Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Dictadores democráticos

 

Si nos remitimos al tópico churchiliano referente a la democracia como el menos malo de los sistemas, refiriéndose a la llamada democracia representativa, o ejercida de forma indirecta a través de los partidos políticos, quienes elaboran unas listas a su antojo a la hora de llevar a cabo unas elecciones, sobre las que todo individuo habrá de votar como única opción por diversos grupos de afiliados a los distintos partidos (generalmente los más serviles) en el orden que sus jefes deciden, sin poder manifestar a su gusto sus preferencias en cuanto a su libre elección entre los ciudadanos que componen una demarcación en cuanto a cargos de gobierno se refiere, sin tener siquiera otras opciones a manifestarse en cuanto a las principales causas a tratar en bien de la convivencia, la prosperidad o cualquier otro asunto de interés nacional, comarcal o municipal, quizá nos quedemos atrás en pleno siglo XXI, con tal consideración.
Hoy los avances de la tecnología permiten al ciudadano el acceso a la democracia directa, con resultados inmediatos sobre cualquier consulta, si quienes nos gobiernan lo tolerasen, algo que evidentemente no se va a producir pues no existe pais alguno (unicamente Suiza en parte y algún estado americano) en el que sus políticos estén dispuestos a ceder el poder real al pueblo, a su opinión y a su gobierno, aunque la democracia sea teóricamente el gobierno del pueblo y no el de unos pocos, que además nos engañan sistemáticamente. Hay quien opina que la democracia es pues el arte de engañar al pueblo constantemente, en tanto este se cree que pinta algo en el asunto, e incluso justifica a quienes se valen de su inocencia. Por otra parte, la voluntad de un pueblo extraordinariamente manejable, ingenuo, sin información veraz y abundante, sin hábito de ejercer sus deberes ciudadanos de colaboración, interés y decisiones pensadas tras un proceso responsable, facilita enormemente el actual estado de cosas en las que la demagogia se apodera sistemáticamente de toda consulta, hasta el punto de ejercer esa caricatura de democracia desde el sentimiento, las entrañas, las vísceras o simplemente la desidia, en lugar de constituir esa labor ciudadana un ejercicio de razón, conocimiento y responsabilidad. Que mejor prueba que el reciente voto incrementado en segunda consulta a un gobierno como el nuestro, que en pocos años ha duplicado una deuda externa que ya supera el 100% del PIB (no hemos hecho otra cosa que emitir deuda), cierra los ejercicios económicos cada vez con mayores déficits, está a punto de agotar la caja de la seguridad social poniendo en claro peligro la subsistencia de sus jubilados y aun tiene el cuajo de asegurar que con ellos España ha recuperado su economía.
Así las cosas, existen actualmente en el mundo un importante grupo de países en los que sus ciudadanos responden a las características señaladas, en los que formalmente la democracia constituye el sistema político de referencia, aunque ni sus instituciones, ni sus gobiernos, ni sus medios, ni sus partidos, ni sus políticos, actúan democráticamente, ni les importa.
Hoy el ejemplo más claro es Turquía, con un presidente elegido en las urnas que ha ido siguiendo la deriva propia de un dictador, vaciando de contenido democrático el estado que preside. Esto lo hemos ido viendo con regularidad a lo largo del último siglo en multitud de países, con auténticos dictadores (!exprópiese!), gran parte de ellos en la órbita de nuestra influencia, hasta el punto de ir agotando las posibilidades de sucesión para cualquier otra opción ajena a su propio partido, a su persona, y a sus personales intereses, económicos, sociales, políticos, o simplemente de notoriedad y ambición de poder, quedando como única salida a tales situaciones, la muerte del democrático dictador, o su sustitución a través de un golpe de estado en aras del restablecimiento de la democracia. En teoría, esto ultimo es lo ocurrido en Turquía hace unos días, con resultado favorable al democrático dictador, quien en consecuencia no ha perdido ni un segundo en afianzar su particular forma de entender el poder, la democracia (que no consiste solo en la forma de llegar al poder, sino en como ejercerlo, algo infinitamente más importante) y el Estado de Derecho, desprendiéndose de todo vestigio de oposición, de hipotéticos enemigos y de cualquier atisbo de contestación ciudadana a sus excentricidades, y todo ello “en defensa de la democracia”.
Personajes generalmente carismáticos, autoritarios, e incluso admirados por gran parte de la población como Hitler (Alemania), Obiang (Guinea Ecuatorial), Buteflica (Argelia), Erdogan (Turquía), Mubarak (Egipto), Putin (Rusia), Orvan (Hungría), Chavez y Maduro (Venezuela), Kirschner (Argentina), Ortega (Nicaragua) y gran parte de los presidentes de las actuales repúblicas asiáticas extinguidas de la URSS, son o han sido presidentes dictadores, elegidos democráticamente, que al llegar al poder se han apoderado para sus fines personales, de todos los resortes e instituciones democráticas del pais, ahogando totalmente cualquier atisbo de vida democrática y salida alguna desde la legalidad.
