Nadal, rey de Australia

Nadal, rey de Australia

(PD).- El tenista español conquista su primer Abierto de Asutralia tras imponerse en la final al suizo Roger Federer por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2. Es su sexto Grand Slam después de cuatro Roland Garros y del Wimbledon conquistado el año pasado. Se afianza como número uno del mundo.

LAS LÁGRIMAS DE FEDERER

Las lágrimas ahogaron las palabras de Federer. La tensión del momento, el vértigo de ver que toda una etapa de leyenda se resquebrajaba por los raquetazos de Rafael Nadal, pudieron hoy con el suizo, el mejor tenista de la historia. Le superaron.

Derrotado dentro de la pista, Federer se vació ante el público de la Rod Laver Arena en el momento de su discurso. Vaciló ante el micrófono, y en el momento de hacer síntesis, la emoción no le permitió murmurar más que cinco palabras:

«Dios, esto me está matando».

Las lágrimas no dejaban de brotar. La fuerza del momento compungió incluso al público, que respondió aclamando a su ídolo.

En su mano, la bandeja plateada. El trofeo le acreditaba como subcampeón del Abierto de Australia 2009 y le arrebataba de un plumazo el sueño de igualar ya mismo a su ídolo, Pete Sampras.

El suizo tiene 13 grandes y el estadounidense sumó 14, pero odica que Federer está de vuelta, que sigue con ganas y que este año se apuntará alguno de los grandes. Ya le dejó claro, hace pocos días, al argentino Del Potro que el viejo león tiene garras y sabe usarlas.

LA EMOCIÓN TAMBIÉN PUEDE A NADAL

Detrás del suizo esperaba Rafa. Paciente, contenido, humilde, con la mirada siempre baja, reverencial ante quien ha sido su mayor enemigo, el español esperó su turno antes de despedirse del público.

La alegría de ganar su primer Abierto en Melbourne, de abrir el palmarés español en tierras australianas y extender su leyenda, aún joven, se chocaron de frente con el rostro compungido de su rival. Guardó silencio, pero no pudo disimular su nerviosismo cuando subió al estrado.

Las lágrimas del campeón le conmovieron, y se quedó sin palabras. Dijo «hola», y poco más:

«Roger, siento lo de hoy. De veras sé cómo te sientes. Es muy fuerte, pero recuerda que tú eres uno de los mejores de la historia. Espero jugar muchos más partidos contigo».

Nadal trataba de consolar a su rival, pero no logró sino arrancarle más lágrimas. El público lo agradeció y aplaudió al español, que cerró su discurso con palabras de cariño a su familia, su entrenador, su equipo médico y todos los allí presentes.

Si había más emociones, las disimuló. Quizá las guardaba para el vestuario.

EL ÚLTIMO MURO

A sus 22 años, Nadal rompe el último muro que le quedaba al tenis español, ya que Juan Gisbert (1968), Andrés Gimeno (1969) y Carlos Moyá (1997) cayeron en la final australiana.

Ambos jugadores volvían a cruzarse desde la mítica final en el All England Club, aunque a diferencia de en aquella ocasión, era Nadal el que llegaba como número uno. Al igual que aquél 7 de julio de 2008 en Londres, Rafa y Federer han vuelto a protagonizar otro duelo para la historia, en el que la prodigiosa cabeza del manacorí, le permitió inclinar la complicada balanza a su favor.
Igualdad desde el primer set

Nadal saltó a la cancha más enchufado y sorprendió a Federer con un break de inicio, pero el suizo no acusó el golpe y le devolvió la rotura en el siguiente juego. El manacorí, visiblemente cansado por el maratón que disputó ante Verdasco en semifinales, estaba lento de piernas y no podía dominar los puntos a su antojo.

El número dos del mundo aprovechaba mejor sus opciones y poco a poco iba haciéndose con el mando del choque. Así, sus restos eran cada vez más veloces lo que le permitió gozar del siguiente punto de break en el sexto juego. Nadal falló con su derecha y permitió a Federer coger la primera renta.

Sin embargo, no estaba dispuesto el mallorquín a facilitar la gesta a su adversario y minó la confianza del helvético gracias a un magnífico paralelo que le permitió contrarrestar una letal volea de Federer y contar con una nueva ocasión de rotura. Entonces, los nervios hicieron mella en el de Basilea que cedió su servicio con una doble falta.

Ése fue el punto de inflexión de la manga. A Federer se le empezó a encoger el brazo y bajó el rendimiento con sus saques. Nadal en cambio estaba crecido mentalmente y echando mano de sus paralelos consiguió el break definitivo para terminar cerrando la manga por 7-5.

Federer no se rinde

En el segundo parcial, Federer decidió salir al ataque. Se anotó su primer juego en blanco, obligó a Nadal a salvar una bola de rotura con su primer ‘ace’ del duelo y, a pesar de cometer un tremendo error que dio al mallorquín ventaja, neutralizó el break sin problemas con su siguiente resto.

Nadal estaba ligeramente fuera del partido. Lo que permitió a su adversario encadenar cuatro juegos consecutivos después de dictaminar el devenir de la manga en un octavo ‘game’ en el que necesitó cinco bolas de rotura para romper el saque de Rafa y para terminar subiendo el 6-3 a su favor en el marcador.

El partido era de ida y vuelta y más que nunca se notó en el tercer parcial. Nadal no estaba a su mejor nivel, pero Federer tampoco era capaz de coger un ritmo que hiciera daño al balear. El tetracampeón de Roland Garros tuvo su primera bola de break en el sexto juego, pero no pudo aprovecharla. Este fue el aviso que necesitaba Federer para imprimir más velocidad a su juego que terminó por llevar la manga al tie-break definitivo en el que el jugador de Basilea golpeó primero, pero en el que el manacorí terminó por llevarse el premio gracias a un parcial de 7-3.

A pesar de su gesta, Rafa todavía no había logrado minar moralmente a Federer como suele acostumbrar. Y el helvético inició el cuarto set aún más motivado lo que le permitió gozar de una tempranera renta. Pero si por algo será recordada la cuarta manga será por el quinto juego. El mallorquín tuvo cinco bolas de break y obligó al suizo a exprimirse al máximo para conservar su servicio. Nadal pagó caro el esfuerzo y permitió a Federer que diera la vuelta al duelo con su siguiente resto (4-2) y un juego en blanco (5-3). El mallorquín no fue capaz ya de reaccionar, conservó su siguiente saque, pero terminó entregando la manga (6-3).

Quinto y definitivo set

En la manga definitiva, se vio al mejor Nadal. Como acostumbra, el número uno mundial hizo ‘borrón y cuenta nueva’ y salió a por el partido, consciente de que ya no podía fallar. Preciso y directo, tomó ventaja en el cuarto juego. Ventaja que fue suficiente porque le sirvió para dejar a Federer sin ideas, y para cerrar el partido al resto con su tercer ‘match-point’.

No fue un partido brillante, sino de arduo trabajo, ni siquiera un Federer por momentos brillante, pudo frenar a un Nadal que había aterrizado en Melbourne Park envuelto en dudas ya que una lesión le hizo perderse el final de 2008 y había iniciado el curso con una derrota en los cuartos de Doha ante Gael Monfils.

Pero su espíritu de campeón, nunca le permite rendirse, y una vez más, Nadal no faltó a su cita con la historia, impidiendo de paso a su rival, que acabó ahogando su impotencia entre lágrimas, igualar el récord de 14 ‘grandes’ de Pete Sampras.

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