Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

De reyes, reinas, reinonas y gilipolleces varias

 

 

A veces conviene recurrir al diccionario de la lengua española cuando de definir a alguien, que no de insultar, se trata.

La RAE define el término gilipollas como: necio o estúpido. Siguiendo el hilo, necio o estúpido: falto de inteligencia o razón, según de nuevo la docta institución. Finalmente, con la inteligencia, término dado a muchas acepciones y a multitud de definiciones ajenas a quien limpia, fija y da esplendor a nuestra lengua, nos encontramos con que tal autoridad la define, entre otras acepciones, como: capacidad de resolver problemas.

Ello nos lleva a poder asignar al término gilipollas, por deducción, a quien no solo no tiene capacidad de resolver problemas, sino que los crea donde no los hay, y ya siendo políticamente correcto, es decir doblemente gilipollas, decir que en España hay casi tantos gilipollas como gilipollos, creciendo estos últimamente en progresión geométrica.

Viene este prepucio (perdón, prefacio) a cuenta de la preclara mente que ha propuesto la “paridad” en la figura de los llamados reyes magos.

Como esto va de gilipolleces, puestos a ser políticamente correctos con estas memeces, y una vez reivindicado lo que algunos necios entienden como “derechos” de la mujer, ¿porqué no reivindicar al tiempo los derechos de los homosexuales, rompiendo con ello la asimetría de tratar de parear a un terceto?, de manera que reinterpretemos la figura de los reyes magos, haciendo que uno sea hombre, otro mujer y el tercero homosexual, no vaya a ser que estos se sientan marginados y el día del orgullo gay monten el pollo, o polla (entiéndase correctamente). Puestos a ello, surge de nuevo un problema, ya que habrá que determinar la morfología corporal del tercer rey, pues podría tratarse de una lesbiana o de un homosexual. Analizando el espíritu de la reivindicación, parece mas políticamente correcto el decidir que se trata de una lesbiana.

Así las cosas, ya tenemos tres reyes, uno hombre, otro mujer y el tercero lesbiana.

Como lo del invento de los reyes magos ya viene de atrás, y ya en su momento se plantearon cuestiones similares, habiendo llegado a la conclusión de que lo conveniente entonces es que uno fuera blanco, otro moro y el tercero negro, habrá que resolver ahora quien es el hombre, quien la mujer, y quien la lesbiana, y todo ello a la luz de la eterna gilipollez de lo políticamente correcto. No parece por tanto muy propio asignar al blanco la condición de hombre, ya que al ser el blanco la raza dominante, con perdón, ello podría herir sensibilidades, dejando de momento al blanco la posible condición de mujer o lesbiana, con lo cual al menos sabemos que el blanco tiene sexo femenino, mas o menos ejerciente en un sentido o en otro. En cuanto al negro, ya de por si herido socialmente, tampoco podemos hacerlo depositario de otras heridas sociales como la de, tras tantos años de lucha, ahora tener que salir del armario, por lo que por deducción, al negro le queda lo de hombre o mujer, aunque el hecho de tratarse de una raza demasiado bien dotada para ciertos menesteres (¡mama!, ¿que será lo que tiene el negro?), su asignación de hombre, pudiera herir ciertas sensibilidades, aunque siempre menores que asignarle al moro el papel de mujer o de lesbiana (¡Alá nos libre!), por lo que el asunto se va clarificando: El blanco la lesbiana, el moro el hombre y el negro la mujer, o sea Melchora, Gaspar y Baltasara. Evidentemente la estrella seguirá siendo femenina, el buey y el burro, no cabe duda de que son vaca y burra, los pajes son pajas y el niño… que se vaya preparando.

