Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Su majestad el cortoplacismo

 

Hoy el mundo se inclina por el cortoplacismo. Nadie se acuerda ni practica la consecución de objetivos a largo plazo, de esos objetivos que por su seriedad requieren de acuerdos de Estado, de una planificación estudiada durante años para ser efectiva en el largo plazo, para asentarse y formar parte de las infraestructuras esenciales de un país.

España lleva ya años harta del “problema” catalán. Por parte del gobierno, hoy fenecido, nada se ha hecho por evitarlo, por evitar toda una cadena de pequeños objetivos de corto plazo, fijados por los separatistas, con los que ir hacia una consecución final. Cada día se producía un acontecimiento que se cambiaba, completaba o remataba al día siguiente, en una especie de escalada de peldaños hacia la “república catalana”, que nunca se atajaba en orden a abortar el objetivo último, sino que se intentaba combatir peldaño a peldaño, árbol a árbol, sin querer asumir que se trata de un bosque, algo que afrontar con una visión mas amplia y de conjunto.

En orden a asentar esta guerra de guerrillas en la que hemos convertido la política, en la que todos y cada uno se fijan como objetivos la toma, casa por casa, del terreno enemigo, sin estrategia alguna ni para ganar la batalla y menos la guerra, el destino lo va marcando ese día a día de luchas fratricidas ajenas a los intereses de todos los ciudadanos, luchas en las que vale todo, y más si se trata de los más cercanos, en donde el fuego amigo resulta cotidiano. Ahí, de todas formas, no solo son culpables una clase y generación política ajena a las altas miras, a la generosidad y al sacrificio en bien de todos, sino también, y ya sobre todo, el cuarto poder de unos medios que cada día necesitan de nuevas, impactantes y demoledoras noticias para su supervivencia, aunque no se atengan a la realidad o fabriquen escándalos por tratamientos fuera de contexto o acontecimientos supuestos.

Acabo de llegar de unas cortas vacaciones fuera del país y a la vuelta me he sentido atropellado por los efectos del cortoplacismo, como si hubiese pasado un largo tiempo desde mi marcha. En esos 10 días, un juez ha puesto de manifiesto la corrupción institucional del partido en el poder, ha caído el gobierno y no por un acto de responsabilidad, sino como consecuencia de una moción de censura, hay nuevo presidente, cae el 155 y hay nuevo gobierno en Cataluña que se dispone a “negociar” de tu a tu con España. El PNV, el partido históricamente traidor por naturaleza, se pasa de sostener al gobierno a derribarlo, en ambos casos exclusivamente por dinero, se ha ido Zidane, hasta los huevos de aguantar a Ronaldo y sus caprichos disimulando sistemáticamente, y estamos a la espera de la configuración de un nuevo gobierno a cargo de un partido perdedor en las elecciones, que ocupa el poder gracias a un acuerdo entre representantes de todo el arco político, desde los de la derechona catalana del PdeCat, hasta los ultra izquierdosos de Podemos, y no para hacer algo en positivo e importante para el país, en un acto de generosidad y de sacrificio de todos, sino simplemente para derribar al jefe del gobierno elegido, con el que yo tampoco estaba de acuerdo, pero que en definitiva era el más votado por todos los ciudadanos.

Por otra parte, el espectáculo que ha ofrecido Rajoy estos días es es de una falta de responsabilidad absoluta. Tras el fallo de una sentencia que condena claramente por corrupción a su partido, un partido en el que no se mueve ni una mota de polvo sin que lo conozca y decida su líder, y que en este asunto, tras lustros dirigiéndolo como único responsable, o colegiadamente, decide no solamente hacerse el loco y no dimitir, sino que ante la oferta del PSOE de retirar la moción si renuncia al cargo, para dar paso a la vicepresidenta, sigue adelante y le cierra el paso a las posibilidades de que su partido acabe la legislatura, abandonando con ello no solo a su partido y a todos los que ejercen la mamandurria partidaria sin otra materia que llevarse al cuerpo, sino también, lo que es peor, a sus votantes, que ahora por su falta de responsabilidad han de ver como se entrega el gobierno en manos de una ensalada de partidos, intereses y conflictos de incierto y preocupante futuro. Aferrado a su protección parlamentaria, en evitación de futuros y muy probables procesamientos, pretende amarrarse a un liderazgo absolutamente penoso, hasta el punto de posibilitar la desaparición del partido como mayoritario. Yo por encima de todo.

