Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Feijoo, presente y futuro

 

Definitivamente, en Galicia la política es algo distinto pues, de nuevo, la respuesta “depende” no puede ser aplicada a los resultados de nuestras elecciones, ya que en esto, los gallegos, a contrapelo, se empeñan de nuevo en hablar claro.
Ha ganado el PP por una sobrada mayoría absoluta, en todas las provincias. En segundo lugar, una coalición endemoniada de partidos, incluso de sensibilidades encontradas y en franca recesión, como es “En Marea”. En tercer lugar un PSdeG-PSOE, sin líderes y con encarnizados combates internos, siendo el último partido con representación el ya clásico y superviviente BNG, recuperador de hijos pródigos, para finalmente, Ciudadanos, caer en el fracaso más absoluto.
Como consecuencia de ello, un arco político donde, por un lado, solo existe una derecha ahora moderada, el PP gallego y, por otro, una ensalada de izquierdas en plena tormenta.
Así las cosas, y en cuanto a los populares, los dos líderes gallegos del PP han alcanzado sus últimos objetivos nacionales. Feijoo se ha consolidado como el único líder fuerte en Galicia y el recambio más evidente en España para las filas peperas, habiendo conseguido centrar el partido, anulando a quienes pretendan robarle un centro que ha ido labrándose poco a poco, nivelando la balanza de sus votos entre la boina y el birrete y galleguizando un partido al que la izquierda identificaba con el enemigo de Galicia, mientras que Rajoy consigue que con el triunfo de su recambio, éste no pueda saltar, a corto plazo, al liderazgo nacional so pena de abandonar a los gallegos que lo han hecho su presidente, librándose de un claro oponente, al igual que hizo en su día en Madrid con Cifuentes, consiguiendo además con ello que de cara a su interés por aferrarse a la Moncloa, en sus ansiadas terceras elecciones, ahora sea todavía mas visto como la víctima que él mismo pretende, el “pobriño” de turno al que arropar ante el malvado Sánchez, que no le quiere regalar la poltrona, sin que para nada se le pase por la cabeza echarse a un lado para que, sin demasiados problemas, se produzca un acuerdo para el gobierno del PP, pero con otro lider, una táctica en la que “picará” la inmensa mayoría hasta conseguir auparlo de nuevo a la Moncloa, pero esta vez, de nuevo por mayoría absoluta, sin pactos, y de nuevo para hacer lo que le venga en gana a pesar de prometer todo lo contrario, volver a galopantes deficits presupuestarios, incrementos brutales de deuda, laminar la caja de la Seguridad Social, aumentar el paro juvenil, recortar de nuevo en sanidad, educación, investigación, etc. Sarna con gusto no pica. Pobriño…
La segunda fuerza en Galicia, más que una marea, un maremagnum, una riada de siglas, donde cabe de todo, destilando incongruencia por los cuatro costados, en franca caída de votos, con desilusionados cayéndose por todas partes, mucho ha hecho ya con mantenerse en esa segunda posición.
Lo del PSdeG-PSOE es el acabóse pues, tras constantes enfrentamientos internos a navajazos indisimulados, siguen careciendo de líder natural alguno en Galicia. Lo de las previas, con el impresentable alcalde de Vigo (Abel Caballero) mangoneando y caciqueando a diestro y siniestro en académica tradición galaica, un personaje que ha encandilado a los vigueses a base de ensalzar su proverbial victimismo, con localismos demagógicos alucinantes, mintiendo permanentemente, laminando a quien no le ria las gracias o se oponga a sus ocurrencias y cosechando “logros” absolutamente pueblerinos, enemigo de todo y de todos, inventado todo tipo de obstáculos para el mejor y más moderno hospital de España, el nuevo hospital vigués levantado por la Xunta, poniéndole todo tipo de zancadillas a Gonzalo Caballero, su odiado sobrino (quizá el mejor activo que tienen los socialistas en Galicia), consiguió por fin que el socialismo gallego se decantase por el contrario a quien él apoyaba, haciendo candidato al pusilánime Leiceaga (lo del cartel electoral es de juzgado de guardia), negándose a hacer campaña, lo que unido al descalabro sociata nacional, ha dado como resultado el más pobre obtenido en Galicia, por debajo incluso del que el propio Caballero cosechó en su día cuando como candidato por La Coruña se opuso a Manuel Fraga en unas autonómicas, solo superando ahora a las mareas en Lugo, igualados en La Coruña y Orense y perdiendo en la provincia del caballerete vigués, en la de Pontevedra. Ni que decir tiene, que su análisis sobre la debacle es radicalmente contraria, pues se debe, sobre todo, a no haberle hecho caso, aun cuando en Vigo, el PSdeG quedara a la friolera de cerca de 20.000 votos del PP .
En cuanto al BNG, por un lado en franca recuperación de desertores decepcionados y por otra también en caída, se ha ido manteniendo con la pérdida de un solo escaño con relación a los anteriores comicios, consiguiendo incluso dos escaños en cada una de las provincias más prósperas, como son La Coruña y Pontevedra, donde mantiene a su alcalde como su máximo valedor.
