógicamente, una transformación de tanto calado, como todas las que a lo largo de la historia se han producido, no se produce de forma instantánea ni pacifica, pues su acomodación requiere de un tiempo considerable para ser asimilada. 

Hoy, el grueso de la igualdad en nuestra sociedad occidental está cumplido en su mayor parte, reduciendo la “lucha”, en general, a lo que casi siempre suele generar mayores tensiones al tratarse de cuestiones de menor calado, como son los flecos. Aquí ya sé que empiezo a meterme en un charco, ya que siempre las posturas más extremas, generalmente provocadas por jóvenes militantes de partidos ultras que nunca han conocido el auténtico machismo en sus carnes, que desconocen la historia y que viven en un mundo propio de intolerancia hacia lo que no son sus posturas, empiezan a ver “machismo” en este tipo de afirmaciones.

Desgraciadamente, conseguido lo esencial, quienes han ejercido un feminismo militante de lucha para llegar a conseguir sus metas, llegadas a ese punto, suelen pasar a la “reserva”, y aun manteniendo sus posturas en pro de una absoluta igualdad, abandonan el campo de los “flecos” en beneficio de quienes, desde posturas extremas, acaban convirtiendo lo que fue una larga lucha de raciocinio y constancia, en una especie de tumulto del corto plazo, intolerancia, chapuza y desconocimiento.

Vivimos en una sociedad en la que quienes dominan los medios acaban ostentando el poder, bien desde quienes utilizándolo ya en la sombra, no les interesa para nada su protagonismo, ni el de sus “cosas” en los medios, o desde quienes, con planteamientos opuestos, les interesa estar todos los días en candelero para vender su producto, ya sea económico, cultural o sobre todo político, estableciendo lo que en cada momento consideran que debe ser lo políticamente correcto. 

Desde los medios, quienes los dominan establecen cuales son los temas a tratar y con que criterios, de que va a hablar la ciudadanía y desde que planteamientos, que noticias maximizar para ahogar otras que no interesan y con que duración, a quienes ensalzar y a quienes vilipendiar, todo ello en una manipulación de la opinión pública, a veces muy refinada, que supera ya todo lo conocido.

Veamos un ejemplo: España tiene actualmente un grave problema cual es un crecimiento negativo considerable, llegando a convertirnos en el país europeo con menor tasa de natalidad, que solo sabemos compensar con una inmigración de gente que no solo son ajenos a nuestras costumbres, sino en gran parte de los casos absolutamente contrarios, con criterios medievales y opuestos a cualquier tipo de evolución, sobre todo en la mujer. Una medida que es absolutamente necesaria, que ya han acometido en otros países, y que aquí nadie quiere acometer, es la conciliación laboral y la reforma de la legislación correspondiente en beneficio de facilitar el crecimiento del indice de natalidad, algo fundamental para hombres y mujeres, pero sobre todo para ellas y sus posibilidades de gestación. Estos son asuntos “que no interesa” tratar al poder, aun cuando afectan a toda la sociedad, a todos los españoles y españolas que ejercen laboralmente, que si lo localizamos únicamente en las mujeres supone aproximadamente un 35%. ¿Como taparlos y monopolizar la atención de la mujer?. Con un asunto grave que, al menos mentalmente, a todas afecta, que genera amplia repercusión en los medios (negocio), que produce enfrentamientos y que mantiene viva la llama de la “información”: la inseguridad de la mujer en forma de violación.

Veamos datos. Los estudiosos sobre el particular dan las siguientes cifras: En España se registran 4 violaciones diarias, siendo el país europeo con menor número de violaciones registradas. Se sostiene que ese número representa únicamente el 20% de las que realmente se producen, con lo que podríamos decir que se materializan unas 20 violaciones diarias, lo que supone una cifra de alrededor de 7.000 violaciones al año en toda España, un país con 24 millones de mujeres, de las que 7.000 representa el 0,00035%. 

Sin menospreciar para nada la gravedad de cualquier violación, un asunto del que depende el futuro del país y que afecta al 35% de las mujeres, “no interesa” al poder, y ni siquiera a las feministas más concienciadas, y sin embargo otro que afecta al 0,00035%, una proporción parecida a que te toque uno de los primeros premios de la lotería, ocupa las paginas de los periódicos permanentemente durante meses y parece ser el motivo fundamental de ese feminismo de nuevo cuño y punto de mira errático en España.

Veamos ahora como escoger la noticia, para desde ahí ir tirando del hilo. Es necesario, en primer lugar, encontrar el caso que produzca mayor indignación y no necesariamente a partir del mal causado a la víctima, pues cualquier violación por si misma ya produce un mal irreparable, sino desde las posibilidades que ofrece el agresor o agresores de mover masas en su contra o de generar polémica.

