Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

!Manda carallo… que tropa!

 

Puigdemont, Forcadell, Rufian, Trapero, Más, Junqueras, Tardá, Romeva, Colau, entre otros, son personajes políticos que hoy en día se han convertido, sin lugar a dudas, en delincuentes ante la legislación española, ajenos al cumplimiento de la Constitución (su Constitución), al de su Estatut, a las obligaciones ante los tribunales, al Código Penal y, a pesar de todo, intocables para el gobierno de Mariano Rajoy, ese señor que ni estuvo, ni está, ni se le espera, aunque se trate del presidente del gobierno de España, para quien la Fiscalía nunca ha sido independiente, salvo curiosamente ahora.
Por otra parte, ese citado presidente y su equipo de flojos, el ambicioso, oportunista y narcisista secretario general del PSOE y su corte de aduladores, el caudillo de Podemos y su panda de perroflautas antisistema, Rivera, los ex presidentes y ex barones bramando y el rey Felipe VI, hasta los reales huevos de que aquí nadie haga nada… y la casa sin barrer.
La partida, montada desde hace meses, y ante la pasividad de unos, la van ganando los tramposos, a quienes se le permiten todo tipo de tretas, a mayor gloria de la “tolerancia”, no vaya a ser que los fascistas nos llamen a nosotros “fascistas”.
Cierto que detenerlos hoy les llevaría a afrontar toda una serie de delitos, pero hacerlo una vez proclamada la independencia en favor de la República catalana, los delitos serían mayores, y con mayor seguridad podrían ir con su independencia a chirona pero, ¿es necesario llegar hasta esos extremos, sin haber hecho absolutamente nada por detener esta locura desde hace meses anunciada?
De momento la cosa, entre los delitos ya cometidos y los que se anuncian de seguir el asunto adelante, pasa por atentar contra los artículos 2 y 9 de la Constitución y contra el Derecho Penal por los 472, 5º y 7º, 473, 477, 478, 482, 506, 508, 509, 543, 544, 545, 559 y 562. ¿quien da más?. La suma de años de cárcel es fina…
Entonces, ¿De que va usted y toda su cuadrilla, señor Rajoy? ¿Tampoco se ha visto afectado por el discurso del Rey? ¿Hará falta que se lo expliquen?. ¿Cuando le pica un huevo se rasca, o deja que el tiempo ponga cada cosa en su sitio…?.
Soy más catalán que nadie que conozca, y mucho más que todos los citados al principio (mis 24 primeros apellidos son catalanes y del resto, hasta la 5ª generación aun lo desconozco, aunque por ahí debe andar), pero precisamente por eso soy absolutamente español por los cuatro costados, porque ni Cataluña se entiende sin España, ni España sin Cataluña. Creo y apoyo el Estado de Derecho, sin el cual la anarquía se adueñaría de nuestro quehacer diario y la convivencia se haría imposible, y por tanto, creo en la ley como expresión última del sistema y como camino hacia cualquier actuación futura a resolver, de ahí que exista un Parlamento, donde discutir sobre la conveniencia o no de cambiar las leyes, para que lo que hoy es una petición más o menos fundada, mañana pueda ser contemplada en una ley que habilite otros comportamientos, aun cuando reconozco que en nuestro Parlamento, nada se “parlamenta” que no haya sido acordado antes por las cúpulas de los partidos, en actuaciones que ponen muy a las claras lo que a este país aun le falta para considerarse una democracia en el más absoluto sentido de la palabra, de tal manera que simplemente asistiendo a dicho Parlamento los líderes, cada uno con sus votos delegados, nos ahorrábamos tanto sueldo de mamoneo improductivo.
En España, no obstante, llevamos ya cerca de 40 años de cobardía y sumisión ante lo considerado “politicamente correcto”, acuñado a partir de los intereses de los partidos políticos, de ciertas “nacionalidades” y de todos los medios que viven invariablemente de las limosnas del poder, ya sea local, autonómico o nacional.
Nuestra anquilosada Constitución, esa que ya tiene más de veinte artículos que se incumplen sistemáticamente, y no pasa nada, fue elaborada en un momento de nuestra historia en la que las necesidades de apaciguamiento del país eran otras y así se llegó a un sistema electoral, una configuración de partidos y un invento de “nacionalidades” que, por intereses “politicamente correctos”, nos han llevado hasta la situación actual. Un sistema electoral que prima a los nacionalistas, unos partidos absolutamente ajenos a cualquier tipo de democracia, tanto en su funcionamiento interno como en su operatividad, y finalmente un progresivo troceamiento del país, que no ha hecho otra cosa que romper la unión entre todos, establecer competencias internas y fomentar las diferencias, por encima de nuestros intereses comunes, nuestra fortaleza y nuestra trayectoria como país.
