Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Pavor a la democracia

Continuando con mi anterior artículo, “de masacres y carroñeros”, publicado con anterioridad a las elecciones internas del partido socialista, a la vista de los resultados, cabe hoy reflexionar sobre algo fundamental para nuestra sociedad, algo ya tratado con cierta profundidad, pero en definitiva el verdadero sentido de la democracia, el voto popular.
La democracia, lo hemos dicho muchas veces, es el poder del pueblo, la toma de decisiones por voluntad popular, por el poder de la mayoría, nada que ver con la llamada democracia representativa, un invento en el que el pueblo únicamente participa de forma absolutamente indirecta, limitada y por delegación, lo que resulta absolutamente manipulable por parte de minorías oligárquicas que ocupan y someten a unos organismos, ya de por si bastante alejados del concepto de democracia en puridad, los partidos políticos, como órganos de participación popular en la política.
Democratizar esos partidos es no solo una necesidad para poder aproximarnos al concepto de que tratamos, sino un mandato constitucional que sistemáticamente se ha incumplido en España por parte de esos partidos, quienes más deberían velar por todo lo contrario a lo que hasta ahora han sido sus decisiones de cara a sus afiliados.
Centrándonos en los dos tradicionales partidos que se han ido alternando en el poder, hay que concluir que la democracia interna no solo ha sido siempre inexistente en el caso del partido popular, sino perseguida, y frustrante en el partido socialista las veces que lo ha intentado, al menos hasta ahora, pues siempre que se le ha dado protagonismo a sus bases y ellas han tomado decisiones, los órganos internos del partido le han dado la vuelta para imponer su santa voluntad (se cargaron a Josep Borrell, su mejor activo), hasta el punto en que se han atrevido incluso a materializar un golpe de estado interno, desbancar a su secretario general, quien finalmente y para recuperar el poder tuvo que empezar por dimitir de todos sus cargos (algo impensable en un político), soportar como sus más directos colaboradores le abandonaban y se entregaban a los golpistas, y a base de una voluntad férrea y partiendo de la nada, recuperar su puesto a través de las bases, en un ejercicio de libro de democracia contra todo y contra todos. Gustará o no, le faltará un hervor, tendrá que cambiar parte de su discurso, profundizar más en las ideas, pero eso es un líder.
Pedro Sánchez ha tenido que luchar contra la cúpula de su propio partido, contra una gestora fruto de un golpe de estado, contra barones, ex presidentes, dinosaurios del socialismo de todo tipo, jefes, jefecitos y conseguidores de la práctica totalidad de las autonomías, partidos contrarios, prensa, radio y televisión, empresarios, banca y todo tipo de poderes fácticos, locales y no tan locales y al final ha salido vencedor por una clara diferencia, con el único apoyo de la mayor parte de las bases del partido, habiendo perdido en avales, controlados por las oligarquías del partido, con sus amenazas consiguientes para quien quisiera tomar caminos distintos por los marcados por el “poder”, y ello en base a utilizar únicamente las características propias del voto: su carácter personal, directo y secreto.
A los partidos en general se les ha llenado la boca de democracia cada vez que afrontaban cualquier consulta popular para ocupar poder en las instituciones, siempre de forma absolutamente indirecta, delegada, manipulable, ante un pueblo que siempre ha esgrimido una ignorancia preocupante, un pueblo que vota con las entrañas, con los sentimientos, visceralmente antes de cualquier esfuerzo por informarse, por imprimir razón a su futuro, o por poner a las claras el fondo de todos aquellos asuntos que tanto han de influir en su calidad de vida y en el mundo que dejar a sus hijos.
Pero, algo distinto ocurre cuando se trata de utilizar la democracia en el interior de los partidos, pues ahí ni existe la distracción de otras ofertas partidarias, ni la absoluta ignorancia sobre los asuntos a dirimir, ni el desconocimiento de con quien se juegan las perras, pues ahí suelen conocerse todos, entre otras cosas porque al estar en el interés de las cúpulas el cerrar los partidos a nuevos asociados que no sepan de entrada que son de su cuerda, la participación ciudadana, como afiliados a los partidos en España, es absolutamente ridícula, del orden del 1% de los españoles, lo que hace que cualquier consulta pueda llevarse a cabo de forma directa en cada agrupación, conociendo a la perfección aquello sobre lo que se discute: la auténtica democracia, algo que produce absoluto pavor en las oligarquías de cada partido, de ahí que ninguna de las mafias que ocupan los cargos de poder en los partidos quiera oír hablar para nada de democracia interna, salvo cuando cree que va a ganar, de calle, cualquier consulta.
