Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Interpretaciones proféticas

 

 

El paso del Judaísmo al Cristianismo elaborado por Pablo y sus seguidores a partir de la figura de Jesús de Nazaret, transformando y acercando su figura y enseñanzas a sus propias interpretaciones y a frustradas coincidencias proféticas, una vez triunfantes sus teorías sobre el resto de las sectas que admitían la figura de Jesús en sus creencias, está jalonado de planteamientos ajenos realmente a la figura del nazareno, quien no parece para nada haber tenido, como judío, pretensión de representar o ser confundido por su pueblo con deidad alguna, quien, por otra parte, tenía y tiene claridad absoluta sobre el particular.

No obstante, el pueblo judío siempre ha estado entregado a un mundo profético, por el que sus sucesivos pasos fueran dados en función de anuncios previos, con la desdicha de que casi ninguna de sus sonadas profecías, hayan acabado por cumplirse.

Por otra parte, en quien espera el cumplimiento de alguna profecía, por muy clara y explicita que sea, cuando el resultado de los hechos no es coincidente, siempre acaba buscando su justificación en símbolos, segundas intenciones o analogías, a la hora de pretender justificar incumplimientos evidentes.

Para los judíos, las manipulaciones cristianas de sus profecías bíblicas, a la hora de justificar la figura mesiánica de Jesús, son un claro ejemplo sobre el particular.

¿Porqué los judíos no creen que se haya dado en Jesús de Nazaret el cumplimiento de las profecías que los cristianos le adjudican?

Para los judíos, Jesús no cumplió las profecías mesiánicas, ni requisito alguno para ser considerado el Mesías, contradiciendo incluso la teología judía, y ello a partir, sobre todo, de traducciones bíblicas incorrectas e interesadas, y en este sentido no se les puede regatear razón.

Ya en cuanto al capítulo de las malas traducciones, el resultado ha llevado a situaciones absolutamente ridículas, sobre todo cuando se traduce a Isaías, quien describe a una “almá” dando a luz. La palabra hebrea “almá” significa mujer joven, mientras que los teólogos cristianos, siglos después, empeñados ya en la suciedad del sexo en contradicción con los judíos, la tradujeran como virgen, lo que hizo replantearse toda una serie de cuestiones, en un “mas difícil todavía”, que finalmente llegaron a absurdos de absoluta incoherencia, como que José no era el padre de Jesús, que María se quedó embarazada antes del matrimonio, que ello fue anunciado por un ángel y ejecutado por el Espíritu Santo, que José se enteró en sueños a través del ángel, que reconoció a Jesús como hijo a efectos de que María no fuera lapidada, que esta continuó virgen y no tuvo por tanto más hijos, aun a pesar de aparecer varias veces los hermanos de Jesús en varios evangelios, que Santiago el Justo, hermano de Jesús y líder de la primera iglesia de Jerusalén, fuera ignorado por la iglesia oficial, que Jesús de Nazaret había nacido en Belén a efectos del cumplimiento de otra profecía, lo de la estrella, los magos, las enormes inexactitudes históricas con los censos romanos, que inexplicablemente se llamase Jesús cuando por cumplimiento de la profecía debería haberse llamado Enmanuel, y todo ello a costa de tergiversar la profecía de Isaías, según la cual el Mesías debería ser descendiente del rey David por la rama paterna, lo que al no atribuirle la paternidad a José, rompía el vínculo y se iba todo al garete, y todo ese tinglado de escenificación del absurdo y de la incoherencia histórica y biológica, por la manipulación de traducir virgen, por mujer joven, cuando la virginidad no representa virtud alguna, más que para aquellos hombres que consideran a la mujer “su” objeto, el regalo que ha de recibirse empaquetado para ser el quien lo abra antes que nadie, pues, al parecer, la virginidad en hombre, para quienes ponen tanto empeño en limitar a la mujer, más que virtud se considera defecto a menospreciar. Jesús no solo nunca puso la virginidad por encima de nada (era un judio), sino que se reunía con prostitutas sin establecer condena alguna.

Ya en el capitulo de las condiciones proféticas a la hora de ser o no considerado Mesías, tampoco se cumple para los judíos ni una sola de las que ellos esperan, como la de construir el tercer Templo, reunir a todos los judíos de regreso a la tierra de Israel, traer la paz mundial, acabar con el odio, la opresión, el sufrimiento y la enfermedad y esparcir el conocimiento universal sobre el Dios de Israel, uniendo a toda la raza humana, cuestiones todas ellas que desde el cristianismo paulino, se han tratado de justificar a base de analogías, símbolos, dobles sentidos y elucubraciones de todo tipo.