Una vez más, entramos en el caso de la “manada”, un caso que no se escoge al azar, pues curiosamente en las mismas fechas, otra “manada”, pero esta vez de musulmanes, en la región valenciana, violaron sin ningún genero de dudas, sin consentimiento y con lesiones importantes, sucesivas veces a una menor, un caso de muchísima más gravedad que el escogido, pero que al no generar dudas ni polémica, y además tratarse de musulmanes que pudieran atentar contra los medios, acusarnos a todos de racistas, o atentar contra ese buenísimo bobalicón acuñado, se dejó aparcado, en “beneficio” del de los sevillanos.

En teoría se trata de unos jóvenes en plena festividad de los sanfermines, donde cinco energúmenos meten en un portal a una joven y la violan entre todos y sucesivamente. Se trata de sevillanos a los que les va la marcha, que solo ven en la mujer un objeto de deseo, que uno de ellos es militar, otro guardia civil y los otros conocidos amantes de los toros y juerguistas  de acoso y derribo. Lo tienen todo para el triunfo de los medios. De ella nada se sabe, pero eso poco importa ya que la violación se da por supuesta. Si ello fuera poco, tras el juicio las cosas ya no están tan claras, y de los tres magistrados, uno de ellos (ahora ya son dos y uno de ellos es mujer) emite un voto en contra, razonado con una “sentencia” paralela de mucho más entidad jurídica que la propia sentencia oficial (me he leído ambas íntegramente), pues de las pruebas y de las manifestaciones de todos los protagonistas, parece deducirse más un consentimiento por parte de una víctima que no responde demasiado con lo esperado, que otra cosa, de manera que la polémica mediática está servida, y máxime cuando a ella no se le entrevista en medio alguno (no vaya a ser…), a efecto de seguir manteniendo la tensión y el enfrentamiento entre quienes piensan que es la justicia quien debe hacerlo, y quienes entrando al trapo de los medios, políticos incluidos, no tienen ningún cuidado en criminalizar a los jueces (el propio ministro de “justicia”) y siguen el dictado de linchamiento que su veredicto particular les dicta y los medios alientan y recogen.

Francamente, si yo fuera mujer, informada y concienciada de la necesidad de aplicar un feminismo responsable, estaría indignada de la manipulación a que estamos todos sometidos, del uso partidario y partidista de los políticos y del comercial de los medios para asuntos tan serios, abanderando casos que solo contribuyen a confundir y que en nada favorecen a la solución seria sobre el particular.

La violación, una modalidad de tortura, es una de las peores lacras de la sociedad, algo a abolir y que solo se consigue con educación desde la cuna, con ejemplo de respeto en el domicilio de cada uno y con la consideración hacia los demás, afrontando seriamente el problema, pero nunca desde una prensa o de unos políticos capaces de valerse de ello para sus propios intereses, regulando seriamente el delito, con armas suficientes y claras para que la víctima pueda defenderse o al menos exigir reparación, garantizando a todos unos procesos justos sin prejuicios alentados que entorpezcan la solución real y efectiva que ha de dar la justicia al problema, responda o no a nuestras querencias.

Lo que no puede ser es que los medios nos manejen de forma tan interesada y descarada (lo hacen con todo tipo de sucesos), ni que los políticos sean tan torpes y oportunistas cuando tratan de estos asuntos, y ahí quisiera detenerme en la torpeza de la actual vicepresidenta del gobierno, cuya ocurrencia, en detrimento de la solución al problema, no ha hecho más que arrancar todo tipo de cachondeos, burlas y chistes de todo tipo en los correos que todos recibimos a diario, algo que también ocurre por una mal entendida medida de defensa de la mujer, al establecer “cuotas y paridades” a la hora de otorgar puestos de alta responsabilidad, habiendo otras mujeres tan altamente preparadas en la sociedad, aunque quizá contrarias al besamanos que cualquier político con poder exige para otorgar un cargo.

Se trata de la actual vicepresidenta, del gobierno que hoy okupa la Moncloa, sin que nadie los haya elegido para tal cometido (como aviso a los etiquetadores, nada tengo que ver con los populares), quien es además ministra de la Presidencia, de Relaciones con las Cortes, de Igualdad (¿o de igual da?), que lo fue de Cultura, con Zapatero y consejera de Cultura con Chaves (una profesional de la política), doctora en Derecho Constitucional (en España es suficiente con ser chapón) e hija predilecta de Cabra. 

Entre sus “perlas” en el ejercicio de la política, podríamos destacar, entre otras muchas, las siguientes, donde cobra protagonismo la señalada en primer lugar, algo que entienden demasiados políticos en los principales partidos, y así nos va, cuando trincan a “fartar”, al confundir dinero de todos con dinero de nadie.

“Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie” (entrevista en ABC, el 24 de mayo de 2004).

“La lengua española está llena de anglicanismos (en lugar de anglicismos)”.

