Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

El inicio de una nueva Era

 

El hombre políticamente más poderoso de la Tierra y uno de los de mayor poder económico, acostumbrado a “mandar”, a que no se discutan sus decisiones, a vengarse de quien le estorbe y a ejercer sus decisiones con mano dura, tomará el poder absoluto en unos días, teniendo mayoría en el Congreso y en el Senado norteamericanos.
La mayoría de los europeos nos llevamos las manos a la cabeza de pensar que tras unas primarias en su partido republicano y generales ante los demócratas, el resultado final haya sido el de ver sentado en el trono del mundo a un personaje que le da miedo a casi todos, desde la mayoría de los americanos (en nº de votos perdió las elecciones) a los de su propio partido.
Así las cosas y a priori, podríamos considerar, en teoría, que el sistema que sostiene su política podría calificarse de capitalismo en lo económico y social y democrático en lo político pero, veamos en lo real, prescindiendo de eufemismos, con que sistema podemos encontrarnos.
En lo político, en cuanto a sistemas de gobierno se refiere y prescindiendo de formas testimoniales, nos encontramos con que podemos hablar de democracias, partitocracias, oligarquías y dictaduras, todos ellos en sus distintas modalidades, mientras que en lo económico y social, hablaríamos de capitalismo, liberalismo, socialismo y comunismo, también con los matices que caben en cada uno de los sistemas apuntados.
Veamos someramente en que consiste cada concepto de los citados:
*Capitalismo: sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción, en la importancia del capital como generador de riqueza y en la asignación de recursos a través del mecanismo de mercado.
*Liberalismo: Doctrina económica y social que defiende la libertad del individuo y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica.
*Socialismo: Doctrina económica y social que propugna la propiedad y la administración de los medios de producción por parte de las clases trabajadoras, con el fin de lograr una organización de la sociedad basada en la igualdad.
*Comunismo: Doctrina económica y social que defiende una organización en la que no existe la propiedad privada, ni diferencia de clases, y en la que los medios de producción estarían en manos del Estado, que distribuye los bienes de manera equitativa y según las necesidades.
*Democracia: Sistema político en el que la soberanía reside en el pueblo, quien además elige y controla a sus gobernantes.
*Partitocracia: Poder excesivo de los partidos en aquellos sistemas democráticos en los que la soberanía popular se canaliza a través de partidos políticos.
*Oligarquía: Sistema de gobierno en el que el poder está en manos de unas pocas personas, pertenecientes a una clase social privilegiada.
*Dictadura: Régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones y con la finalidad de promulgar y modificar leyes a su voluntad.
Como vemos y en cuanto a doctrina social y económica se refiere, tanto el capitalismo como el liberalismo propugnan una intervención mínima por parte del Estado, decantándose más los capitalistas por un protagonismo fuerte por parte de la empresa y el capital, y más por parte del individuo y su libertad de iniciativa para los liberales, pero con muy poca intervención por parte del Estado para ambos, quienes basan el progreso de la sociedad en la libertad de acción de unos y otros, dejando el bienestar y el amparo social al albur de la valía de cada individuo por encima de la protección estatal.
Como contrapartida, el socialismo y el comunismo parten de la idea de un protagonismo mucho más destacado por parte del Estado, quien ha de controlar tanto sus medios de producción, como el bienestar y protección del ciudadano, de manera que en el comunismo, como postura más extrema, es el Estado quien tiene en sus manos todos los medios de producción y quien controla férreamente tanto el progreso como la protección del individuo, eliminando totalmente las diferencias entre unos y otros, con independencia de su valía personal.
El término derecha que se asigna a los primeros e izquierda a los segundos, no tiene más consideración que la del lugar que ocupaban los defensores de una u otra postura en la Asamblea francesa, aunque posteriormente se haya ido derivando hacia otros pretendidos significados, como el de asignar libertades a la izquierda y mayores controles a la derecha, cuando en origen es todo lo contrario.
En lo político, todo depende de quienes manejan las riendas del poder, que el sistema democrático asigna exclusivamente a la voluntad del pueblo, tanto en sus decisiones de gobierno, como en la elección de sus representantes, como en el control sobre ellos, lo que se ha ido matizando con la irrupción de los partidos políticos como canalizadores indirectos de esa voluntad popular y su manipulación en cuanto a tal canalización en favor de los intereses de supervivencia de los propios partidos, lo que entendemos por partitocracia.
Ya si nos alejamos de la voluntad popular en cuanto a cualquier tipo de decisión, nos encontramos con las oligarquías, muchas veces como gobiernos en la sombra, amparándose en sistemas más “vendibles” de cara a la valoración popular, para pasar finalmente a las dictaduras o gobiernos en los que solo cuenta la voluntad del líder máximo, situación que puede darse incluso en regímenes considerados democráticos, exclusivamente porque la forma de llegar al poder tiene que ver con votaciones populares, pero sin que la forma de gobierno, ni de control político, tengan nada que ver con el concepto de democracia.
Así las cosas, ¿que podemos decir de Donald Trump en cuanto a lo político, social y económico?, ¿A que modelo responde, al menos a priori en función de sus múltiples declaraciones?.
