Ana Avellano y Miguel Pato (PD) .- Màxim Huerta explica lo injusta que es la televisión para las mujeres. Ellas tienen que estar eternamente jóvenes, guapas y arregladas. Esta tiranía es el hilo conductor de su primera novela, “Que sea la última vez que me llamas reina de la tele” (Ed Martínez Roca).
“La tele es muy canalla, sobre todo para las mujeres: tienen que tener buen escote, estar guapas, siempre jóvenes, andar firmes con tacones altísimos… A los hombres se le permiten estar gordos, calvos y con barbas”.
A la protagonista de “Que sea la última vez que me llamas reina de la tele”, Margarita Gallo, le anuncia que le quieren dar el premio a toda una carrera. En ese momento estalla la crisis de esta conocida presentadora porque intuye que es una sutil forma de llamarle vieja y decirle que se vaya.
A través este diario de una presentadora, Máxim Huerta nos muestra el lado más oculto de una realidad profesional en la que los focos pueden deslumbrar (en el más amplio sentido de la palabra) y hacer perder el contacto con la realidad.
Hoy, tras su paso por los Informativos de Telecinco, es uno de los colaboradores más reconocidos de Ana Rosa Quintana. De su experiencia sabe que, cuando se apagan los focos, los presentadores recuperan esa realidad. «La recuperas, dice, siempre que no te dejes llevar por la fama.»
“Siempre han dicho que la tele te convierte en gilipollas pero no es así: descubre al que ya lo era. La tele sólo te enfoca”.
De pequeños ya soñaba con ser rey de la tele pero se ha dado cuenta que no da el perfil. “No me encaja la corona, no tengo cetro, trono ni corte de aduladores”. Pero hoy trabaja con la “reina de la mañanas” aunque sabe que en este negocio no hay una sola reina de la televisión.
“Hay una reina de la televisión por cada canal, por cada programa y una en cada vecindario”