“Yo he sido cocinera antes que fraila (no existe tal término)”

“Las señoras tienen que ser caballeras andantes, quijotas manchegas.

“El Rocío (Huelva está en el Atlántico) es la expresión de la primavera en el Mediterráneo”.

“Me gusta madrugar para poder pasar más rato en el baño: allí leo el periódico, oigo la radio, oigo música y hablo por teléfono con alcaldes en bragas”.

“Yo transmito que soy muy yo, y que voy de yo por la vida. Soy una tía a la que no doblan. Yo no renuncio a mis vaqueros ni a nada. Cuando deje de ser ministra seguiré siendo yo, que es mi verdadero cargo.”

“Un concierto de rock en español hace más por el castellano que el Instituto Cervantes” (número 58 de Rolling Stone para España, 1 de diciembre de 2004).

“Los niños van acostumbrando su mirada a ver piezas inmensas de escultura”.

“Esperemos que el libro se abarate entre que llega la gratuidad”.

“Deseo que la UNESCO legisle para todos los planetas” (encuentro mundial de ministros de Cultura a favor de la diversidad cultural, el 11 de junio de 2005).

“Yo he ido al colegio cuando nos enseñaban labores, cocina, manualidades y urbanismo (en lugar de urbanidad)”.

Las tres últimas ocurrencias de esta okupa de la cultura, y ya como ministra plenipotenciaria, consisten en llevar la “paridad” a las empresas privadas, donde es de suponer que en aplicación de la medida, a aquellas en que trabajan mayoritariamente mujeres, sean desalojadas en beneficio de hombres que ocupen su plaza. También está entre sus futuros logros, el renovar “la” Constitución porque está escrita en masculino, se supone que tras aplicar un porrón de patadas al diccionario, ya que ello en nada depende de la propia Constitución y si de la RAE. Finalmente el criminalizar el españolísimo piropo, por considerarlo “ofensivo”, así tal cual, indiscriminadamente, se trate de una zafiedad, o de un cumplido poético de los que tanto abundan en nuestra lírica más valorada.

Como íbamos a lo que íbamos, nos queda por comentar su propuesta en la lucha contra las violaciones, debiendo entenderse como tal, cuando la mujer no ha manifestado claramente su conformidad con un SI, pues en ese caso hay que entender que NO y esto lo dice, sin rubor, una catedrática de Derecho Constitucional.

Evidentemente, tanto juristas de todo tipo y condición como personas con dos dedos de frente se han escandalizado ante tamaña chuminada, y las bromas y chistes referentes a cualquier posibilidad de ligue se han hecho patentes. Si ya ante la inminencia del “acto”, a ambas partes la líbido les rebosa y en esos momentos, tener que ponerse un condón contribuye a bajar lo que antes había subido, conseguir, en la intimidad del asunto, un SI fehaciente (los mudos lo tienen crudo), bien mediante una visita al notario o la redacción de una declaración jurada, supone inexorablemente la renuncia a cualquier aventura (podemos llevar un condón en el bolsillo, pero difícilmente un impreso de consentimiento), lo que nos volverá a aquella idea ya superada de la consecución del sexo vía matrimonio, como única salida (no me refiero a ninguna “salida” en particular), pues confiar en un SI de boquilla, que siempre puede mudar en un NO por puro revanchismo, mal resultado de la operación, o simplemente “por joder”, resulta una operación de alto riesgo.

Francamente, si se trata de conseguir la igualdad verdadera en la sociedad, bueno será que vuelvan las antiguas feministas, las que luchaban por cosas serias, con armas eficientes y sin decir bobadas elevadas al rango de propuestas de ley, o empezar por la lucha necesaria de tanta mujer que llega a nuestro país desde el Africa negra con costumbres ancestrales de mutilaciones de sus órganos genitales, o desde países musulmanes con todo tipo de humillaciones, castigos y agresiones (madres de futuros españoles), mujeres que hoy contribuyen a normalizar nuestro indice de natalidad, que a las actuales activistas nativas parece no importarles ni lo uno ni lo otro, más preocupadas por regular el articulado de cosas, oficios, cargos, e incluso cosas serias,  con propuestas de chicha y nabo (perdón).

Si el respeto hacia la mujer y sus derechos depende de la educación, la cultura y nuestro propio ejemplo, existe un amplísimo campo, ya no solo entre nuestros nativos, sino principalmente entre quienes acogemos, con eso que llamamos sus culturas y que tanto hacemos por respetar, cuando en el alma de tales ”culturas” está todavía el menosprecio, la humillación y la agresión a la mujer, un campo en el que prácticamente nadie hace nada determinante, ni desde esas organizaciones seudo feministas, ni desde los medios, ni desde la política, sometidos todos a lo políticamente correcto que dictan quienes quieren que solo algo cambie, para que todo siga igual.   

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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