El partido socialista, que prolongó el poder de la gestora durante plazos injustificables, que no propició congreso interno alguno en todo ese tiempo de teórico vacío de poder, ni elecciones, hasta llegar a una mínima certeza de que todo estaba atado y bien atado, finalmente consintió en unas elecciones en las que todo había sido tocado: la banca, la empresa, las instituciones, otros partidos, todo tipo de prensa, la Iglesia, las embajadas y en general todo lo establecido para que el resultado final fuese el entierro definitivo del guaperas, y el entronamiento de la andaluza, de la jefa visible del complot, de quien habría de perpetuar esa forma de actuar tan propia de los partidos tradicionales, de aquello de que quien se mueva no sale en la foto, de que cualquiera puede trincar, sin salpicar y dejando lo gordo en caja, pero teniendo en claro que si te cogen, el libro de estilo del partido dice que a partir de ahí, nadie te va a conocer siquiera, serás tratado como un caco, un traidor y un apestado, lo cual, a que negarlo, contribuye a una mayor y mejor formación en el arte del trinque, no vaya a ser…
No se trata solamente de unas elecciones internas a un partido, se trata de que por primera vez en España ha hecho su aparición la democracia directa, la única válida como tal, la que no gusta lo más mínimo a los manipuladores, a los caciques, a los que detentan el poder establecido, a los que les pueden mover la silla, a quienes el arma del mamoneo se les viene abajo para medrar, la que da el poder al pueblo, se equivoque o no, que de tal concepto subjetivo habría mucho que hablar.
Ni soy sociata ni pepero, y menos podemita aunque coincida con algunos de sus diagnósticos y de sus denuncias, más no con sus propuestas, pero creo que se trata de un primer paso importante si algún día queremos que llegue la democracia de verdad a nuestro pais, algo que no es la panacea, pues el pueblo también se equivoca y mucho, aunque menos cuando dispone de todos los datos para opinar y puede hacerlo con pleno conocimiento de causa, aunque también entren en su toma de decisiones planteamientos viscerales, subjetivos y sentimentales, pero no ajenos al conocimiento sobre quienes les pueden engañar más que otros y como vigilarlos.
Lo que venga de aquí en adelante ya es otra cuestión, en la que jugará mucho la capacidad de los vencedores en rectificar errores pasados, pero también la valentía de acabar con viejas prácticas y viejos practicantes.
Hoy en el socialismo español sobra mucho canalla, mucho okupa disfrazado de lagarterana, mucho carroñero, oportunista y demagogo, algo que los gallegos y sobre todo los vigueses tenemos muy presente, algo que debería extirpase cuanto antes, recuperando a una gran cantidad de afiliados que, aun votantes de otras opciones, pueden ofrecer todo tipo de ayudas a la refundación de un partido que necesita repensarse, que necesita dar nuevas respuestas a nuevos problemas, a una nueva sociedad que ni se siente representada por un partido popular impresentable, ni por unos extremistas de salón, sin más ideas que las del “que”, pero sin idea absoluta del “como”, capaces de llevar al pais a la bancarrota más impensable.
Es evidente que el PSOE necesita recuperar a gran parte de su electorado escorado hacia posturas extremas, que necesita enamorarlos y volverlos a su redil para transformarse en el partido referencia de la izquierda civilizada en España, tanto como Ciudadanos convertirse en la referencia liberal que aglutine a buena parte de un centro que no encuentra acomodo, también decepcionado con la derecha oficial, un partido que solo le pide a uno que no huela, no mire y no oiga, que sea el fiel reflejo de los típicos y tópicos monitos que, al igual que con la religión, apaciente a los mansos corderillos de esa especie de bobalicona, paleta y primitiva “felicidad» que tanto propagan sus líderes, amparados en permanentes mentiras.
Allá cada partido con sus demagógias y con sus complicidades, pues para ellos, entre bomberos lo primero es no pisarse la manguera, pero hoy buena parte del personal de a pie, empieza a no querer comulgar con ruedas de molino. Al igual que con la religión, cuanto más mientas, cuanto más miedo metas en las entrañas del votante y cuantas más soluciones de absoluta fantasía esgrimas, más te seguirá el mayoritario ejercito de rebaños de indocumentados, que pasan de hacer el esfuerzo de informarse en profundidad sobre aquello de lo que, lo quieran o no, también son responsables. No obstante, hoy empieza a asomar la cabeza una sociedad que no está dispuesta a seguir tragando, que empieza a no creerse las sempiternas “sagradas” mentiras de unos y otros, un inicio que puede prosperar, o quedar en nada.
Veremos

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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