Hoy en día sabemos ya a ciencia cierta, tras siglos de oscuridad e intolerancia (cuestiones de fe, aparte) que Jesús no nació en Belén, ni en el año 1, ni hubo reyes magos, ni estrella, ni burro ni vaca, ni nada parecido ni por asomo a toda esa literatura bíblica, sino que del personaje, un ser excepcional maliciosamente manipulado, nada histórico se sabe (únicamente literatura de parte), que parece que lo que más pudiera acercarse a la realidad es que nació en una pequeñísima aldea llamada Nazaret, alrededor del año 4 o 5 anterior a nuestra era, hijo de un padre carpintero y una madre sus labores, rodeado de hermanos y con una infancia, adolescencia y juventud absolutamente desconocidos hasta llegada la edad adulta, años de los que nadie, absolutamente nadie, sabe nada de nada del personaje, pues incluso el Papa dimitido ha escrito un librito sobre el particular (la infancia de Jesús) del que no se deduce nada concreto (me lo he leído de arriba abajo).

Particularmente y considerando lo expuesto, me trae absolutamente sin cuidado el sexo real, teórico, o mediopensionista de los supuestos reyes magos, pero hay que ser gilipollas para hacer de esto una ponencia municipal, aunque hay que serlo mucho mas intensamente, de doctorado, el tomar el acuerdo correspondiente para con ello transmitir a nuestros santos inocentes, el culmen de la manipulación.

Lo dicho: Melchora, lesbiana blanca, Gaspar, hombre moro y Baltasara, mujer negra, atendid@s (otra gilipollez lo de la arroba) por pajas (antes pajes), en lomos de camellas, por supuesto.

¡Que pena!. Tras tantos años de dura lucha por las reivindicaciones de la mujer, desde las sufragistas hasta aquellas que hasta hace unos años luchaban abiertamente por una sociedad mas justa en nuestro país, hoy, que una vez mas en nombre de una religión y siempre en defensa de supuestos dioses machistas, a la mujer se le machaca en toda su extensión, no solo en países cercanos, sino incluso en barrios de nuestras ciudades, tener que soportar que auténticas y auténticos imbéciles acaben reivindicando tamañas memeces, sin abrir la boca en defensa de “genero” para aquellas que en sus narices son castradas, violadas, agredidas, ninguneadas, etc. por el simple hecho de ser mujer, produce no solo tristeza, sino rabia e indignación.

Ya os podéis meter el sexo del rey mago por donde os quepa, gilipollas y gilipollos, montaros en la camella, e iros a freir puñetas, pero si no tenéis el valor de levantar el país para que al menos aquí ninguna religión (propia o extraña) ataque a nuestra Constitución, quien ampara la igualdad entre hombres y mujeres, al menos tened la decencia de callaros y no propongáis memeces que aumenten el desamparo que tantas mujeres maltratadas sienten por vuestra deserción en la defensa de una igualdad que hoy comprometen tantos fanatismos religiosos.

La lucha por la defensa de los derechos de la mujer, por la igualdad, por la dignidad y por la justicia, nada tiene que ver con el sexo de personajes de ficción, y sí por una situación real y diaria de desamparo que tantas mujeres siguen sufriendo y por las que parece que, salvo condenar los crímenes cotidianos de la sección de sucesos de nuestros telediarios, poco mas se hace, pues nadie ha visto, ni una sola vez, en los mismos telediarios, ni una sola manifestación ante una mezquita.

¿Acaso no está en las religiones el origen de la más absoluta discriminación de la mujer?, ¿Qué peso tienen las mujeres en las sinagogas, en las iglesias, o en las mezquitas?, ¿Qué poder tienen dentro de la organización de cada una?. ¿Qué misión se les asigna? ¿Qué barbaridad es esa de considerar una virtud la virginidad, por el solo hecho de que eso de romper el paquetito del regalo le pone a los machistas?, ¿Cuántos jefes de estas confesiones han sido mujeres?. Solo la sociedad civil ha permitido que las mujeres adquieran los derechos que, como personas y por su dignidad les corresponden, y vivan, sin miedo alguno y justamente consideradas, en igualdad con los hombres.

Ante el inmenso camino que aun queda por delante, la explotación cotidiana de tantas mujeres y su consiguiente vulneración de nuestra Constitución, ¿ha de ser el sexo de un supuesto rey mago, la reivindicación femenina de una Corporación de un Estado laico y democrático?.

 

 

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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