Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Intolerancia o libertad

Se trata de la sempiterna cuestión. La intolerancia y el control, tanto de los poderes del mas acá como del más allá, contra la libertad.

El petróleo como dios de la energía, y su iglesia, la Reserva Federal, las grandes petroleras, las armamentistas, las químicas y los grandes medios de comunicación, todas ellas en las mismas manos, siguen su plan de control de posibles infieles a su propia bíblia, el dólar. El campo de batalla al inicio de este siglo XXI, ausente el bloque comunista, es indudablemente Oriente Medio, un lugar en el que su principal aliado, Arabia Saudí, adora al mismo tiempo a dos dioses, el dinero y Alá.
La riqueza que produce el petróleo, en países que no tienen otra cosa, aunque tal riqueza esté únicamente en manos de sus gobernantes, unido a la natural animadversión entre lideres en el Islam, donde se trata de dictaduras militares, tribales, o teocracias, hace del lugar un polvorín de un futuro absolutamente incierto, pretendido su control además por las otras dos potencias actuales como son China y Rusia.

La rebelión que supuso la primavera árabe, junto al intento de algunos países de la zona de abandonar el patrón dólar en las transacciones petrolíferas, propició el que de nuevo la iglesia de la economía se pusiera de nuevo en guardia para, desde Arabia Saudí, su base en la zona, volver a controlar el campo de operaciones, tratando de que cayeran todos los regimenes problemáticos, ajenos a su dios dólar, ya fueran Iran, Irak, Líbano, Yemen, Siria, Libia, Egipto, manteniendo la alianza con Jordania y los juegos malabares con Israel, la verruga de ese dios dólar en la zona.

La tensión que supone adorar a dos dioses al mismo tiempo resulta harto complicado el sobrellevarla, no siendo precisamente el primo de zumosol demasiado hábil, históricamente, en esos menesteres (el antecedente de haber fabricado a Bin Laden, aun colea).

Algo, sin embargo une a toda la zona, la absoluta falta de libertad de su población y la presencia absoluta de Alá como norte de todo y de todos, con mayor o menor intensidad, pero siempre como un dios indiscutible y para todos.

Es evidente que los desheredados de la tierra siempre han pretendido su compensación en el más allá, algo jaleado por todas las iglesias y sus aliados del poder civil para apacentar sus rebaños, y ahí la del Islam no la mejora nadie, hasta tal punto que dar la vida por Alá trae tal cúmulo de recompensas (si eres hombre), que pocos de los más exaltados escapan a la tentación de una inmolación por la causa, lo que hace de quienes sepan manejar el asunto, el contar con enormes ejércitos de Kamicaces, tremendamente útiles para cualquier causa, un arma difícil de controlar pero, usada recientemente por la propia Arabia Saudí poblando de este tipo de fauna el sur de Siria y norte de Irak, quienes hoy forman el llamado Estado Islámico, financiado por la propia Arabia Saudí (entre otros) quien, al parecer, les está facilitado armamento de última generación producido por su amigo yanki, lo que está llevando a la exasperación a Putin, en este nuevo capitulo de juego de tronos, y lleva a pensar al primo de zumosol (¿piensa?) que cabe la posibilidad de haberse equivocado de nuevo, si finalmente el inventado enemigo islámico de Siria, Irak e Iran, pudiera resultar incontrolable, o excesivamente controlado por la propia Arabia Saudí, en su beneficio exclusivo.

Invariablemente, el problema de este mundo, siempre son los dioses. Si del dios dólar, el del más acá, pasamos al del más allá, y ciñéndonos en la zona en cuestión, nos encontramos que tanto judíos, como cristianos o musulmanes, adoran todos al mismo, al dios de Abraham, aunque históricamente se hayan masacrado constantemente unos a otros por los matices, su unánime pretensión de que su interpretación sea la única válida, y por la intolerancia hacia todo lo que contravenga tal pretensión.