Por otra parte, el empeño paulino en deificar la figura de Jesús, obliga a romper con otra de las cuestiones capitales para el judaísmo, como es la unidad en Dios, sustituido ahora por una trinidad compuesta por un Dios padre puramente judío, al que añadir un Dios hijo, de nuevo cuño, acompañando a ambos otra figura de Dios, el llamado Espíritu Santo, ascendido a Dios en el Concilio de Constantinopla (381), una especie de herencia de ambos de sempiterna presencia.

Llama la atención en este sentido, que cuando en los Concilios de Nicea (325), Constantinopla (381) y Calcedonia (451), la Iglesia impone la doctrina oficial como triunfo absoluta de las tesis paulinas, dejando como únicos textos válidos o canónicos la práctica totalidad de los de inspiración paulina, condenando al resto (mas de cincuenta) al ostracismo (apócrifos), de los 4 evangelios que quedan en pié, ni en Marcos (el primero cronológicamente) ni en Juan (el último), se entra para nada en la figura de Jesús hasta el momento de su vida pública, mientras en Mateo, y sobre todo el Lucas, se haya entrado con justificaciones proféticas de lo más irreal, en apoyo de lo expuesto, destacando en contradicciones tan aparentes como la genealogía que cada uno hace aplicada a la figura de Jesús, como descendiente del rey David.

Aquí conviene señalar que como las diferencias son tan fundamentales, incluso ya en algo tan cercano como el padre de José, hay autores que defienden todo tipo de suposiciones, siendo las principales el que Mateo, dirigido a los judeocristianos, expone la línea sucesoria paterna, mientras que Lucas, dirigido a los gentiles, lo hace con la materna, suponiendo que la ascendencia de Jesús hasta David, lo es por las dos ramas, el colmo del desideratum del cumplimiento profético.

Analizadas ambas listas, aun cuando las contradicciones son casi absolutas, conviene señalar lo siguiente: La lista de Mateo, desde Abraham hasta Jesús, contiene planteamientos más próximos a los judíos, dividiendo la lista en tres grupos de 14 generaciones cada una, desde Abraham, allá por el año 1850 a.C. hasta David, en 1040 a.C. El segundo grupo, desde David hasta la deportación a Babilonia, por Nabucodonosor II tras la invasión y saqueo de Jerusalén, allá por el 597 a.C., llegando la lista hasta Iosías (Joaquim) y finalmente desde su hijo Jeconias o Conías (Joaquin de Judá, el rey desterrado) hasta Jesús, lo que hace una media de 46 años por cada generación, aunque de irregular promedio, ya que en la primera es de unos 58 años, de 32 en la segunda y finalmente de 42 en la última, lo que puede dar idea de que en el segundo grupo (el de los reyes en su totalidad), las circunstancias históricas para el pueblo judío, no fueran tan favorables a una mayor longevidad, como lo fueron la última y sobre todo la primera, cuya media de 58 años, aunque elevada para la época, se aleja enormemente del mito de unos patriarcas centenarios que en nada responde a realidad histórica alguna, todo lo contrario.

Si nos manejamos con datos históricos, en 2500 a.C. habitaban los sumerios las principales zonas de Mesopotamia, la zona más próspera del continente, mientras en 2350 a.C. Sargón I unifica el reino para pasar a dominar los acadios en 2100 a.C., siendo en 1792 a.C. cuando Hammurabi llega al trono de Babilonia, comenzando su expansión, en plena edad media del bronce y cuando se localizan los primeros conjuntos de leyes con el famoso código de Hammurabi, siendo Abraham (1850 a.C.) algo anterior, de ahí, entre otras consideraciones, que nada escrito exista sobre el personaje en cuestión, debiendo sus supuestos conocimientos a tradiciones orales, poco fiables, más o menos mantenidas por los judíos a lo largo de los siglos.

Conviene señalar también que ambas listas coinciden casi en su totalidad en cuanto al primer grupo señalado desde Abraham a David, consecuencia sin duda a cuidados censos tradicionalmente mantenidos por parte de un pueblo como el judío, que tiene su principal origen en Abraham y su máximo esplendor en David, coincidencia que se contradice con la idea de que la lista de Lucas responde a la rama femenina, lo cual únicamente puede ser defendible desde David, pero no desde antes, que además y para mayor irrealidad, en el caso de Lucas, llega hasta el personaje mitológico de ¡!!Adán!!!, lo que parece poco serio.

Otro de los contrastes, es que mientras para el tercer grupo descrito, en Mateo se dan 14 generaciones, en Lucas la cifra se eleva a 22, existiendo dos personajes coincidentes, importantes en la tradición judía, como fueron Zorobabel, quien protagonizó la segunda hégira de Babilonia y su padre Salatiel, aunque los estudiosos sobre el particular, creen que su verdadero padre fuera Pedaiah, hermano de un Salatiel, quien al parecer falleció sin descendencia. En la misma línea conviene señalar que en Lucas el número de generaciones es de 16 más que en Mateo.