Mi vida profesional ha girado siempre en torno al urbanismo, de manera que desde 1972 he visto de todo en la materia. La primera ley del Suelo española data de 1956, la más moderna de Europa entonces (!en la España franquista!), única para todo el territorio y para mi siempre ha sido la mejor que he conocido. Llegado el troceamiento general, cada autonomía debía tener su propia ley del suelo, so pena de ser considerada una autonomía de poco pelo, así en la actualidad existen ya las 17 leyes del suelo, diferentes únicamente en absurdas ocurrencias que justifiquen su “hecho diferencial”, cuando con una única ley y unos anexos que contemplasen ciertas diferencias (mínimas), obtendríamos una ley mejor, más comprensible, válida para todos y muchísimo más barata en todos los aspectos. Si eso lo aplicamos a todas las materias reguladas por leyes autonómicas, el aparato, a parte de generador de atascos de enorme envergadura en los juzgados, acaba siendo inefectivo y de una complejidad descomunal, que únicamente produce multiplicaciones burocráticas sin limite, clientelismo, y una pesada administración que solo ha servido para ir colocando en ella a los paniaguados de los distintos partidos, según se fueran turnando en el poder. ¿Regulamos acaso mejor nuestra convivencia a base de multiplicar por 17 todas las leyes que rigen el funcionamiento de la sociedad, que los franceses, que tienen solo una por materia para todo el país y cuya administración está considerada de las mejores del mundo?. ¿Son acaso los franceses sospechosos de fascismo u otras descalificaciones por ello?.
Nuestro cáncer y nuestra ruina han sido las autonomías, el funcionamiento de los partidos y el haber cedido a quienes no se consideran distintos, sino mejores, todo tipo de prebendas en detrimento del resto, alimentando cada vez más las diferencias hasta el punto de conseguir que tanto en Cataluña como en el País Vasco, la generación actual de jóvenes haya sido criada en el fomento del odio a todo lo español, desde la mentira, el desprecio y nuestro aplauso “políticamente correcto” de ir contemplando cada vez mas “hechos diferenciales” de chicha y nabo, que lo justificasen todo en aras de mayorías políticas para unos partidos nacionales en manos siempre de lo más chorizo de nuestra sociedad, y haciendo de ello lo natural, lo esperado y lo irrenunciable.
Hoy cumple revisar nuestra Constitución y hacerlo en profundidad, pero no para ahondar en la herida y volver a primar el “hecho diferencial”, que solo miserias nos ha traído, sino para todo lo contrario, para rectificar (lo han hecho los alemanes) y devolver al Estado competencias que nunca debió perder, para que haya una educación de calidad, sin mentiras e igual para todos, con pequeñas pinceladas locales, pero no de lectura radicalmente contraria según de la autonomía de que se trate, para unificar leyes (el término centralizar no es políticamente correcto) y para un mayor control de la política, para profundizar en la democracia directa, la real, la que emana del pueblo, para conseguir para todos una mayor información y una participación en la política activa mas selectiva, para atraer a los mejores y no dejar en las manos de los mas mediocres los destinos de España, ya que la consecuencia la estamos pagando a un precio excesivamente caro.
Se necesitan decisiones valientes, en profundidad, cambios importantes que si seguimos con la clase política actual, desgraciadamente nunca llegarán a hacerse, pues puede más en ellos sus propios intereses personales y de partido que los de España, algo que nos demuestran día a día con sus constantes peleas, sus intolerancias mutuas, sus absurdas decisiones, o lo que es peor, con sus silencios, cobardías e intercambios inconfesables.
Hace unos días, leí una carta, publicada en Periodista Digital, firmada por el inefable Tejero, un personaje con el que no me identifico pero que, como todo el mundo que ha vivido, puede aportar reflexiones de suma claridad. Empezaba por reconocerse autor de un “contragolpe” de Estado, al haber desbaratado el previsto por Juan Carlos I, en la figura de Armada y con el beneplácito de las cúpulas de los partidos de entonces, cuando Armada entra en el Congreso y le muestra la lista del futuro gobierno que entre todos habían consensuado y en el que figuraban socialistas, comunistas y nacionalistas entre sus cargos principales, algo que no le habían comentado nunca a Tejero, al haberlo menospreciado con la cantinela de que el poder lo ejercería la máxima autoridad militar (el rey), algo que él repetía constantemente. Ante su negativa a ceder el golpe en esas condiciones y la presencia de una cámara que había quedado encendida en el hemiciclo, lo que complicaba enormemente la resolución final de salvamento de la patria por la vía del consenso, se pasó al plan B, de salvar al monarca, convirtiéndolo en el adalid de nuestra democracia y sacrificando para ello a Armada (fiel hasta su muerte), quien al igual que Tejero hubo de cumplir años de prisión, ser desposeído de sus cargos militares y contemplar más tarde que el secreto del sumario del 23-F, previsto para 25 años, habría de sufrir una nueva ampliación de otros 25, en interés de la Corona, aun cuando la realidad de lo sucedido se encuentra ya publicado en bastantes libros, bien documentados y de distintos y prestigiosos autores que tratan sobre el particular, lo que aunque silenciados por todos los seguidores de lo políticamente correcto y por unos medios en donde sigue imperando la censura más absoluta para determinados temas, no resulta demasiado difícil encontrarlos.