Los judíos, como se consideran el pueblo elegido, no han tenido nunca interés alguno en convertir a nadie, y ahí radica el que, aun siendo los mas antiguos y por tanto los de más absurdas y caducas creencias (visto desde la perspectiva actual), sean finalmente los menos conflictivos en cuanto a intolerancia externa se refiere. En cuanto a cristianos y musulmanes, su empeño por considerar infieles al resto, y por tanto ofrecerles, a lo largo de la historia, únicamente dos caminos, o la conversión o la muerte, ha traído a la humanidad el mayor catalogo de barbaridades, algo ya superado afortunadamente en el cristianismo, al tener su sede en el primer mundo aunque se trate de la última dictadura teocrática de occidente, pero todavía presente en el islamismo mas radical. No olvidemos que el Islam lleva algo mas de 13 siglos entre nosotros, tiempo en el que el cristianismo, en el propio Jerusalén, había pasado por las armas y por donde hiciera falta, a través de los cruzados, a toda la población infiel a su particular manera de entender el mundo, mientras el patrón de las españas era, y sigue siendo, ni mas ni menos que Santiago matamoros, un personaje de ficción adorado por los fedatarios del asunto, entre otras fantasías por eso…, por matar moros.

Hoy, estos planteamientos de intolerancia han empezado a salpicar a la cómoda Europa, el actual remanso de paz y prosperidad, donde la libertad, con enormes matices, pero libertad al fin, rige el proceder de la mayor parte de sus habitantes, en proporción directa a su laicismo, o bien a la práctica religiosa de parte de sus habitantes en forma no intolerante hacia sus vecinos. Es decir, Europa, o el llamado mundo libre, somos hoy el infiel a combatir, un infiel rico que puede suponer, tanto la compensación en el más allá para los más fanáticos, como en el más acá para los más manipuladores, y de esa Europa, Francia siempre ha sido la adelantada de las libertades.

Si, se trata de intolerancia y control contra libertad, aunque no todos entendamos la libertad de igual manera.

La libertad es el mayor tesoro del ser humano pero, ¿somos todos merecedores de vivir en libertad?. ¿Hay que ofrecer la libertad a quien tiene como cometido recortar la de los demás?.

De nuevo volvemos a encontrarnos con las sempiternas posturas extremas de convivencia que se han debatido siempre en libertad.

Por un lado quienes piensan que la libertad no ha de tener controles, o al menos el control hacia aquellos que hayan sido condenados por atentar contra ella, tras un proceso llevado a cabo con todas las garantías, aunque se trate de quienes ya sabemos que su misión última es atentar contra la propia libertad y que ello supone darles una clarísima ventaja en sus determinaciones.

Por otro lado quienes piensan que determinadas actitudes, militancias o pertenencia a determinados clanes de la sociedad, ya comporta un elemento de riesgo y por tanto de control para actuar directamente a la mínima prueba de sospecha. Hoy en día, al menos de momento, la primera de las actitudes supone lo considerado políticamente correcto, mientras que a la segunda, también de momento, se le achacan todos los descalificativos que suponer se pueda, lo cual no presupone que en poco tiempo, a poco que los primeros se vean afectados de forma directa, se inviertan las tornas.

Lo de París ha sido una absoluta barbaridad, pero teniendo en cuenta la realidad actual de Oriente Medio, el que ya gran parte de Bélgica está prácticamente tomada por el Islam, un país con una natalidad autóctona en recesión, mientras que los musulmanes se multiplican en proporciones alarmantes y que según cálculos recientes en menos de 30 años la mayoría de los belgas pueden llegar a ser musulmanes, al igual que barrios enteros de las principales ciudades francesas, como París, Lyon o Marsella, con gente que ni ha querido, ni se les ha pedido integración alguna a nuestro sistema de convivencia, mas bien al contrario, se les ha facilitado todo tipo de ventajes a la hora de implantar sus costumbres en suelo europeo, el asunto estaba ya cantado, como lo está el pensar que esto puede ser solo el principio y que de momento no parece querer atajarse.