A efectos de valorar las diferencias, hay que señalar que ambos evangelios, adjudicados tradicionalmente a Mateo y Lucas, fueron escritos alrededor de los años 90, sin que a ciencia cierta se conozcan sus autores, basados al parecer en datos facilitados por Mateo para el primero, otros extraídos del evangelio de Marcos y también de la hipotética “fuente Q”, pues Jesús, incomprensiblemente, no dejó nunca nada escrito, debiéndose todo a manifestaciones orales transmitidas de unos a otros, con lo que ello puede suponer de falta de exactitud, aumentada por las traducciones y copias sucesivas, amen de las propias manipulaciones llevadas a cabo por la “oficialidad”, siempre interesada en dar un mensaje acorde con sus propios planteamientos. En cuanto al de Lucas, quizá con mayor presencia de datos aportados por su supuesto autor, tiene también influencias de los anteriores, dándose el caso que ninguno de ellos conocía a Jesús, sin dato alguno de José, pues se supone que falleció con anterioridad a la vida pública de Jesús, aunque al parecer Lucas si conoció a María, de quien pudiera haber obtenido algún dato.

Así las cosas y siendo José un personaje no conocido, ni directa ni indirectamente por ninguno de los autores descritos, resulta sorprendente el que Mateo pueda asegurar la presencia de un ángel en los sueños de José, e incluso las palabras manifestadas por ese supuesto ángel en tales sueños, como el que María relatara a Lucas todo el extraño suceso de un embarazo, reo de lapidación en aquellos momentos por ser anterior a su matrimonio con José, cuando nadie lo habría puesto en duda tras la aceptación de su paternidad por parte del propio José, y máxime cuando posteriormente parió a más hermanos y hermanas de Jesús, según reza también en los evangelios, dándose incluso el caso de que uno de tales hermanos (Santiago el Justo) comandó la iglesia de Jerusalén una vez muerto el nazareno.

Conviene, por otra parte, conocer el dato de que a la muerte de Jesús, el número de sus seguidores no alcanzaba los 120, cantidad que se multiplicó enormemente al hacer participe de sus enseñanzas a los gentiles, a quienes se les daban, por parte de Pablo y sus seguidores, unas facilidades que los judíos les negaron, Jesús incluido (predicaba solo para el pueblo judío y no pretendía otra cosa), desde siempre.

Una vez más, una mala traducción interesada por reprimidos majaderos quienes en su ignorancia detestaban el sexo, sumada a otros que pretendían dar cumplimiento a las siempre fallidas profecías, ha tergiversado el verdadero mensaje de un hombre fundamental en nuestra historia, que tuvo el valor de pregonar mensajes de tal alto alcance, como el de amar a los enemigos, ofrecer la otra mejilla, querer al prójimo como a uno mismo, dar todo a los pobres y darse a los demás, distinguir entre lo terrenal y lo espiritual, decir que sería más difícil que un rico entrase en el reino de los cielos que un camello pasase por el ojo de una aguja, valores que nada tienen que ver con vírgenes, ángeles, santos, ni historias que nada aportan al fondo de su magisterio, pero que para muchos han acabado por ser lo esencial.

¿Qué tiene que ver el mensaje de Jesús con el Estado Vaticano?. Un Estado de poder terrenal constituido por acuerdo con Mussolini, una oligarquía teocrática de casta clerical, que ni siquiera ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos que han firmado la mayor parte de los estados del mundo, con cárcel propia en la que han tenido retenido a Paolo Gabriele largo tiempo antes de ser juzgado, para condenarlo finalmente a 18 meses de perdón (sorry, de prisión), con una banca Vaticana exenta de control, depositaria de los mayores escándalos, con intereses en los negocios mas inconfesables y depositaria de buena parte del dinero de la mafia, según se ha documentado en cientos de artículos al respecto, con un Papa que, por fin, está empeñado en devolver a la Iglesia su misión inicial, aun a costa de enfrentarse contra toda la Curia vaticana, situación que ya tuvo un precedente en Juan Pablo I, quien pretendió importantes reformas entre las que se encontraba la de la banca vaticana, para finalmente no durar en el cargo mas que unos meses, ante la sospecha generalizada de una muerte provocada al mejor estilo mafioso.

Como siempre, se necesita un ser puro para que a su costa los canallas de siempre se aprovechen de sus enseñanzas, las tergiversen, le saquen partido y vivan a costa de todo un rebaño facilón, tan acostumbrado a engañarse a si mismo ante la dificultad del cumplimiento de las enseñanzas del galileo, que prefiere entregarse a todo el teatro montado alrededor, si con ello los de la organización le garantizan ese sitio en el supuesto más allá que todos pretenden, manteniendo a toda esa mafia en lugar de echarlos del templo a gorrazos, lo que volvería a hacer sin duda Jesús, quien si hoy levantara la cabeza, la coña de lo del diluvio universal le parecería una nube pasajera.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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