Sirva esta entradilla para exponer su razonamiento, bajo su punto de vista, en aquella España en la que ETA mataba con absoluta regularidad, principalmente a militares y a todos aquellos a los que consideraban españolistas, lo que también pretendía Terra Lliure en Cataluña y el Grapo en Galicia: “Yo pagué con la cárcel, con la degradación militar y con la condena de todos los medios, el haber desbaratado un golpe de Estado que pretendía acelerar la desmembración de España, cuando pensé que lo hacía por todo lo contrario, y todo por patriotismo, y ahora a quienes a través de otro golpe de Estado pretenden la segregación de una región española, no solo no se les detiene, se les acusa de graves delitos y se les encarcela, sino que se habla de dialogo con los golpistas, a base de ofrecerles más dinero y prebendas a cambio de aplazar sus reivindicaciones separatistas, al estilo de los vascos. Exijo, al menos, igualdad de trato”.
Hoy, tras las inacciones constantes de Rajoy, su sempiterno pasotismo disfrazado de prudencia, que nos ha llevado a una situación límite, solo cabe un camino: la detención por parte de la Fiscalía de los citados al principio, acusados de todos los delitos en que han incurrido, su cárcel preventiva, su juicio posterior con una importante condena e inhabilitación absoluta para el ejercicio de la política, la aplicación del artículo 155 de la Constitución, pero no al estilo Rajoy de no concretar nada, sino ofreciendo a los partidos catalanes el cubrir los puestos de los encarcelados previo juramento de la Constitución y de su estricto cumplimiento, para en caso de negación hacerse el Estado cargo del gobierno de Cataluña, a lo que habría de seguir el compromiso inmediato de revisión de nuestra Constitución, en la orientación expuesta, aunque eso si, posibilitando y fomentando además cualquier consulta popular, pues eso es en definitiva la esencia de la democracia, con independencia de su carácter vinculante o no, que siempre sería competencia del ejecutivo y que este debería atender en caso de un mandato mayoritario en las urnas, algo que, de no permitirse (como es actualmente) es lo que realmente no se entiende en Europa a cerca de nuestra Constitución.
Finalmente, no me resisto a tratar de hacer justicia a un personaje de la sociedad civil y del deporte que todos conocemos: me refiero a Piqué. Para ello es preciso conocer la situación real que hoy se vive en Cataluña, donde si no eres claramente independentista te crucifican (véase Boadella, o incluso !Serrat!). Piqué ha tenido la valentía, la claridad y la decencia, con todo lo que ello implica en Cataluña, de decir que quiere seguir defendiendo los colores de la camiseta española, de que es catalán y se siente catalán pero no independentista, aunque como demócrata ha querido votar, de que sus hijos vistan la camiseta de la selección española, y todo ello ante todo el mundo, aunque eso le haya costado el más absoluto desprecio de los independentistas, como para que en el resto de España le critiquen, en lugar de ensalzar su valentía y su determinación. Solo una rectificación a un ejemplo que ha expuesto. Lo de Cataluña no es el caso del hijo de 18 años que se quiere ir de casa y solo le incumbe a él mismo la decisión sobre su vida futura, puesto que en ese caso estamos hablando de personas totalmente independientes. El ejemplo es el de un equipo de 11 jugadores que han de jugar una liga juntos habiéndose preparado y equipado con el dinero de todos para ello, y en un momento determinado uno de ellos decide dejar colgado al grupo en número de 10, dejando en la estacada a todos sus compañeros, quienes difícilmente podrán competir de tal forma, de ahí que la decisión no es enteramente del que se va, pues eso afecta de gran manera al resto del equipo, por eso la votación ha de ser entre todos los españoles, y no solo una decisión del que pretende dejar colgados a todos.
En la selección española hay más jugadores catalanes, por lo que parece una torpeza tratar de linchar al único que da la cara, se la juega, da explicaciones y admite todo tipo de preguntas (no como Rajoy), y además quiere seguir siendo español.
A partir de ahí, culpables por orden de gravedad, los indicados al principio, los dos partidos mayoritarios y sus líderes durante toda la democracia, Mariano Rajoy (no tanto su gobierno ya que él suele actuar de forma absolutamente dictatorial), la oposición constitucionalista, la prensa de lo políticamente correcto, y finalmente un pueblo, al que se le supone cierta preparación pero, que se deja llevar hasta el paroxismo por grupos de canallas que avivando la llama del “hecho diferencial”, pretenden sacar tajada de su deriva enloquecida, en beneficio de sus propios intereses, ya sean políticos, económicos o de notoriedad patriótica. Finalmente esa parte del pueblo, en general, que en lugar de juzgar el problema objetivamente, con criterio y de forma justa, generaliza demonizando todo lo catalán, avivando una llama paralela de odio y enfrentamiento, también generado por quien tenía, y tiene, el deber de dar solución a un problema, que su inacción, cada día ha convertido en más endemoniado.
Para una vez que nos ha tocado un Borbón en condiciones, que a su manera te está pidiendo que actúes, que no te escondas, !muévete, hazle caso… coño!

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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