La eterna pregunta, sigue aun en el aire, ¿es la religión, o son quienes la entienden de forma radical?. Aquí, de nuevo, la sociedad se parte en dos, siendo lo políticamente correcto el pensar que solo es un asunto de radicales, mientras que la otra parte de la sociedad piensa que se debe a una religión violenta, imperialista, intransigente y dictatorial a erradicar de nuestras fronteras, o acabará con nosotros.

Si nos atenemos a los textos comunes a todas las religiones monoteístas, el Antiguo Testamento, no son los radicales, es la propia religión, una religión violenta, con un dios cruel, vengativo y sin escrúpulos, en tanto que si nos movemos en textos mas recientes como el Nuevo Testamento o el Corán, existen también episodios de cierta violencia como respuesta a los no creyentes, aunque prevalezca el mensaje de paz en ambos textos. La ventaja de la principal rama del cristianismo, el catolicismo, es la de contar con un líder, con un pastor que apacigua el ganado y ordena y manda a los suyos en cuanto a su proceder, algo que falta en el Islam, donde la no existencia de ese líder único propicia todo tipo de interpretaciones y por tanto de procederes.

Yo creo firmemente que existe en el Islam una gran mayoría de gente pacifica y de mezquitas en las que se predica la paz, la compasión, la caridad y demás virtudes abrazadas por los musulmanes, pero también existen otras mas radicalizadas, que no son más que focos de la barbarie, lugares en los que se enseña a odiar al infiel y a combatirlo, y eso es lo que no podemos consentir en la Europa de las libertades, porque su libertad atenta contra la de todos los demás y contra ese mundo de libertades en el que el ser humano se hace mas grande y mejor.

Líderes de países como Canadá, Australia, Finlandia o Rusia, han sido meridianamente claros. Si ustedes quieren venir a nuestra casa en la que existen toda una serie de comodidades, derechos, garantías, libertades, igualdad entre hombres y mujeres y respeto hacia los demás, algo que nos ha costado siglos conquistar, nuestra caridad y benevolencia les admite y sean por ello bienvenidos, pero adáptense e esas costumbres y a ese modo de vida que les ofrecemos, y si no es así, váyanse de nuevo con quienes amparan las suyas, y esto no es fascismo, ni racismo, ni clasismo, sino simplemente defensa del bienestar y de la convivencia en un marco de libertad.

Gobiernos de EEUU, Rusia, China y Europa, pongan fin de una vez al conflicto de Oriente Medio, dejando de facilitar al Estado Islámico, dinero, armas, alimentos, de comprarles petróleo a bajo precio, etc., y dicten, por otra parte, de forma clara e inequívoca las condiciones a respetar por cualquier no europeo para su integración en nuestra civilización occidental, en unos estados laicos en los que la religión y sus imposiciones queden relegadas exclusivamente al ámbito propio de cada uno en uso de su libertad, para lo cual y en las circunstancias actuales, no estaría de más convocar a todos los dirigentes musulmanes europeos a llevar a cabo un llamamiento de paz, de concordia, de convivencia, y una llamada al entendimiento común del Corán como texto de entendimiento, condenando la guerra santa, la lucha contra el infiel y el sacrificio en aras de intransigencias, ajenas al Islam.

Europa ha de defenderse de esos ataques, pero también ha de implicar en ello a quienes sostienen que su religión es un mensaje de paz y no lo que entienden los fundamentalistas, pues una de las formas de integrarse en nuestra forma occidental de vida es el defender, de forma activa, estos valores. Es el momento de los musulmanes de paz, pero lo es desde una exigencia europea a manifestarse, a dejar bien claro que quieren integrarse pacíficamente en nuestro proyecto de vida en común. No pueden permanecer callados ante quienes mal interpretan el mensaje de amor que ellos dicen haber recibido, y que pretenden aplicar a su vida europea en unos estados en los que nadie debe convertir a nadie.

Lo decía Saramago, aquel que mata en nombre de su dios, convierte a este en asesino.
El eterno dilema, intolerancia y control, o libertad.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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