En esas condiciones y considerando que el verdadero espíritu de la democracia no es tanto la forma de llegar al poder, sino la de ejercerla, aun no siendo legal, ¿es legitimo propiciar un golpe de estado para reponer la vida democrática, considerando que la cautividad de todos los resortes oficiales por parte del democrático dictador cierran toda posibilidad legal de hacerlo?. ¿Hubiera sido preferible que en Turquía hubiese triunfado el pretendido golpe?. Hoy ya son más de 60.000 los detenidos sin demasiada causa aparente y la pena de muerte es una propuesta firme de los defensores del dictador, solo atemperada por las exigencias de la Unión Europea en cuanto a las aspiraciones de los tucos por entrar en su ámbito.
Lo primero que desaparecerá será la prensa libre, los responsables de las instituciones serán sustituidos por fieles al dictador quien se buscará enemigos internos y externos para justificar sus acciones que verán incrementadas sus justificaciones en aras de la defensa nacional y de la integridad de la patria. La mentira, la auto exaltación y la acumulación de presidencias serán el pan nuestro de cada día y las fidelidades y delaciones comenzaran a pagarse con cargos y finalmente nadie se atreverá a personalizar oposición alguna con un mínimo de posibilidades, etc. Es la trayectoria habitual en este tipo de dictadores democráticos, quienes sin duda arrasan en próximas elecciones con porcentajes que todavía exaltan más si cabe su paranoia, haciéndose imprescindibles y haciendo enemigos del pais a todos aquellos que se atrevan a poner en duda su carácter indudablemente popular y de salvadores de la patria.
Esta forma de actuar suele ser más escandalosa cuando se produce en un pais más próximo a nosotros, pero suele ser también habitual a menor escala entre nosotros, ya sea comarcal o municipal, como en los casos de la Cataluña de Pujol, o en el Vigo de Caballero, dos ejemplos de libro de este tipo de actitudes, el primero (imputadísimo) por ambición de riqueza y poder, y el segundo (también imputado) por una vanidad, intransigencia y resentimiento sin limites, pero ambos sometiendo a todo tipo de instituciones, medios o entidades a sus ambiciones y paranoias personales, al tiempo que fabricando todo tipo de enemigos, internos y externos, no dudando en enfrentar a la comarca o la ciudad con todo bicho viviente, si con ello consiguen engatusar a sus votantes para perpetuarse en sus cargos, cada día en mayor número el segundo, aun a pesar de su imputación no resuelta.
Este tipo de personajes siempre estarán entre nosotros, siempre intentarán engañarnos y siempre se apropiarán de todo aquello que les dejemos, pero depende de nuestra responsabilidad, nuestra búsqueda de la correcta información, nuestro conocimiento y nuestra voluntad de servir a la comunidad desde nuestras posibilidades, el conseguir erradicarlos. Si para ejercer nuestros derechos no estamos dispuestos s asumir nuestros deberes como ciudadanos, estaremos sometidos a soportarlos constantemente, e incluso en los peores casos, a aplaudirles con las orejas.
Me temo que la moderna y europea Turquía (un gran país), hija de Kemal Ataturk, en manos ahora del dictador Erdogan, afín en creencias al Estado Islámico, no ha hecho más que empezar una deriva de consecuencias imprevisibles de las que todos finalmente acabaremos siendo víctimas.
Recuerdo en un viaje a Turquía el ver como un grupo de turistas fotografiaba a un soldado que estaba de guardia, profundamente dormido. Me temo que se ha despertado ya, que quizá ya no haya turista alguno para hacerle la foto, y que más pronto que tarde sea difícil incluso encontrar cámara alguna dispuesta a plasmar una realidad tristemente amenazante.
¿Puede un golpe de estado salvar una democracia?. La respuesta políticamente correcta es que no pero, ¿vale para algo lo políticamente correcto cuando las consecuencias son demoledoras?.
La llamada democracia representativa pudo haber sido el menos malo de los sistemas conocidos o posibles hace ahora algo menos de un siglo, pero hoy en día nuestra misión ha de ser el reconquistar la democracia, sin adjetivos, la democracia real, la de verdad, en la que es el pueblo quien decide, un pueblo que como contrapartida ha de equilibrar sus derechos con sus deberes de estar correctamente informado y de tomar decisiones responsables, un pueblo adulto que arrincone de una vez a toda esta camada de dictadores democráticos propios y ajenos que tan a sus anchas campean sobre nuestros proyectos de futuro, algo que no podemos esperar que salga de sus voluntades, sino que en colaboración con las instituciones libres, con la universidad y de forma responsable, poner a andar a base de estudios de I+D+i, utilizados ya para todo menos para la política, que nos garanticen, sin adulteración, la toma de decisiones de un pueblo informado, capaz y dispuesto a recuperar un sistema que nació bien en la antigua Grecia, pero que los canallas de siempre lo han ido adulterando a lo largo de años de ejercicio interesado y consentido.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

Lo más leído