¿Y Ciudadanos?. Lo de Ciudadanos era ya la crónica de una muerte anunciada, con un mínimo de esperanza de conseguir al menos un diputado que pudiera darle la mayoría al PP y así poder imponer ciertos condicionantes. La trayectoria de Ciudadanos en Galicia es para escribir un libro sobre lo que no debe hacerse en política. Estas eran las peores elecciones a la que Ciudadanos hubiera querido concurrir, tanto las gallegas como las vascas, pues son las dos comunidades en las que ni tiene mensaje, ni líderes que interesen a nadie, ni siquiera militantes que hagan número. Si a ello suman el hecho de anunciar a los cuatro vientos, con toda la antelación del mundo, que su voto iría al gobierno del PP sin especificar siquiera en que condiciones, cuando además su traje de justiciero universal ni aquí ni en el pais vasco calan lo más mínimo, ya que ni Urkullu ni Feijoo son sospechosos de nada, al tiempo que nadie conoce su política para Galicia, ni a sus líderes si los tiene, obtener el escaño deseado era poco menos que un milagro.
Ciudadanos en Galicia lo hizo ya todo al revés desde sus inicios. Su coqueteo permanente con el agonizante partido de Rosa Diez, que aquí en Galicia no tenía especiales simpatías, propició que los desertores de aquel partido vieran una oportunidad de oro de colocarse desde un principio en un barco que prometía grandes cosas, simplemente con ofrecerse a “Barcelona”, como le llamaban, ofrecer su inexistente organización y ante la desidia de la naciente cúpula ciudadana, acaparar las bases de su implantación en Galicia.
En una ciudad como Vigo, la más poblada de Galicia, la primera reunión a la que, a través de un mínimo anuncio en prensa, se convocó a simpatizantes, se presentaron en el sótano de una cafetería con una mesa formada por una “directiva” que no había elegido nadie, para hacer allí mismo la propuesta de lista para las municipales, sin programa concreto alguno, sin que nadie se conociera. Cuando algunos empezaron a pedir ciertas explicaciones, viendo en que manos estaba aquello, que en teoría les había parecido interesante a priori, y la petición de explicaciones les parecía una ofensa a los impostores que okupaban esa supuesta directiva, ajena en absoluto a origen democrático alguno, estos lo pusieron en conocimiento de “Barcelona” y aquellos, escandalosamente cortos y perezosos, sin saber que aquellas bases que pedían explicaciones eran lo más auténtico de que disponían de acuerdo con los planteamientos del nuevo partido, sin entrar en consideración alguna, acabaron por echar a todos y quedarse con lo más impresentable del rebaño, la directiva. A partir de ahí el candidato propuesto por “Barcelona” se dio a la fuga sin que se diera razón alguna de ello a nadie, la candidata que lo sustituyó, la última de la lista elegida por las bases (una lista que nada tenía que ver con la aprobada finalmente por “Barcelona”) no tenía ni idea de nada. Cuando le preguntaban por propuestas, programa, objetivos, etc. decía que eso no era lo suyo, que lo suyo era estar en la calle con la gente… Finalmente los tres concejales que de inicio le daban las encuestas, quedaron en cero absoluto como era de prever ante tamaño descalabro. De entonces hasta hoy, nada sustancial ha cambiado en Ciudadanos Galicia, algo que no tiene remedio salvo el empezar de nuevo, con nuevos planteamientos, nueva gente, con programas propios para aplicar en Galicia, líderes reconocibles, admirados y creíbles, etc. es decir haciendo todo lo contrario a lo hecho hasta ahora.
No le resto mérito al triunfo de Feijoo, porque además creo que es el valor, no solo más en alza en el PP, sino el más sólido, a años luz de Rajoy y de cualquiera que se le acerque, pero si nos atenemos a la tropa que se le oponía…
La pregunta clave es la siguiente: ¿Cuando Rajoy se echará a un lado, o lo echarán, y el PP dará a España, por fin, un líder más presentable, aquí y en Europa, que nos haga olvidar a Aznar, a Rajoy, a Zapatero y a Felipe Gonzalez (hoy en la cresta de la ola pero que presidió, como ahora le ocurre a Rajoy, el gobierno más corrupto de la democracia)?. Conociendo las ambiciones políticas de Rajoy, quizá más tarde que pronto, pero entonces surge otra pregunta: ¿Quien sustituirá entonces a Feijoo?, De momento, no se vislumbra a nadie por al proa, porque lo que es evidente es que si su meta, como parece, es Madrid, es hora de ir preparando un delfín, y hacerlo pronto, mientras las mareas, los socialistas y los bloqueros sigan siendo un caos.
Mi quiniela es que, tras las terceras elecciones, el PP ganará por mayoría absoluta presidiendo de nuevo Rajoy el gobierno de la nación, que en Galicia, Feijoo nombrará vicepresidente a Agustín Hernández, que a media legislatura Feijoo (quien debería ya dominar el inglés a esas alturas) será nombrado ministro de algo y vicepresidente del gobierno (una vez disponga de grupo interno fuerte en el partido), mientras Hernandez se hace con la presidencia del gobierno gallego y que, finalmente, Rajoy dimitirá haciendo a Feijoo presiente del gobierno. Al tiempo.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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