Siempre he mantenido que en política, España es un país absolutamente cainita. Aquí a nadie le importan las idas, sino de quien proceden, para ser derribadas por el enemigo en consecuencia, ya sean buenas o malas, procedan de la bancada opuesta o de la propia. En esa tesitura, la todavía persistente división decimonónica de derechas e izquierdas, se sigue caracterizando en lo negativo, en que mientras que la izquierda odia profundamente, la derecha desprecia insultantemente. Se le pueden buscar todo tipo de motivos a la moción de censura a Rajoy, que los hay y en cantidad, pero la causa última es la de un odio profundamente cimentado en un hartazgo de desprecios del presidente y de los suyos a todo lo que les es ajeno, desde todo el resto del arco político, a los medios (la inmensa mayoría de izquierda), una asignatura permanentemente pendiente de la derecha española, quien nunca ha querido ni sabido transmitir, ya que no está en su ADN el dar explicaciones, y finalmente al ciudadano de a pie, a quien en el fondo se ha ignorado olímpicamente, de ahí que Fuenteovejuna haya hecho de nuevo su aparición.

No se trata de corrupción, algo inherente a la política y en definitiva a la práctica totalidad de los partidos en España. De una u otra forma, algo consentido por los españoles escandalosamente, con casos como los Pujol, entre otros muchos, que aun siguen en la calle y aquí no pasa nada. El español tolera mejor la corrupción y la mentira que la prepotencia y la cobardía, y Rajoy ha sido prepotente, ajeno con los débiles y cobarde con los fuertes, además de mentiroso, impreciso y absolutamente falto de decisión en los momentos mas delicados. 

La recuperación de la macroeconomía en nada se debe a decisión política alguna, sino a que tanto empresa como trabajadores supieron capear el temporal, los primeros exportando y abriendo nuevos mercados, vendiendo más barato y reteniendo márgenes, y los segundos sabiendo ajustarse el cinturón sin comprometer la paz laboral, mientras el gobierno restaba cantidad de logros sociales conseguidos por todos, al tiempo que no adelgazaba ni un ápice el escandaloso cuerpo administrativo de cargos, carguetes y carguitos, adjudicándose el mérito de tal pretendida recuperación, mientras la deuda externa crecía hasta límites insospechados superando ya el 100% del presupuesto nacional, cargándonos además la reserva de las pensiones, mientras nuestros jóvenes emigraban o se veían abocados a aceptar puestos de trabajo miserables, precarios y sin perspectiva alguna, al tiempo que nada se hacía para combatir el fraude fiscal, sino incluso todo lo contrario, con amnistías vergonzosas a quienes evadían capitales. Y esto es solo una muestra del campo en el que más pecho sacaba Rajoy, Montero y Hernández, el portavoz mas “sobrado”, despreciativo y chulesco de la tribu.

Si, un PP con poder venía sobrando ya desde hace tiempo, pero lo mismo le ocurre al PSOE, y no digamos a Podemos, que solo han sabido denunciar lo mal que iba todo, pero sin dar opciones medianamente serias y creíbles, dándose el curioso caso que la formación política más limpia y en auge, como es el caso de Ciudadanos, ha de quedarse en la sombra cuando todas las encuestas le dan ganador en unas hipotéticas elecciones y artífice de buena parte de la catarsis que la política española necesita, una esperanza que habrá de aguardar al termino de la legislatura, ya que el PSOE lo ultimo que hará, en espera de hacerse con todos los resortes del Estado y situar a los suyos, es convocar elecciones, con el fin último de llegar a ellas en una situación, ya conocida y practicada con anterioridad, de sujeción de todo lo que sea comunicación y poder de convicción del ciudadano al precio que sea, con lo que hoy, lo que el pueblo desea, una vez más, habrá de esperar.

Mientras, los gobernantes catalanes, en la directa hacia la república de Cataluña, los del PNV regresan a casa forrados a costa del resto, Pedro tiene lo que ambicionaba, Pablo se ha hecho burgués, que en realidad es a lo único que aspiraba, y Mariano se protege de futuras tormentas con su estatus de parlamentario. 

¿Y mañana?. Mañana, en este estado de cortoplacismo, todo puede suceder, salvo que alguien piense en el país, en España, en el ciudadano, en su progreso…    

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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