En lo político, aunque el sistema que le ha llevado a la presidencia pueda considerarse como una mezcla de democracia y partitocracia muy particular, ya que en número de votos no ganó las elecciones, su posible gobierno se acerca mucho más a una dictadura pura y dura con posibles toques de oligarquía, al rodearse de personajes muy vinculados a las grandes firmas, que a una democracia, e incluso que a una partitocracia, ya que su relación con su propio partido, aunque este le dé mayoría tanto en el Congreso como en el Senado, no es todo lo fluida que se pudiese esperar. En lo político, por tanto, no necesita de nadie para ejercer el poder, y aunque el pais dispone de instituciones de participación y control político, también estas resultan muy influenciabas cuando el poder, todo el poder, reside en una sola mano. Por todo ello, entiendo que en lo político el gobierno de Donald Trump se acercará mucho a una dictadura con ciertos matices, pero dictadura al fin.
En lo económico su gobierno apunta a un capitalismo proteccionista extremo, con algún toque liberal, pero con un marcado protagonismo capitalista.
En lo social, la protección del Estado al bienestar y a la seguridad del individuo será más bien escaso, con la amenaza de recortar aun más las tímidas reformas introducidas en el sistema en los últimos años.
En definitiva, es muy probable que nos encontremos con una dictadura ejercida en el seno de una teórica democracia en lo político y de un capitalismo extremo, tanto en lo económico como en lo social.
Si pensamos que China, la segunda economía mundial, y quizá la primera en unos años, es también una dictadura, aunque ejercida desde una partitocracia oligárquica de partido único en lo político, con un sistema comunista en lo social, pero sorprendentemente capitalista en lo enconómico, el panorama internacional se puede complicar, pues se plantea ya un enfrentamiento, al menos económico, entre ambas potencias, desde planteamientos capitalistas, con dos dictadores en sus órganos de decisión, en presencia de dos árbitros también ampliamente tensionados, como son Rusia y Europa, en el que el primero, con malas relaciones con el gigante chino, parece poder aliarse con Trump, mientras el segundo acaba de iniciar en Davos la cumbre anual del capitalismo, donde la China comunista ha ejercido ya un importante protagonismo con sus espectaculares avances en lo económico.
Lo que es evidente es que el panorama político, económico y quizá incluso social, ya no a medio o largo plazo, sino incluso a corto, puede acarrear cambios en profundidad, máximo en cuanto a esto último si Gran Bretaña cierra fronteras y EEUU introduce fuertes aranceles y cierra aun más sus propias fronteras. Veremos…
Y, a todo esto, ¿que pasa con España?. Hasta ahora siempre he mantenido que España en lo político, al menos estos últimos años, ha sido una partitocracia oligárquica con un dictador al frente, con un alto grado de corrupción, que al ciudadano le importa bastante menos de lo que debiera, un capitalismo-liberalismo en lo económico, con un alto grado de proteccionismo fiscal hacia las grandes empresas a costa de una clase media en progresivo empobrecimiento, mientras nos endeudamos alegremente cada vez en mayor medida (ya hemos sobrepasado el 100%), y un socialismo venido a menos en lo social, donde aun disponemos de altas cotas de protección sanitaria, social y educacional, muy mejorable esto último, aunque con significativos recortes en general, en los últimos años, hasta tal punto que ya casi se han pulido la hucha de la Seguridad Social sin reacción alguna, de momento.
Hoy el nuevo gobierno, al no disponer de mayoría absoluta y gracias a la presión de Ciudadanos, ha empezado a enmendar algunos de sus tics dictatoriales, aunque de forma muy tímida y sin grandes presiones que supongan un cambio significativo, en el proceder de un partido regido con mano de hierro por su líder, máximo responsable de todo lo que ocurre en su seno, menos de los asuntos de corrupción, que asegura desconocer, incluso cuando su tesorero durante lustros asegura, hoy mismo, la existencia de una contabilidad fraudulenta en el partido, con el conocimiento y participación de toda la oligarquía interna, sin que nadie, en consecuencia, dimita de nada. Esto en cuanto al Gobierno.
En cuanto al Estado, hemos pasado de un rey absolutamente corrupto, según multitud de publicaciones más o menos clandestinas, y no tan clandestinas, a otro que, de largo, es el mejor Borbón de toda la historia (tampoco tiene mucho mérito, ciertamente), entre otras cosas porque de Borbón tiene muy poco, ya no solo de carácter, mucho más cercano, afortunadamente, a su rama materna, sino incluso genéticamente y de apellido real, pues no hay que olvidar que a su tatarabuelo Alfonso XII, ya no le correspondía lo de Borbón como primer apellido, pues era hijo del oficial Puigmoltó, uno de los múltiples amantes de su madre, la prolífica Isabel II, casada con un Borbón homosexual con balcón a la plaza.
Y a todo esto, los moros incordiando a corto plazo y amenazando a medio y largo con su exagerado indice proporcional de natalidad (5 a 1) para hacerse con Europa “democráticamente” en menos de medio siglo.
En definitiva, todo lo que se avecina nos coge con un Jefe del Estado en condiciones, bien preparado, con prestigio y contactos internacionales como casi ningún otro Jefe de Estado, aunque limitado a labores de representación, y un Jefe de Gobierno, un tanto autista y conservador hasta las trancas, que hasta ahora ejercía dictatorialmente y que hoy ve algo limitados, solo algo, tales poderes.
Pues bien, el próximo viernes día 20 de enero de 2017 empieza una nueva era donde, parodiando a Rajoy, es posible que ocurran cosas muy raras, otras no tan raras, algunas previsibles, otras ya previstas, la mayoría controlables, aunque algunas imprevistas… o no, depende.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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